Por John Scales Avery

Solo la acción climática inmediata puede salvar el futuro. Si no actuamos ya, se avecina el colapso de nuestras civilizaciones y la extinción de gran parte del mundo natural.

Un nuevo libro

He escrito un libro de 396 páginas que trata de los pasos que se necesitan con urgencia para poder salvar el futuro de nuestros hijos y nietos. En el libro se usan artículos y capítulos de libros que he escrito previamente en el tema de la crisis actual, pero he añadido mucho material nuevo. Insto a los lectores a descargar y distribuir el archivo pdf del libro desde el siguiente enlace:

http://www.fredsakademiet.dk/library/future.pdf

Otros libros descargables y artículos acerca de problemas globales se pueden encontrar en la siguiente dirección: http://eacpe.org/about-john-scales-avery/

Se necesita acción inmediata para salvar el futuro a largo plazo

Aquí hay una declaración reciente de Jakob von Uexküll, fundador del World Future Council:

“Hoy nos dirigimos a peligros y conflictos sin precedentes, hasta e incluyendo el fin de un planeta habitable en el futuro previsible, privando a todas las generaciones futuras de su derecho a la vida y las vidas de generaciones anteriores de significado y propósito.

“Esta realidad apocalíptica es el elefante en la habitación. Las políticas actuales amenazan con aumentos de temperatura que provocarían el derretimiento del permafrost y la liberación de hidratos de metano oceánicos que harían que nuestra tierra deje de ser habitable, según una investigación presentada por la oficina del Gobierno Británico en la Conferencia Climática de París.

“El mito de que el cambio climático es una conspiración para reducir la libertad está siendo propagado por una élite poderosa y codiciosa que ha capturado muchos gobiernos para preservar sus privilegios en un mundo cada vez más desigual.”

De igual manera, la activista climática sueca de 15 años, Greta Thunberg describió nuestra situación actual en las siguientes palabras:

“Cuando yo tenía 8 años fue la primera vez que escuché hablar de algo llamado ‘cambio climático’ o ‘calentamiento global’. Aparentemente esto había sido creado por los humanos gracias a nuestra forma de vivir. Me dijeron que apague las luces para ahorrar energía y que recicle el papel para ahorrar recursos. Recuerdo haber pensado que era muy extraño que los humanos, que son una de muchas especies de animales, podrían ser capaces de cambiar el clima de la tierra. Porque, si esto fuera posible, y si estuviera realmente sucediendo, es de lo único de lo que se hablaría. Tan pronto como encendamos la televisión, todo se trataría de eso. Los encabezados, la radio y los periódicos: Nunca escucharías ni leerías algo acerca de otro tema. Es como si sucediera una guerra mundial pero nadie hablara de ella. Si quemar combustibles fósiles era tan malo que amenazaba nuestra existencia, ¿cómo podíamos continuar haciéndolo? ¿Por qué no había restricciones? ¿Por qué no se había vuelto ilegal?”

¿Por qué no respondemos a la crisis?

Hoy enfrentamos múltiples crisis interrelacionadas, por ejemplo, la amenaza del catastrófico cambio climático o la igualmente catastrófica guerra termonuclear, y la amenaza de una hambruna generalizada. Estas amenazas a la existencia humana y a la biósfera requieren una respuesta apropiada y racional, pero debido a la inercia institucional y cultural, no estamos tomando las medidas necesarias para evitar el desastre.

Solo la acción inmediata puede salvar el futuro

La acción inmediata para detener la extracción de combustibles fósiles y reducir en gran parte la emisión de CO2 y otros gases de invernadero es necesaria para salvar el futuro de la civilización humana y la biósfera a largo plazo.

En la ceremonia de apertura de las conversaciones sobre el clima patrocinadas por las Naciones Unidas en Katowice, Polonia (COP24), Sir David Attenborough dijo: “En este momento nos enfrentamos un desastre a escala global causado por el hombre. El mayor en miles de años. El cambio climático. Si no actuamos,  el colapso de nuestras civilizaciones y la extinción de gran parte del mundo natural están en el horizonte. La gente del mundo ha hablado. Su mensaje es claro. El tiempo se nos acaba. Quieren que ustedes, quienes toman las decisiones, actúen ahora”.

António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, dijo que el cambio climático era ya “una cuestión de vida o muerte” para muchos países. Añadió que el mundo está “lejos de donde necesita estar” en la transición a una economía baja en carbono.

