Por Partha Banerjee

Durante las últimas semanas, el drama India-Pakistán comenzó con el trágico asesinato terrorista de 45 soldados indios en Cachemira (que todos condenamos con las palabras más fuertes posibles, y luego nos preguntamos cómo se produjo una falla de seguridad tan catastrófica, y si fue deliberada), seguido por el bombardeo del gobierno indio a Pakistán (violando las leyes internacionales y haciendo alarde de un número falso de terroristas asesinados), seguido por la captura y liberación de un piloto valiente por parte del gobierno de Pakistán, liderado por el famoso jugador de críquet que se ha transformado en un gran político, Imran Khan.

Desde que se desató el nuevo drama, tanto la vida real como los medios sociales se han convertido en zonas de guerra. Los fanáticos y fascistas han desatado su terror en toda la India, llamando a cualquiera a que se oponga a la política del odio, la guerra y el racismo «traidor», «antipatriótico» y «antiindio». Han atacado a la gente en la calle, amenazado a las mujeres con violarlas, y han allanado las casas de aquellos que mostraron valor para expresar su oposición contra una guerra políticamente conveniente, justo unos meses antes de las elecciones nacionales de la India. Las organizaciones estudiantiles fascistas han obligado a un profesor universitario disidente a arrodillarse frente a sus estudiantes y a disculparse. Otra universidad ha expulsado a un profesor por expresar su desacuerdo en Facebook. Varios otros casos similares ocurrieron también.

Nunca he visto un vandalismo tan desenfrenado en mi vida. Y he visto muchas cosas. El único paralelo que me viene en mente son los momentos posteriores al 11 de septiembre, cuando los fanáticos y fascistas aquí en Estados Unidos desataron un terror similar contra los musulmanes, árabes y sijs – sin que hubiesen cometido ningún crimen. En ese entonces, las redes sociales no eran tan populares como hoy en día, y Facebook o Twitter ni siquiera existían. Nuestras experiencias fueron en su mayoría de la vida real, y algunos de nosotros salimos a la calle para protestar contra la violencia anti-inmigrante, la deportación, y finalmente, cientos de miles de estadounidenses (y algunos de nosotros) se reunieron aquí en Nueva York y en toda América contra una guerra bárbara y contra el genocidio en Irak y Afganistán.

Junto con la violencia que vemos actualmente en la vida real, también vemos violencia en los medios sociales. He recibido comentarios negativos sobre mis mensajes antibélicos, antiterroristas y antifascistas de personas cercanas y lejanas. Algunos de ellos fueron sarcásticos o irrespetuosos, a lo que estoy bastante acostumbrado. Pero otros estaban llenos de odio, suciedad y peligro. Algunos quieren mi linchamiento o la eliminación de algunas partes de mi cuerpo. He denunciado a algunos en Facebook, pero a otros ni siquiera pude denunciarlos: no había opción de denuncia. Pero honestamente, eran pocos y distantes entre sí. Sin embargo, incluso un comentario que asusta ya es demasiado, al igual que no se necesita más de un asesino para matar en la vida real. Gandhi fue asesinado por un solo hombre odioso, que en realidad había pertenecido a estos grupos fascistas y fanáticos. Puedes leer sobre ello en mi blog en humanitycollege.org.

Estas personas han decidido que, al igual que en la vida real se puede desanimar a muchos amigos lanzando insultos y blasfemias, se puede hacer lo mismo en los medios de comunicación social. Tiras basura en la puerta de tu casa, y esos amigos con mente abierta que quieren entrar a tu casa lo más probable es que no lo hagan. La naturaleza humana es que la mayoría de la gente – de manera sana e inteligente – evitaría la suciedad y la mugre, y evitaría las conversaciones odiosas. ¿Quién gana este juego? Los peligrosos, odiosos y violentos. Son muy pocos en número, pero muy crueles e imprudentes. Pueden matarte en la calle, y pueden destruir tus sueños y tu cordura en las redes sociales.

Y la ironía es que incluso muchos de los que te han conocido, que saben de tu dedicación de toda una vida a la verdad y a la enseñanza, al aprendizaje, querrían mantenerse a una distancia segura de ti. Siempre es seguro estar a salvo.

Trump ha prosperado en este clima. Hitler prosperó en este clima. Y ahora los fascistas y fanáticos indios están prosperando en este clima. Y todo se está haciendo en nombre de la democracia y la libertad de expresión. Es decir, los fascistas y los fanáticos se aprovechan de la democracia y la libertad de expresión para destruirlas de una vez por todas.


Partha Banerjee – Brooklyn, New York

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