La idea de que Gran Bretaña participará en una acción militar contra Siria sin investigar las pruebas ni celebrar una votación parlamentaria es realmente preocupante. Sin la autorización del Consejo de Seguridad, cualquier acción de ese tipo es ilegal, en cualquier caso.

Publicado originalmente por Craig Murray en su post, 11 abr, 2018

El ataque de los medios de comunicación ha superado el ataque de Salisbury con un «arma de destrucción masiva» (citando a Theresa May) la cual solo podía ser rusa, excepto que era falsa, y era extremadamente mortal, excepto que también era falso. Ahora se centra en un ataque con armas químicas en Douma el cual «solo podría ser» por el régimen respaldado por Rusia de Assad, salvo que tampoco hay pruebas de ello, y de hecho no existen pruebas neutrales verificadas de Douma. Se supone que la combinación de los dos eventos tiene a la población británica avivada por el jingoísmo, y de hecho tiene a Tony Blair y a varios Tories listos para atacar a Siria y potencialmente entrar en conflicto con Rusia en Siria. El ataque «ruso» en Salisbury se supone que niega el argumento de «no es nuestra guerra», particularmente porque un policía británico estuvo enfermo durante un tiempo. Precisamente lo que significa negar el argumento de «por qué estamos entrando en una confrontación armada con una potencia nuclear», no lo sé. Arabia Saudí naturalmente ha ofrecido instalaciones para apoyar al Reino Unido, EE. UU. y Francia en su intento de cambiar la marea militar en Siria a favor de los yihadistas patrocinados por Arabia Saudí a los que Assad había estado a punto de derrotar. Que los incidentes de Skripal y Douma fueran precedidos por una actividad diplomática extremadamente intensa entre Arabia Saudí, Washington, París y Londres este año, con múltiples visitas de alto nivel entre las capitales, se supone que es una coincidencia.

No soy fan de Assad más de lo que era fan de Saddam Hussein. Pero el público ahora entiende que las guerras por el cambio de régimen en tierras musulmanas tienen efectos desastrosos en los adultos y niños muertos y mutilados y en la infraestructura destruida; nuestros ataques desatan enormes oleadas de refugiados y directamente causan ataques terroristas aquí en casa. Un ataque militar contra Siria no tiene otro propósito que intentar ayudar a los yihadistas a derrocar a Assad. Hay una negligencia insensata por las evidencias basadas en los pretextos para todo esto. De hecho, cuanto más se examinan las pruebas, más dudosas parecen. Por último, existe una enorme diferencia entre la narrativa de los principales medios de comunicación en torno a estos eventos y un público profundamente escéptico, como se muestra en los medios sociales y en las secciones de comentarios de los sitios web de los medios corporativos.

La idea de que Gran Bretaña participará en una acción militar contra Siria sin investigar las pruebas ni celebrar una votación parlamentaria es realmente preocupante. Sin la autorización del Consejo de Seguridad, cualquier acción de ese tipo es ilegal, en cualquier caso. Vale la pena señalar que los numerosos comentaristas que intentan presentar el veto de Rusia a una resolución de Siria como inválida no observan que la semana pasada, en dos votaciones separadas de 14 contra 1, los Estados Unidos vetaron las resoluciones del Consejo de Seguridad que condenaban los asesinatos israelíes de manifestantes desarmados en Gaza.

La lección que los neoconservadores aprendieron de la guerra de Irak no es que fue desastrosa. Solo fue desastroso para los iraquíes muertos y mutilados, para nuestros propios soldados muertos y mutilados, y para aquellos cuyo país volvió al medievalismo. Fue un gran éxito para los neoconservadores, que ganaron mucho dinero en armamento y petróleo. La lección que aprendieron los neoconservadores fue no dar a la población occidental tiempo para montar y organizar la oposición. De ahí que la destrucción de Libia se basara en una narrativa totalmente falsa de «tenemos 48 horas para impedir la masacre de la población de Bengasi». Del mismo modo, esta última «crisis» orquestada está siendo seguida hasta la acción militar a un ritmo vertiginoso, a medida que los cuatro jinetes pasan por allí, desbaratando la razón y la justicia en el camino.

Traducido del inglés por María Cristina Sánchez Carrillo