Sergio Mattarella siervo de potencias fuertes, propenso a los intereses de las finanzas internacionales, ejecutor de los mercados globales, obediente a los dictados europeos, enemigo de la soberanía popular, traidor de la democracia, monarca inconstitucional, etc…

Así, el Presidente de la República fue «juzgado» por su negativa a nombrar a Paolo Savona Ministro de Economía.

Y ahora que la Liga y el M5S han decidido proponer otro nombre como Ministro de Economía, ¿qué decir de estas dos fuerzas políticas? ¿Son válidas las mismas «sentencias» expresadas sobre Mattarella?

Sólo hay dos casos posibles: o bien se está propagando una epidemia que esclaviza a todo el mundo, o bien hay muchas personas que deben disculparse ante el Presidente de la República, que ha actuado de acuerdo con las prerrogativas previstas en la Constitución, por muy cuestionable que sea su elección.

En consecuencia, resulta imposible sostener que Mattarella sea «servidor» y que quien está en el gobierno sea «libre» respecto a los intereses de los mercados y de las finanzas internacionales, ya que esto sería una violación de la lógica, del principio de no contradicción y del silogismo aristotélico.

El gobierno amarillo-verde ha renacido de las cenizas como el árabe fénix. Han trasladado a Savona de la economía a las políticas de la Unión Europea, de hecho, de acuerdo con Mattarella. Así que tuvimos cuatro días de fuerte conflicto institucional para nada. Al contrario, a un costo: se han «quemado» bastantes miles de millones de euros debido a la subida de los tipos de interés de la deuda pública, por no hablar de la capitalización de las empresas que cotizan en bolsa.

Políticamente, de la mañana a la noche, pasamos del juicio político a la colaboración institucional. El poder de las encuestas y el miedo a perder el escaño recién ganado en el Parlamento. Los dos jóvenes líderes del M5S y de la Liga demostraron ser dos amateurs en la paliza, hasta el punto de que Mattarella parecía un viejo zorro, sin serlo.

La próxima vez, por favor, infórmennos primero: dígannos de inmediato que esto no es algo serio. Entonces no perderemos tiempo discutiendo sin razón la constitucionalidad de la nulidad de facto.