PorJavier Biosca Azcoiti / eldiario.es

Berlín levantará sobre los restos arqueológicos de su primera iglesia un templo para musulmanes, cristianos y judíos

En 2007 el Ayuntamiento de Berlín llamó a las puertas de la comunidad cristiana St Petri-St Marien. Acababan de hallar los restos arqueológicos de la primera iglesia de la ciudad, fechada en 1237. «¿Qué queréis hacer con ella?», les preguntaron. «No necesitamos otra iglesia. Este no es el Berlín del pasado, el Berlín de hoy es moderno, diverso y con muchas religiones», cuenta Osman Örs que respondieron.

Así nació el proyecto House of One, que en 2020 levantará sobre los restos arqueológicos de la primera iglesia de la capital alemana, situada en la plaza Petriplatz, el primer templo que albergará bajo un mismo techo a cristianos, musulmanes y judíos. Örs es imán y consultor teológico de la parte musulmana del proyecto. Junto a él se sientan Esther Hirsch, asesora para la parte judía, y Frithjof Timm, de la cristiana. Los tres cuentan los orígenes, desafíos y objetivos de este proyecto único en el mundo.

La respuesta que en 2007 dio St Petri-St Marien al Ayuntamiento puede parecer una decisión insólita, pero Timm insiste en que la congregación St Marien siempre ha estado muy abierta a otras religiones y recuerda el «legado» y la influencia que ha tenido Martin Luther King (MLK) en el proyecto.

Berlín Este, septiembre de 1964. MLK está en la parte occidental de la ciudad, pero hay rumores en la parte comunista que dicen que podría visitar la otra parte del muro y dar un discurso en la iglesia de St Marien. Aunque el Departamento de Estado intentó evitarlo requisándole el pasaporte, no consiguió pararle. Los agentes en la frontera le permitieron cruzar mostrando únicamente la tarjeta de crédito y  King dio su discurso y servicio religioso en una abarrotada iglesia del Berlín comunista llena de ateos y gente no religiosa.

«Somos conscientes de que estamos en Berlín y que la mayoría de la gente no es religiosa, incluso es atea. En torno al 65-70%. Los tres juntos [cristianismo, judaísmo e islam] seguimos siendo una minoría en la ciudad», señala Örs. «Martin Luther King dijo que todos vivimos en una casa mundial y House of One no es solo una casa para la gente que cree en un dios, sino una casa para todo el mundo, una casa sobre el mundo que compartimos», añade.

Hirsch, representando la parte judía, aclara: «Nos tiene que importar la verdad del otro. No hay una sola verdad y tenemos que dar espacio a otras verdades. Hay que aceptar que no estamos solos». Örs le interrumpe para reforzar su argumento: «La verdad que no da espacio a la verdad del otro no puede ser legítima. El mundo sería un sitio en el que no podríamos vivir en paz. Hay que alabar las diferencias».

El principal miedo de los críticos al proyecto es un sincretismo que acabe mezclando todas las religiones, pero desde House of One han tratado este asunto con especial cuidado. «Nos importan las diferencias, no queremos reducirlas, sino aprender de ellas. Hay una falta de conocimiento entre nosotros ¿Por qué hay antisemitismo? ¿Por qué odiamos a los musulmanes?», se pregunta Hirsch. Aunque House of One solo tendrá una entrada por donde pasará todo el mundo, se compone de una sala principal o salón, que será el punto de encuentro, y tres salas diferentes que servirán de mezquita, sinagoga e iglesia respectivamente.

Maqueta del templo proyectado. Imagen de House of One

Conscientes de que las divisiones no se dan únicamente entre religiones, sino también dentro de las mismas, las salas están diseñadas para que todas las congregaciones de cada religión puedan sentir suyo el templo. «Nuestra mezquita no es solo una mezquita suní, sino también chií», indica Örs. «Hace unos días, por ejemplo, recibimos a una delegación chií de Irán y nuestro objetivo es que ellos también se sientan cómodos aquí».

Por su parte, Timm, cristiano, explica: «Estamos en buen contacto con el obispo protestante, que está muy abierto a nosotros. El católico también está abierto, pero está esperando un poco más para definir su posición. Estamos dando la posibilidad a estas congregaciones a hacer suyas las salas sagradas». Örs aclara: «El reto es hacer visible la diversidad dentro de nuestras propias tradiciones».

Aunque físicamente House of One todavía no existe, a principios de 2018 construyeron un pequeño pabellón en donde se levantará el templo para iniciar sus actividades de entendimiento común. Allí imparten clases escolares una vez a la semana, dan conferencias, hacen rezos conjuntos (uno detrás de otro y sin mezclar servicios), conciertos e incluso talleres de meditación, que es «algo neutro, simplemente espiritual», explica el imam.

House of One ha recibido donaciones privadas procedentes de más de 60 países por todo el mundo. Además, el Gobierno alemán ha fijado en sus nuevos presupuestos una partida de 10 millones para la construcción del templo. En la era de la confrontación, ellos llevan años apostando por el diálogo interreligioso, pero ya necesitaban su propio espacio en el que por fin desaparezcan los conceptos «invitado» y «anfitrión».

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