Michael Plouffe, UCL para The Conversation

Los EE.UU. han publicado sus objetivos para un acuerdo comercial propuesto con el Reino Unido, y su pensamiento pone de manifiesto la debilidad de la posición negociadora de Gran Bretaña en la economía global posterior a Brexit.

El representante comercial de EE.UU. describe muchas de las formas habituales de aumentar el comercio entre los dos países, esto es, la reducción de los aranceles y la garantía de que ambas partes compartan las mismas normas y reglamentos. Pero el énfasis está puesto en que el Reino Unido se alinee con las normas estadounidenses. Esto tendrá implicaciones importantes. Alejará al Reino Unido de las normas de la Unión Europea que tiene actualmente, lo que perjudicará el comercio con su socio comercial más importante y generará posibles obstáculos en un futuro acuerdo comercial con la Unión Europea.

Los Estados Unidos están adoptando una postura dura desde el principio en una serie de cuestiones. Con una población de 66 millones de habitantes y un PIB de aproximadamente 3 billones de dólares, el Reino Unido se ve eclipsado por el bloque que abandona: la población de la Unión Europea es de 500 millones de habitantes y tiene un PIB combinado de 20 billones de dólares. Además, el Reino Unido tiene una necesidad evidente de sustituir los actuales acuerdos comerciales de la UE y de crear otros nuevos.

En Gran Bretaña, la preocupación por la seguridad alimentaria ha estado en el centro del debate sobre un posible acuerdo comercial entre Estados Unidos y el Reino Unido. La expectativa de que el pollo lavado con cloro estadounidense entrara en los mercados británicos como parte de un acuerdo rápidamente se volvió políticamente polémica, dividiendo el gabinete de Theresa May en dos ocasiones en 2017.


 

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Pero el dilema al que se enfrenta el gobierno británico va mucho más allá de las preocupaciones sobre las implicaciones para la seguridad del consumidor de los métodos de producción en masa de los Estados Unidos. Con las importaciones agrícolas de EE.UU. también vendrían las normas agrícolas, sanitarias y fitosanitarias de EE.UU., que se aplican para proteger contra las enfermedades. Esto creará obstáculos para las exportaciones agrícolas británicas que se dirigen a la UE, ya que dejarán de cumplir las normas de la UE.

Para los agricultores británicos, la eliminación al por mayor de las barreras comerciales con los EE.UU. también puede producirse en un momento en que la industria es particularmente vulnerable. Tras Brexit, la agricultura británica perderá el acceso a las subvenciones de la Unión Europea que recibe a través de la Política Agrícola Común. Aunque el gobierno del Reino Unido ha prometido reemplazarlos, aún quedan preguntas sobre su capacidad para financiar sus muchas promesas posteriores al Brexit.

Más allá de la agricultura

Los fabricantes británicos se enfrentan a las mismas exigencias de armonización de sus reglamentaciones por parte del representante comercial de EE.UU., lo que crea dificultades similares para los exportadores que se dirigen a la UE. Entonces, cuando se trata de servicios, las demandas de los Estados Unidos son mucho más dramáticas.

El sector de los servicios de Gran Bretaña aporta un superávit comercial sustancial, algo que los EE.UU. se resistirán a añadir a su creciente déficit comercial. Los planes de EE.UU. se centrarán en la privatización y desregulación de los servicios británicos, como la prestación de asistencia sanitaria o los servicios públicos y la infraestructura, para facilitar el acceso al mercado a las empresas estadounidenses comprometidas a nivel internacional. Estas mismas corporaciones están activamente involucradas en el proceso de los acuerdos comerciales por parte de los Estados Unidos.

Las ambiciones estadounidenses de alinear la normativa del Reino Unido con la suya propia también se extienden al comercio de bienes y servicios digitales, lo que podría provocar un cambio radical en la normativa de la Unión Europea, que afecta a todos los aspectos, desde los derechos de propiedad intelectual hasta la protección de datos y la privacidad digital.

Más allá del comercio

Como parte de los objetivos de integración profunda, el acuerdo comercial entre los EE.UU. y el Reino Unido abarcará otras cuestiones no comerciales. Entre ellas se incluyen las normas laborales, la protección del medio ambiente y las medidas anticorrupción, todas ellas áreas en las que el Reino Unido es posiblemente más duro que los Estados Unidos.

Es revelador que la redacción de los objetivos de los Estados Unidos se centre explícitamente en las obligaciones del Reino Unido de respetar este tipo de normas. Por el contrario, los objetivos de EE.UU. para las negociaciones con Japón se refieren a ambas «partes», en lugar de a las obligaciones específicamente japonesas.

Tal vez las diferencias en la redacción son el resultado de los diferentes equipos que escriben los documentos. Pero también podría revelar hasta qué punto el equipo de EE.UU. considera al Reino Unido como la parte más débil de su acuerdo, lo que probablemente tendrá amplios efectos en las concesiones que el equipo negociador del Reino Unido pueda conseguir obtener de la posición de apertura de EE.UU.

Renunciar al control, no recuperarlo

En lugar de retomar el control, el punto de partida de las negociaciones comerciales entre Estados Unidos y el Reino Unido es aquel en el que el gobierno británico cede la soberanía sobre una amplia gama de cuestiones. El tamaño de Gran Bretaña y su separación del mercado único de la Unión Europea limitan su poder de negociación con los grandes socios comerciales, cuyos gobiernos no se preocuparán por los efectos en el público británico.

Si bien la armonización de las normas con los EE.UU. supondrá un obstáculo para el comercio futuro con la Unión Europea, el acuerdo también podría aumentar las limitaciones de la política exterior británica de manera más general. Los EE.UU. también están buscando una cláusula que le permita retirarse de un acuerdo entre los EE.UU. y el Reino Unido si el Reino Unido acepta un acuerdo con ciertos países como China. Términos similares se incluyen en los objetivos del acuerdo comercial entre EE.UU. y Japón, ya que la administración de Trump trata de limitar la influencia económica de China en todo el mundo. También hay una sección en los objetivos de EE.UU. que está diseñada para limitar la independencia de Gran Bretaña sobre su política exterior en Oriente Medio.

La dura postura adoptada por los EE.UU., junto con la amplia gama de concesiones exigidas al Reino Unido, apuntan claramente a la debilitada posición negociadora del Reino Unido fuera de la Unión Europea. Y Estados Unidos no es el único socio comercial que busca concesiones significativas a cambio de un acuerdo. India, Japón y Corea del Sur han señalado expectativas similares en los preparativos de sus propios acuerdos. Todo esto contrasta con la promesa de la campaña de Brexit de «recuperar el control».

Michael Plouffe, profesor de Economía Política Internacional, UCL

Este artículo ha sido reeditado de The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original.


Traducción del inglés de: Antonella Ayala