Desde hace algunos años he visto florecer en Santiago ejercicios de memoria colectiva: carnavales, caminatas, vecinos, fondos culturales y municipales apoyan estas iniciativas porque los antiguos barrios de la capital están desapareciendo sin dejar huella en la historia de la ciudad. El ejercicio de este domingo era parecido pero no igual: el colectivo La Cañadilla con el patrocinio de la Corporación de Cultura y Patrimonio de Independencia y el fondo regional investiga la historia siniestra de la dictadura militar 1973-1990 en la comuna, tres profesores de historia, una diseñadora, un trencito, dos ciclistas que nos escoltan, una mañana de domingo muy soleada y vecinos venidos de todas las comunas de Santiago durante una hora y en silencio recorremos las casas de tortura y muerte, fábricas y sindicalistas desaparecidos, liceos, hospitales y comisarías que nos hablan de la historia oculta de la comuna. Es un ejercicio doloroso y llama la atención que algunas de esas casas estén habitadas actualmente, ciertas placas conmemorativas han desaparecido y también unas direcciones hayan cambiado su número. El Cuartel Borgoño estuvo a punto de ser demolido de no ser por un grupo de personas vinculadas a derechos humanos que lo rescataron y hoy trabajan para su recuperación como sitio de memoria, tarea difícil pero no imposible. Estoy pensando en este viaje, que hace algunos años habría sido, quizás, impensado.
El foto-reportaje y el texto son de Dalia Chiu: