Está ubicado en las colinas que miran hacia al mar interior de Chiloé, en el Parque Municipal de Castro, a 15 minutos del centro de la ciudad.

Para los que no le conocemos es una sorpresa arribar a este espacio tan ajeno al ruido urbano y con amables personas que salen a nuestro encuentro. Gabriel Bulnes, encargado de la casa de residencia de los artistas, me orienta. La escultora Lorena Olivares, cuya obra inspirada en las varas entrelazadas de los cercos chilotes, no detiene su trabajo mientras conversamos de la energía creadora.

El sol está radiante después de una semana de lluvia, nubes blancas y algodonosas surcan veloces el cielo.

Eduardo Feuerhake, arquitecto y director fundador del museo, cuenta a Pressenza que la idea nace por la necesidad de un espacio que acogiese las obras contemporáneas de los artistas independientes que después de expuestas morían abandonadas en alguna bodega, de eso hace 30 años y 28 desde que el municipio les hace entrega de un galpón abandonado, construído originalmente como sede comunitaría en los años 70, en el Parque Municipal de Castro. Un grupo de amigos, artistas y colaboradores, sin ayuda estatal alguna, lo transforma en lo que ahora es el MAMChiloé.

Al galpón original, que evoca las manos de constructores de barcos e iglesias, se han anexado otras instalaciones. Recorrí, inmersa en un fragante olor a madera , la exposición con la que el museo celebra el mes de la fotografía, donde obras de grandes artistas como Paz Errázuriz nos hacen reflexionar acerca de la memoria, aquella personal y la colectiva.

Las fotos son de Dalia Chui S.