Michael Arntfield, Western University para The Conversation

Al igual que otros canadienses, me horroricé al enterarme del ataque con una furgoneta a lo largo de la famosa calle Yonge de Toronto esta semana. Luchando de entender las razones, mi primera pregunta fue: «¿Por qué?»

Al parecer, el ataque fue posiblemente la perturbadora repetición de una masacre similar, que tuvo como objetivo principal mujeres y hombres «sexualmente activos» en la comunidad de Isla Vista, California, en mayo de 2014.

Facebook ha confirmado la existencia de un mensaje final previo al ataque del sospechoso con una furgoneta en Toronto y este incluía un saludo a Elliot Rodger. El desquiciado misógino estadounidense publicó su manifiesto lamentándose de su involuntario celibato antes de su tiroteo y conducción temeraria que mató a seis personas en Isla Vista.

Escribí sobre este, y un caso anterior menos conocido de George Sodini en Pennsylvania en 2009, en mi reciente libro, Murder in Plain English, y los indicios que no se tomaron en cuenta sobre Rodger en particular.
Al parecer, Rodger se ha convertido ahora, en un giro inquietante, en el mártir de una subcultura «incel» (abreviatura en inglés de celibato involuntario) más grande. Se disparó y mató en su BMW después de chocar con un automóvil estacionado durante su ataque.

El caso de Toronto, como sabemos, terminó de manera diferente. El agente Ken Lam fue capturado en un video de teléfono celular arrestando al sospechoso del ataque en furgoneta y sin disparar un solo tiro.

Esto a pesar de haber sacado su arma, mientras que el sospechoso imitaba tener una pistola propia.

De hecho, el sospechoso también anunció que tenía un arma mientras realizaba lo que parecía ser un movimiento rápido bien ensayado que involucraba un dispositivo móvil hecho para parecer una pistola, todo para que el oficial lo disparara y lo matara.

Es lo que a menudo se llama «suicidio por el policía» y es el final preferido entre algunos de los delincuentes odiosos y cobardes que existen, incluidos los terroristas “lobo-solitario”.

Centrándose en el motivo

Pero el asombroso control de Lam ha permitido a los medios enfocarse en el verdadero significado subyacente de esta horrorosa masacre, el motivo que nadie vio venir, pero con una serie de antecedentes perturbadores a los que todos debemos prestar atención.

Si bien en los últimos tiempos se ha producido un movimiento para omitir cualquier referencia al nombre o la imagen de los asesinos en masa al informar sobre estos eventos, «incel» requiere una conversación porque representa solo el último movimiento en línea que atiende a los trastornados y aislados.

Incel ahora ha declarado al sospechoso en el ataque van de Toronto, Alek Minassian, como propio.

Los devotos de este movimiento incluyen a aquellos que sufren lo que se conoce como trastorno esquizoide de la personalidad. Los detalles biográficos que surgen sobre el sospechoso del ataque en furgoneta en Toronto pueden ajustarse a algunos síntomas de este trastorno.

Si bien suena a esquizofrenia, no lo es. De hecho, a diferencia de la esquizofrenia, los esquizoides saben exactamente lo que están haciendo. Podría describirse como lo más cercano a la misantropía clínica, un odio visceral hacia las personas.

También es un trastorno de personalidad, no una enfermedad como tal; de hecho, es muy raro en entornos clínicos o en poblaciones que padecen enfermedades mentales.

Señales de alerta sobre el trastorno esquizoide

La última edición del DSM-5, el texto crucial sobre los trastornos de la personalidad, revela, junto con una revisión de la literatura sobre las personas con trastorno esquizoide implicadas en los tiroteos escolares, algunos de los rasgos característicos de las personas que padecen de este desorden y las señales de alerta:

-Desinterés en actividades grupales o sociales.

-Solitario por naturaleza, en parte debido a una arrogancia predominante, odio contra el mundo y expectativa de privilegio.

-Disfruta de pocas actividades, generalmente solemnes e inactivas.

-Un afecto apagado y frío, junto con la indiferencia a la alabanza o la crítica.

-Inicio tardío de experiencias de vida formativas o ritos de iniciación, como educación, obtención de una licencia de conducir o trabajo e intimidad.

Pero, aunque la persona con trastorno esquizoide es generalmente reacio a la actividad sexual, vemos una preocupación por el sexo en varios casos dignos de mención. La cosificación de las mujeres, la incapacidad de distinguir entre el sexo y la intimidad real y la fijación de la fantasía en ausencia de experiencias de la vida real pueden ser un cóctel peligroso que alimenta fantasías nuevas y más violentas.

Este es especialmente el caso cuando, por razones que no se comprenden completamente, el esquizoide también exhibe tendencias psicopáticas.

Muchos esquizoides terminan relegados a los sótanos de sus padres y alimentan su odio como “trolls” o provocadores de comentarios maliciosos en YouTube. Estos trolls, de manera inconsciente, pudieron haber influido, al menos en parte, en la decisión del agente Lam de no apretar el gatillo, que bien hubiese podido terminar en un tiroteo justificable ese día. Otros desatan su ira en el mundo real.

El lado obscuro de Internet

Con la última voluntad y el testamento de Elliot Rodger publicados en YouTube antes de su masacre como un llamado a la acción, y su anterior manifiesto, My Twisted World, como su guión, parece que “incel” es solo el último rincón oscuro de Internet.

Si ISIL tiene sus soldados del califato, posiblemente estamos viendo la siguiente repetición de lobos solitarios letales en el caso de “incel”.

La tranquila y moderada aprehensión del agente Lam al sospechoso del ataque en furgoneta en Toronto ciertamente puede marcar la primera vez en la historia, donde un asesino de masas supuestamente provisto de un arma mortal fue derribado con un bastón policial.

Pero Lam hizo más que simplemente abstenerse de disparar y usar su bastón expansible con el fin de lograr el arresto mientras reevaluaba la situación.

Si la especulación del grupo “incel” sobre el acusado atacante de Toronto es cierta, el agente nos ha dejado con un sospechoso vivo, que puede ayudarnos a profundizar nuestra comprensión de sus motivos atroces, y tal vez incluso prevenir futuros delitos en el futuro.

Michael Arntfield, Profesor Asociado de Criminología y Literatura Inglesa, Western University

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Léase el artículo original.

Traducido del inglés por Valeria Paredes