Hoy se conmemora el 73º aniversario del bombardeo de Hiroshima, el cual, con el bombardeo de Nagasaki tres días después, causó la muerte inmediata de más de 200.000 personas y la subsiguiente muerte de decenas de miles más. Cada año, la ciudad de Hiroshima conmemora a las víctimas y hace un llamamiento a la paz y a la eliminación de las armas nucleares. Pressenza reproduce a continuación la declaración de este año.

Es un lunes por la mañana, como hoy, hace 73 años. Con el sol de verano ya brillando, Hiroshima comienza otro día. Por favor, escucha lo que te digo a continuación como si tú y tus seres queridos estuvieran allí. A las 8:15 aparece un destello enceguecedor. Una bola de fuego de más de un millón de grados centígrados libera radiación intensa, calor, y luego, una explosión tremenda. Debajo de la nube de hongo, vidas inocentes se extinguen mientras la ciudad es destruida: «¡Tengo tanto calor! ¡Me está matando!» Desde las casas derrumbadas, los niños chillan llamando a sus madres.

«¡Agua! ¡Por favor, agua!» vienen lamentos y gemidos desde el borde de la muerte. En el asqueroso hedor de la gente quemada, las víctimas deambulan como fantasmas, con la carne pelada y roja. Lluvia negra cayó a su alrededor. Las escenas del infierno arden en sus memorias y la radiación devorando sus mentes y cuerpos son aún ahora fuentes de dolor para los hibakusha que sobreviven.

Hoy, que quedan más de 14.000 ojivas nucleares, es cada vez más probable que lo que vimos en Hiroshima después de la explosión de ese día vuelva a sumir a la gente en la agonía, por intención o por accidente.

Los hibakusha, basados en su conocimiento íntimo del terror a las armas nucleares, están haciendo sonar una alarma contra la tentación de poseerlas. Año tras año, a medida que el número de hibakusha disminuye, escucharlos se vuelve cada vez más crucial. Un hibakusha que tenía 20 años dice: «Si se utilizan armas nucleares, todos los seres vivos serán aniquilados. Nuestra hermosa Tierra quedará en ruinas. Los líderes mundiales deben reunirse en las ciudades bombardeadas con bombas atómicas, enfrentarse a nuestra tragedia y, como mínimo, establecer un curso hacia la liberación de las armas nucleares. Quiero que los seres humanos se conviertan en buenos administradores de la creación capaces de abolir las armas nucleares». Les pide a los líderes mundiales que centren su razón y su perspicacia en la abolición de las armas nucleares para que podamos atesorar la vida y evitar la destrucción de la Tierra.

El año pasado, el Premio Nobel de la Paz fue a ICAN, una organización que contribuyó a la formación del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares. Así, el espíritu de los hibakusha se está extendiendo por todo el mundo. Por el otro lado, algunos países proclaman abiertamente el nacionalismo egocéntrico y modernizan sus arsenales nucleares, reavivando tensiones que se habían atenuado con el fin de la Guerra Fría.

Otro hibakusha que tenía 20 años hace este llamamiento: «Espero que no vuelva a ocurrir una tragedia así. Nunca debemos permitir que la nuestra se desvanezca en el pasado olvidado. Espero desde el fondo de mi corazón que la humanidad aplique nuestra prudencia para hacer que toda nuestra Tierra sea pacífica». Si la familia humana olvida la historia o deja de confrontarla, podríamos volver a cometer un terrible error. Precisamente por eso debemos seguir hablando de Hiroshima. Los esfuerzos para eliminar las armas nucleares deben continuar sobre la base de acciones inteligentes por parte de los líderes de todo el mundo.

La disuasión nuclear y los paraguas nucleares hacen alarde del poder destructivo de las armas nucleares y tratan de mantener el orden internacional generando temor en los países rivales. Este enfoque para garantizar la seguridad a largo plazo es inherentemente inestable y extremadamente peligroso. Los líderes mundiales deben tener esta realidad grabada en sus corazones mientras negocian de buena fe la eliminación de los arsenales nucleares, lo cual es una obligación legal bajo el Tratado de No Proliferación Nuclear. Además, deben esforzarse por hacer del Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares un hito en el camino hacia un mundo libre de armas nucleares.

En la sociedad civil esperamos fervientemente que el alivio de las tensiones en la península de Corea se lleve a cabo mediante un diálogo pacífico. Para que los dirigentes adopten medidas valientes, la sociedad civil debe respetar la diversidad, fomentar la confianza mutua y hacer de la abolición de las armas nucleares un valor compartido por toda la humanidad. Alcaldes por la Paz, que ahora cuenta con más de 7.600 ciudades miembros en todo el mundo, se centrará en la creación de ese entorno.

Pido al gobierno japonés que manifieste el magnífico pacifismo de la Constitución japonesa en el movimiento hacia la entrada en vigor del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, desempeñando el papel que le corresponde, guiando a la comunidad internacional hacia el diálogo y la cooperación para un mundo sin armas nucleares. Además, por la presente exijo una ampliación de las zonas de lluvia negra, junto con una mayor preocupación y una mejor asistencia para las muchas personas que sufren los efectos mentales y físicos de la radiación, especialmente los hibakusha, cuya edad media ya supera los 82 años.

Hoy renovamos nuestro compromiso y ofrecemos un sincero consuelo a las almas de todas las víctimas de las bombas atómicas. Junto con Nagasaki, la otra ciudad bombardeada con bombas atómicas, y con gran parte de la población mundial, Hiroshima se compromete a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para lograr una paz mundial duradera y la abolición de las armas nucleares.

6 de agosto de 2018

MATSUI Kazumi

Alcalde

Ciudad de Hiroshima

 

Traducido del inglés por María Cristina Sánchez