Al menos 5.000 personas desfilaron nuevamente en Milán. Un desfile muy largo por las calles de los suburbios del noreste de Milán, no muy lejos de la de Vía Corelli, donde el gobierno quería abrir un CPR (Centro de repatriación), de hecho, un centro de detención para los inmigrantes, una prisión para las personas que no tienen un pedazo de papel. Una manifestación viva, ruidosa y colorida, un núcleo importante de resistencia frente a la corriente política, cultural y social que se manifiesta y se escucha cada vez que encendemos la radio o, peor aún, la televisión.

Hoy se recordaba al joven senegalés que murió en el incendio, pero cada día se podría  recordar un naufragio, un suicidio, un barco bloqueado.

Muchos inmigrantes, muchos jóvenes. Unidas  la rabia y la alegría, la rabia por lo que está sucediendo, la alegría de estar juntos hoy para reaccionar. El espectáculo de ver a miles de personas que por una vez no están solo con sus ojos en el teléfono, sino que se hablan, se abrazan, sonríen, cantan, gritan.  A lo largo del desfile de las «paradas», de las representaciones que golpean: sirenas, muertos acostados, silencio, sabanas blancos. Además de tiendas de campaña, bolsas de dormir. Emociones importantes.

La red No CPR sigue adelante por meses: cada semana se reúnen cuarenta, cincuenta personas para organizarse. Con tenacidad, sin ayuda ni padrinos, autofinancian toda iniciativa, como las hormigas. Un gran esfuerzo, un esfuerzo enorme, pero la ciudad ha reaccionado bien.

En dos semanas habrá otro gran evento en Milán. Del destile de hoy se espera que la consigna de hoy «NO al CPR, ni en Milán ni en ningún otro lugar» también se extienda allí. En otros tiempos se habría dicho «No pasaran».

Mientras tanto, la posible apertura del CPR cambió de marzo a junio. ¿Lentitud italiana? ¿Poco deseo de conflicto antes de las elecciones?

Una cosa es cierta: sin este movimiento incesante muy pocos sabrían lo que significa el CPR, ahora son muchos, la conciencia crece, la resistencia está ahí y continuará.

Foto de Andrea De Lotto y Giacomo Negri


Traducción del italiano por Estefany Zaldumbide