El gobierno haitiano está en shock. El presidente del Senado le pidió al presidente de la nación Jovenel Moise que abandone el mutismo y afronte la situación caótica que se viven en las calles de la capital Puerto Príncipe, pero también en varias ciudades más. No fue suficiente.

Tras nueve jornadas de intensas protestas, contestadas con brutal represión, una decena de muertos y la claridad de que un gobierno votado por menos del 10 % de la población no puede sostenerse mucho más.

El Primer Ministro, el elegido de Moise para enfrentar esta crisis que se viene estirando desde hace meses, aunque en el caso de Haití podríamos hablar de décadas, Jean-Henry Céant llama a un diálogo real, del que surjan verdaderas reformas y pidió que se avance con el juicio por la estafa al pueblo haitiano de sus funcionarios con las ayudas de PetroCaribe.

El desvío de fondos milmillonarios revelados por un informe de la justicia haitiana fue el detonante final de la ira y frustración del pueblo de la isla. Las palabras de Moise de este jueves negando las persecuciones a la prensa y manteniendo un discurso de vaguedades convirtieron las siguientes 24 horas en un infierno.

Céant intenta poner paños fríos y calmar la crispación. Aseguró haber entendido que la inflación y la corrupción son los principales temas a reconducir y manifestó que “pese a las dificultades que encontraron durante el proceso de diálogo con la oposición en diciembre pasado, es claro que el diálogo es la única alternativa”.

La pésima repartición de las riquezas del país y el mal gobierno también fueron asumidos por el Primer Ministro como urgencias a resolver.

Desde el sector económico aseguran que de no resolver los problemas cambiarios la caída del gobierno será inevitable por el nivel de aumento del costo de la vida de la población y la imposibilidad del Estado de afrontar sus gastos presupuestarios, disparados por la subida del dólar.

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