La estudiante sueca Greta Thunberg, de 15 años, ha iniciado un movimiento de protesta por el clima en su país. Después del discurso del líder de la ONU Antonio Guterres, ella dijo en un discurso corto pero muy claro: “Algunas personas dicen que yo debería estar en la escuela en vez de aquí. Algunas personas dicen que yo debería estudiar para convertirme una científica ambiental y poder ‘resolver la crisis climática’. Pero la crisis ya ha sido resuelta. Ya tenemos todos los hechos y las soluciones”

Añadió: “¿Por qué debería yo estudiar para un futuro que pronto ya no existirá, mientras nadie hace nada para salvar ese futuro? ¿Y cuál es el punto de aprender hechos cuando los hechos más importantes claramente no significan nada para nuestra sociedad?

Thunberg continuó: “Actualmente usamos 100 millones de barriles de petróleo cada día. No hay políticas para cambiar eso. No hay reglamento para mantener el petróleo en el suelo. Así que no podemos salvar el mundo si nos atenemos a las reglas. Porque tenemos que cambiar las reglas”

Concluyó diciendo que “Ya que nuestros líderes se están comportando como niños, nosotros vamos a tener que asumir la responsabilidad que ellos debieron tomar hace mucho tiempo”.

Inercia institucional

Nuestro fallo colectivo para responder adecuadamente a la crisis actual se debe en gran parte a la inercia institucional. Nuestro sistema financiero está profundamente arraigado y es resistente al cambio. Toda nuestra infraestructura industrial está basada en combustibles fósiles; pero para salvar el futuro, el uso de combustibles fósiles debe cesar. Las relaciones internacionales todavía se basan en el concepto de estados nacionales absolutamente soberanos, aunque este concepto se ha convertido en un peligroso anacronismo en una era de comunicación global instantánea e interdependencia económica. Dentro de las naciones, los sistemas de ley y educación cambian muy lentamente, aunque los peligros actuales exigen rápidas revoluciones en la perspectiva y el estilo de vida.

El hecho de que las recientes conferencias sobre el clima no hayan producido documentos finales sólidos puede atribuirse al hecho de que las naciones que asistieron a las conferencias se sintieron compitiendo entre sí, cuando en realidad deberían haber cooperado en respuesta a un peligro común. La mano dura de la industria de los combustibles fósiles también se hizo sentir en las conferencias.

Hasta el desarrollo de las máquinas de vapor impulsadas por carbón en el siglo XIX, los humanos vivían más o menos en armonía con su entorno. Luego, los combustibles fósiles, que representan muchos millones de años de luz solar almacenada, se extrajeron y quemaron en dos siglos, lo que provocó un frenesí en el crecimiento de la población y la industria que ha durado hasta el presente. Pero hoy, la fiesta ha terminado. El carbón, el petróleo y el gas están casi agotados, y lo que queda de ellos debe dejarse en el suelo para evitar amenazas existenciales para los seres humanos y la biosfera. Las enormes corporaciones de carbón y petróleo basan el valor de sus acciones en la propiedad de los recursos restantes que aún están enterrados, y podemos contar con que ellos utilizarán todos los trucos, justos o injustos, para convertir esos recursos en dinero.

En general, las corporaciones representan una pesada fuerza que se resiste al cambio. Por ley, los directores de las corporaciones están obligados a poner los beneficios de los accionistas por encima de cualquier otra consideración. No queda espacio para una conciencia ecológica o social. Cada vez más, las corporaciones han tomado el control de nuestros medios de comunicación y nuestro sistema político. Intervienen de tal manera que se hacen más ricos y, por lo tanto, aumentan su control sobre el sistema.

Conversación educada e inercia cultural

Cada día, las convenciones de la conversación educada contribuyen a nuestra sensación de que todo es como siempre fue. La cortesía requiere que no hablemos sobre temas que puedan ser contrarios a las creencias de otra persona. Por lo tanto, la conversación educada está dominada por trivialidades, entretenimiento, deportes, clima, chismes, comida, etc. Preocupaciones sobre el futuro lejano, el peligro de una guerra nuclear, el peligro de un cambio climático incontrolable o el peligro de una hambruna generalizada rara vez aparecen en conversaciones en la cena, en un café o en el bar. En las conversaciones entre personas educadas, obtenemos la falsa impresión de que todo está bien con el mundo. Pero, de hecho, no todo está bien. Tenemos que actuar con prontitud y adecuadamente para salvar el futuro.

La situación es exactamente la misma en los medios de comunicación. Los programas y artículos están dominados por trivialidades y entretenimiento. Las discusiones serias sobre la crisis repentina a la que se enfrenta la civilización ahora están casi totalmente ausentes, porque el enfoque está en la popularidad, las calificaciones y la venta de publicidad. Como comentó Niel Postman, nos estamos entreteniendo hasta la muerte.

Un mayor crecimiento implica un colapso futuro

Tenemos que enfrentar el hecho de que un crecimiento económico interminable en un planeta finito es una imposibilidad lógica, y que hemos alcanzado y hasta sobrepasado los límites sostenibles del crecimiento.

