Por Raúl López Téllez

El mitin convocado por el CNH en Tlatelolco inicia a las 15:30 horas, con una asistencia calculada en 15 mil personas, donde además de estudiantes participan ferrocarrileros, electricistas, comerciantes y periodistas nacionales y extranjeros.

A las 18:10 horas, un helicóptero que sobrevuela la Plaza de las Tres Culturas, arroja una luz de bengala, a partir de lo cual el ejército dispara contra la multitud y bloquea todos los accesos a la plaza. El tiroteo prosigue hasta las 01:00 horas del día siguiente, mientras varios edificios son cateados y tomados por el ejército, además de ser detenido varios líderes del CNH que se afirma han sido transportados al Campo Militar 1, mientras las versiones previas estiman en 5 mil soldados armados con metralletas y otras armas de alto poder, los participantes en el operativo contra los participantes en el mitin, además de elementos vestidos de civil como los que –se supo después- integraron el Batallón Olimpia, encargado directo de controlar y asegurar la detención de los líderes estudiantiles, identificados con un guante o lienzo blanco.

“De uno de los helicópteros cayó una bengala verde que siguió ardiendo en el suelo. Alrededor de la bengala, como si hubiera sido una piedra en el agua, se creó una ola que retrocedía hacia los extremos de la plaza. Cayó otra bengala, ésta era roja. A mi lado Sócrates tomó el micrófono: ¡No corran, compañeros!, ¡es una provocación! ¡Por favor! Algo más sucedía allá abajo que nosotros no podíamos ver”, reconstruye Luis González de Alba aquella tarde en su novela “Los días y los años”.

Del clima previo, la mañana de ese día, Gilberto Guevara Niebla recuerda que “la mañana del 2 de octubre, Luis González de Alba, Anselmo Muñoz y yo nos dirigimos a la ESIME en donde sesionaba el CNH después de asistir a la reunión en casa del rector. En el trayecto advertimos que el ejército impedía el acceso al Caso de santo Tomás. Esta situación llevó al CNH a la decisión de suspender la manifestación al Casco y reducir todo a un mitin en Tlatelolco. En esa asamblea, Ayax Segura propuso que el movimiento pasara a organizarse militarmente, cosa que fue desaprobada totalmente” (Nexos, número 121, enero de 1988).

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