Breno Nunes, Aston University y Flávio Hourneaux Junior, Universidade de São Paulo para The Conversation

La gente aprende al cometer errores. Lo mismo ocurre con las empresas y la sociedad: el éxito depende de la capacidad de asimilar las lecciones y comportarse de manera diferente en el futuro, para evitar repetir los mismos errores. Las empresas tienden a revisar sus estructuras organizacionales y prácticas rutinarias para identificar los problemas antes de que ocurran, o a responder rápidamente a problemas inesperados para minimizar su impacto.

Sin embargo, este no es el caso de Vale, la quinta empresa minera más grande del mundo. Vale es el mayor productor mundial de hierro y níquel y también es responsable por lo que podría ser el mayor desastre ambiental en la historia de Brasil, después de que una de sus represas de relaves -un terraplén que supuestamente retiene una vasta reserva de subproductos tóxicos de la minería- se derrumbó el 25 de enero de 2019 en la mina de Corrego do Feijao, en la región del sureste de Brasil.

Tras el colapso, se confirmó la muerte de 186 personas y 122 siguen desaparecidas. Datos oficiales de la Agencia Brasileña del Medio Ambiente indican que el flujo de lodo destruyó 270 hectáreas, de las cuales más de la mitad eran de vegetación nativa o bosque protegido. La extensión del hábitat natural destruido equivale a 300 estadios de fútbol. Trágicamente, esto sucedió sólo tres años después de un accidente similar en otra de las represas de Vale en el estado brasileño de Minas Gerais, cerca de la ciudad de Mariana, en el que murieron 19 personas.

Por cualquier medida de sostenibilidad empresarial, Brumadinho ha sido un duro golpe para el rendimiento y la reputación de Vale. Desde entonces, la empresa ha visto reducida su calificación crediticia, por no hablar de los daños que ha sufrido en su imagen pública.

Vale nombró a Fabio Schvartsman como Director Ejecutivo después del desastre de Mariana en noviembre de 2015. Schvartsman aceptó el trabajo y anunció a los accionistas, empleados y al pueblo brasileño un fuerte eslogan: «Mariana, nunca más«. Fracasó miserablemente.

Considerando la historia reciente de Vale y la magnitud de estos desastres, la respuesta corporativa a la tragedia de Brumadinho parece ridícula. Schvartsman dijo al parlamento brasileño, en una sesión que evaluó el estado de otras presas mineras en Brasil después del colapso de Brumadinho:

Vale es una joya brasileña que no puede ser condenada por un accidente que tuvo lugar en una de sus represas a pesar de que fue [considerada] una tragedia.

A pesar de su confianza, las preguntas siguen sin respuesta. ¿Por qué la empresa no trasladó un comedor que estaba por debajo del nivel de la presa y en una zona de alto riesgo, según la evaluación de los informes del 3 de octubre de 2018?

El principio de precaución establece que si una operación tiene un riesgo que puede causar daños graves o irreversibles al público o al medio ambiente, dicha operación debe cesar, incluso si la probabilidad de que ocurra es baja. Entonces, ¿por qué no se aplicó esto?

Dado que los estándares claramente no habían mejorado en los últimos tres años, ¿cómo pueden los brasileños confiar ahora en la seguridad de otras presas? Considerando el curso normal de un accidente, ¿por qué las sirenas supuestamente no funcionaron cuando la presa se derrumbó para alertar a los empleados y a la comunidad local para que evacuaran?

Vale debe dar cuenta de su fracaso operativo con la misma gravedad que la norma en los países del mundo desarrollado. La compañía minera canadiense Imperial Metals sigue sufriendo las consecuencias medioambientales del desastre de la mina Mount Polley en Canadá.

Existen precedentes de que los directores generales y ejecutivos se vean obligados a renunciar después de cometer errores graves, como el ex director general de BP, Tony Hayward, quien renunció tras el desastre de Deepwater Horizon que causó la muerte de 11 personas en 2010. La resignación temporal de Schvartsman envía un mensaje poco claro sobre los compromisos de la empresa con la vida de sus empleados y las comunidades en las que opera.

El próximo CEO de Vale tendrá que ir más allá de los discursos de Schvartsman y considerar qué procedimientos operativos más estrictos podrían ser necesarios. De lo contrario, sólo sería cuestión de tiempo antes del próximo «accidente». Hay más de 50 represas similares que todavía funcionan bajo las operaciones de Vale en el estado de Minas Gerais, lo que podría ser otra tragedia a la espera de ocurrir.

Vale no puede operar a expensas de las vidas y la destrucción del medio ambiente. Brumadinho puede seguir siendo un punto de inflexión en la historia de la empresa y demostrar que es capaz de aprender a evitar mejor los accidentes y las tragedias. Todavía puede transformarse en una empresa más responsable. Para ello, sin embargo, tendrá que aceptar urgentemente el cambio como nunca antes.

Breno Nunes, profesor titular de Gestión de Operaciones Sostenibles, Aston University y Flávio Hourneaux Junior, profesor adjunto de Administración de Empresas, Universidade de São Paulo

 

Este artículo ha sido reeditado de The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original.


Traducción del inglés de: Antonella Ayala