En el mundo de hoy, estamos presionando los límites absolutos de la capacidad de carga de la tierra, y un mayor crecimiento conlleva el peligro de un futuro colapso. A la larga, ni el crecimiento de la industria ni el de la población son sostenibles; y ya hemos alcanzado o excedido los límites sostenibles.

El tamaño de la economía humana es, por supuesto, el producto de dos factores: el número total de seres humanos y el consumo per cápita. Consideremos primero el problema de reducir el consumo per cápita en los países industrializados. Toda la estructura de la sociedad occidental parece diseñada para empujar a sus ciudadanos en la dirección opuesta, hacia niveles de consumo cada vez mayores. Los medios de comunicación tienen ante nosotros continuamente el ideal de una utopía personal, llena de bienes materiales.

Cada hombre joven en una sociedad industrial moderna siente que es un fracaso a menos que luche hasta llegar a la “cima”; y en años recientes, las mujeres también han sido arrastradas a la competencia. Por supuesto, no todos pueden llegar a la cima; no habría espacio para todos, pero la sociedad nos impulsa a todos a intentarlo, y tenemos un sentimiento de falla si no llegamos a la meta. Así, la vida moderna se ha convertido en una competición de todos contra todos por poder y posesiones.

Cuando las posesiones se utilizan para fines de competencia social, la demanda no tiene un límite superior natural; entonces está limitado solo por el tamaño del ego humano, que, como sabemos, es ilimitado. Todo esto sería bueno si el crecimiento industrial ilimitado fuera deseable; pero hoy, cuando un mayor crecimiento industrial implica un colapso futuro, la sociedad occidental necesita encontrar con urgencia nuevos valores para reemplazar nuestra adoración del poder, nuestra incansable búsqueda de emoción y nuestra admiración por el consumo excesivo.

Si enciendes tu televisor, la vasta mayoría de los programas que se te ofrecen no te van a dar ningún indicio del verdadero estado del mundo ni de los peligros que enfrentaremos en el futuro. Parte de la razón de esta ceguera voluntaria es que nadie quiere dañar la confianza del consumidor. Nadie quiere provocar una recesión. Nadie quiere dispararle a Papá Noel.

Pero tarde o temprano vendrá una recesión severa, a pesar de nuestra falta de voluntad para reconocer este hecho. Tal vez deberíamos prepararnos para esto reorganizando la economía y la infraestructura del mundo para lograr la sostenibilidad a largo plazo, es decir, economía del estado estacionario, la estabilización de la población y la energía renovable.

Nuestra responsabilidad con las generaciones futuras y la biósfera

Toda la tecnología necesaria para reemplazar los combustibles fósiles por energía renovable ya existe. Aunque las fuentes renovables solo suministraron el 9 por ciento de las necesidades totales de energía del mundo en el 2015, llegaron a suministrar el 23 por ciento de la energía de generación eléctrica en 2016, y están creciendo rápidamente. Debido a las propiedades notables de crecimiento exponencial, esto significará que las energías renovables pronto se convertirán en un importante proveedor de las necesidades energéticas del mundo, a pesar de la amarga oposición de la industria de los combustibles fósiles.

Tanto la energía eólica como la solar pueden ahora competir económicamente con los combustibles fósiles, y esta situación será aún más pronunciada si más países implementan un impuesto a las emisiones de carbono, como ya han hecho Finlandia, Los Países Bajos, Noruega, Costa Rica, el Reino Unido e Irlanda.

Mucha investigación y pensamiento se han dedicado también al concepto de una economía de estado estacionario. Lo único que falta es la voluntad política. Depende de la gente del mundo hacer sentir su voluntad colectiva.

La historia le ha dado a nuestra generación una enorme responsabilidad con las futuras generaciones. Debemos lograr un nuevo tipo de economía, una economía de estado estacionario. Debemos estabilizar la población global. Debemos reemplazar los combustibles fósiles con energía renovable. Debemos abolir las armas nucleares. Debemos acabar con la institución de la guerra. Debemos recuperar la democracia en nuestros propios países cuando se ha perdido. Debemos reemplazar el nacionalismo por un sistema justo de derecho internacional. Debemos prevenir la degradación del medio ambiente. Debemos actuar con dedicación y sin temor para salvar el futuro de la tierra para la civilización humana y para las plantas y animales con los que compartimos el don de la vida.

Esperanza

Esto es lo que dice Greta Thunberg acerca de la esperanza:

“Y si, si necesitamos esperanza. Claro que lo hacemos. Pero lo que necesitamos más que la esperanza es la acción. Cuando empecemos a actuar, la esperanza estará en todos lados. Así que en lugar de buscar esperanza, busquemos acción. Solo entonces llegará la esperanza el día de hoy”.


Traducción del inglés de: Antonella Ayala