«Los grupos de supervivientes yazidíes han adoptado la decisión de los ancianos de la comunidad de permitir que los niños y niñas resultantes de violaciones cometidas por miembros del Estado islámico regresen con sus madres yazidíes a sus países de origen en el Iraq.

«El histórico fallo del Consejo Espiritual Supremo Yazidi ha despejado el camino para que cientos de mujeres regresen de Siria, o de Europa, con hijos que nacieron mientras estaban prisioneras del grupo terrorista».

«Hasta que se tomó la decisión esta semana, las mujeres que se negaron a ser separadas de sus hijos habían sido exiliadas por su propia comunidad, y muchas fueron obligadas a permanecer en campos de detención en el noreste de Siria. Sólo a los que habían aceptado entregar a los recién nacidos o a los niños se les había permitido regresar con sus familias en el norte de Iraq». The Guardian

Este acto de compasión de una comunidad con tradiciones muy fuertes (los niños deben seguir la religión de su padre, es decir, no serán yazidíes, sino musulmanes) debe ser tomado como un ejemplo por el resto del mundo que lucha contra las consecuencias del califato fallido del Estado Islámico.

Es cierto que las mujeres yazidíes fueron esclavizadas y quedaron embarazadas contra su voluntad, mientras que muchas otras mujeres de otras partes del mundo viajaron a Siria para casarse con luchadores de la sociedad civil y su regreso a sus países de origen puede considerarse una amenaza si siguen albergando simpatías hacia la organización terrorista. El mensaje del ataque catastrófico de Sri Lanka a las iglesias y hoteles es que «no hemos sido derrotados».

Pero el mensaje de la comunidad Yazidi es que «los niños son inocentes». En un mundo gobernado por la crueldad, hasta la más mínima gota de compasión abre el corazón a un futuro más humanizado.


Traducción del inglés de: Antonella Ayala