Por Amanda Daloisio

El 4 de abril de 2018, siete activistas entraron a la Base Naval de Submarinos de Kings Bay en St. Mary’s, Georgia. Su destino incluía el edificio de la Administración de la Instalación de Armas Estratégicas del Atlántico, los búnkeres de almacenamiento de armas nucleares y el monumental Trident D5. En cada lugar usaron martillos comunes y derramaron su propia sangre, resaltando dramáticamente la destrucción inherente a la planificación, creación y uso de armas nucleares y nuestra desesperada necesidad de desmantelarlas. Como Martha Hennessy ha escrito desde entonces, «Caminamos hacia una base militar que alberga la destrucción final y oramos por el poder de un mensaje, de un testimonio que pudiera llegar a muchos oídos; conversión del libre albedrío hacia el trabajo que da vida y lejos de la muerte». Llamándose a sí mismos los Plowshares(*) de Kings Bay, se han convertido en la última de más de cien acciones similares que se han llevado a cabo en los últimos treinta y ocho años.

Inaugurada en 1979, la Base Naval de Kings Bay es la base de submarinos nucleares más grande del mundo y alberga seis misiles balísticos y dos submarinos de misiles teledirigidos. El activista Mark Colville escribió desde la cárcel: «La capacidad destructiva de los misiles D-5 instalados en los seis submarinos Trident que tienen su puerto de origen en Kings Bay es suficiente para matar a más de seis mil millones de personas». (Ver nukewatchinfo.org). Así que fue en este sitio donde se reunieron para actuar, para llamar la atención de una sociedad despreocupada sobre las consecuencias reales de esta parte del arsenal nuclear estadounidense. Como Liz McAlister explicó: «Actuamos para exponer esta criminalidad y retirar nuestro consentimiento para participar en la criminal producción y el mantenimiento de armas nucleares».

La primera acción de Plowshares ocurrió el 9 de septiembre de 1980, cuando ocho activistas fueron a la División de Reingreso de General Electric en King of Prussia, Pennsylvania. Entonces, y hoy en día, los activistas de Plowshares hacen el llamado bíblico de Isaías: «Convertirán sus espadas en rejas de arado (plowshares) y sus lanzas en ganchos de poda; nación no alzará espada contra nación, ni aprenderán más la guerra». Los martillos son utilizados para desmantelar nuestras armas de guerra, pero también para recordarnos todo lo que somos capaces de construir para el bien común. La sangre se vierte para traer a casa la sangre derramada en todo el mundo por nuestra constante sed de guerra. Los siete lo explicaron escribiendo «Amaos unos a otros en la tierra», un recordatorio de que el llamado de Dios a nosotros es el de la justicia y la construcción de la paz. Liz McAlister escribe: «Pero, sobre todo, venimos con nuestras voces y nuestras vidas. Alzamos nuestras voces en un grito para desmantelar las armas -todas ellas- y arriesgamos la vida, la integridad física y nuestras futuras esperanzas para hacer esta petición: Desmantelen las Armas».

Reflexionando sobre el cincuentenario del asesinato del Dr. Martin Luther King, Jr., en sus declaraciones se lee: «El Dr. King dijo: ‘El mayor proveedor de violencia en el mundo (hoy) es mi propio gobierno’. Esto sigue siendo cierto en medio de nuestra interminable guerra contra el terror. Estados Unidos ha adoptado una economía de guerra permanente. La ‘paz a través de la fuerza’ es una mentira peligrosa en un mundo que incluye armas de destrucción masiva en estado de alerta. Las armas de un Trident tienen la capacidad de acabar con la vida tal y como la conocemos en el planeta Tierra. Las armas nucleares matan todos los días a través de nuestra minería, producción, pruebas, almacenamiento y vertido, principalmente en tierra indígena. Este sistema de armas es una pistola, a la que se le ha levantado el seguro, sostenida en la cabeza del planeta.»

Los siete activistas son Mark Colville de New Haven, Connecticut; Clare Grady de Ithaca, Nueva York; Martha Hennessy de Springfield, Vermont; P. Steve Kelly, SJ de Oakland, California; Liz McAlister de Baltimore, Maryland; Patrick O’Neill de Garner, Carolina del Norte y Carmen Trotta de Nueva York, Nueva York. Escribe Clare Grady, «Invitamos a otros que han sido privilegiados por estos sistemas [refiriéndose a la triada de racismo, materialismo y militarismo del Dr. King] a unirse a nosotros para retirar el consentimiento de su función y propósito mortal. Vivimos con la esperanza de un mundo libre de armas nucleares y descolonizado».

Para información actualizada y soporte: www.kingsbayplowshares7.org

(*) Movimiento anti armas nucleares y cristiano. Su nombre está tomado de un texto de Isaías.

Traducido del inglés por María Cristina Sánchez