Por Marco Siragusa para East Journal

El final del año está resultando bastante complicado para el gobierno albanés, lidiando con una protesta estudiantil con muy alta participación. Desde el 4 de diciembre se han realizado diariamente demostraciones de estudiantes universitarios y de secundaria. El número de manifestantes ha crecido constantemente, así como la tensión con la policía.

A pesar del llamamiento para evitar incidentes, el lunes 17 de diciembre, un grupo de manifestantes intentó romper el cordón de seguridad de la oficina del primer ministro, provocando la reacción de los agentes policiales.

Los motivos de la protesta

La protesta está dirigida contra un sistema universitario profundamente discriminatorio y que no se adapta a las necesidades de los jóvenes albaneses.

En mayo pasado, el gobierno decidió aplicar un impuesto de 670 lek (aproximadamente 5 euros) por crédito relacionado con exámenes no aprobados o aplazados para años posteriores al previsto por el plan de estudio, por un costo promedio de aproximadamente 35 – 40 € por examen. Una cifra importante si consideramos el ingreso medio de la población, menos de 400 euros al mes.

La opción del gobierno ha exacerbado un clima ya caldeado, especialmente después de la implementación de la reforma de 2015. Entre otras cosas, la reforma ofreció la posibilidad de que las instituciones privadas se declararan «universidades privadas independientes», compitiendo así por la distribución de subsidios públicos.

Así, la introducción del nuevo «impuesto sobre los créditos» se percibió como la enésima medida discriminatoria contra los estudiantes, obligados, a su vez, a hacer frente al aumento de las tasas de matrícula establecidas por algunas universidades debido a la escasa financiación pública.

En ese contexto, no es difícil comprender cómo las dificultades para acceder a la educación universitaria se encuentran entre las principales causas que empujan al 79% de los jóvenes albaneses a abandonar el país, según un estudio realizado por la empresa ‘Gallup’.

Inicialmente, las protestas se dirigieron contra la aplicación del nuevo impuesto y la corrupción generalizada entre los docentes. Sin embargo, con el paso de los días, el movimiento ha ampliado sus reclamos al redactar una larga lista de demandas.

Éstas se refieren principalmente al aumento en el gasto educativo al 5% del PIB, frente al 3,3% actual; a la reducción del 50% en las tasas de matrícula; a la mejora de instalaciones universitarias como bibliotecas y residencias estudiantiles y una mayor representación de los estudiantes en los órganos decisorios.

La protesta estudiantil, por lo tanto, no apunta solamente a las medidas del gobierno actual, sino que es una crítica a toda la clase dominante que ha liderado al país en la transición poscomunista y la poca consideración que ha mostrado hacia los jóvenes y su formación. Si bien los niños de esta clase dominante tienen la posibilidad de estudiar en el extranjero o en los mejores institutos nacionales, los de la clase media deben conformarse con una educación pública deficiente que no les ofrece perspectivas de trabajo adecuadas.

Reacciones politicas

Al principio, el gobierno había subestimado la escala de las manifestaciones, pero ya después del segundo día de protestas, la Ministra de Educación Lindita Nikolla acordó retirar la norma del «impuesto sobre el crédito».

A través de su perfil de Facebook, el Primer Ministro Edi Rama dijo que estaba dispuesto a reunirse con una representación estudiantil para resolver el problema en una mesa de diálogo. Preocupados de que ésto pudiera debilitar su protesta, los estudiantes rechazaron la propuesta y pidieron que se aceptaran sus demandas sin mediación alguna.

Además, el 13 de diciembre, el presidente de la República Ilir Meta envió al parlamento la ley para la aprobación del presupuesto anual del Estado. En un comunicado de prensa publicado por la Oficina de la Presidencia, se afirma que «la causa del rechazo del decreto es la protesta de los estudiantes, que han solicitado expresamente un aumento en el presupuesto asignado a educación» y que sus demandas se han considerado «justas, legítimas y factibles por la política».

El líder de la oposición, Lulzim Basha, también expresó su «apoyo indiscutible» a las protestas estudiantiles al afirmar que son de «naturaleza política», que «el Partido Demócrata apoya las protestas en todas sus formas y modalidades, y que por supuesto estamos allí con el cuerpo, el alma y la mente».

El movimiento está experimentando un claro intento por parte de las formaciones políticas de cooptar la protesta, pero hasta el momento los estudiantes parecen mantenerse alejados de ambos lados al continuar enfatizando su autonomía y presentar el movimiento como no político. Si bien esto puede garantizar su independencia, por otro lado, podría debilitar su lucha con el riesgo de aislarse de un descontento generalizado contra la corrupción y la ausencia de perspectivas a futuro.

En las próximas semanas estará más claro si la movilización logrará unirse a  otros sectores de la sociedad en una oposición amplia al gobierno o si, por el contrario, seguirá estando limitada al mundo de la educación sin cuestionar la existencia del ejecutivo dirigido por Rama.

El artículo original se puede leer aquí