Han sido siete días de activismo intenso para las más de 450 personas que han recorrido el estado español desde Euskadi, Cataluña, País Valenciano, Castilla León, Castilla la Mancha, Asturias, Cantabria, Navarra, Andalucía,  Ceuta y Melilla, siendo Madrid el punto de confluencia y el lugar donde  se iniciaron los actos delante  del Congreso de los Diputados.

Con la lectura de un manifiesto y tras organizar una cadena humana por las calles de la capital, ponían rumbo hacia Melilla, haciendo escala en  Sevilla, Algeciras, Tarifa y Málaga, donde los colectivos locales hicieron de anfitriones para recibir a los activistas y conformar acciones conjuntas de protesta.

Lo han hecho delante de los Centros de Internamiento de Emigrantes (CIE) de Algeciras y Tarifa, y del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) en Melilla. Han podido ver a las mujeres y los hombres que transportan bultos de muchos kilos para pasar mercancía en la frontera con Marruecos con el único objetivo de ganar algo de dinero para sustentar a sus familias. Han estado comprobando cómo viven las personas  migrantes, hombres y mujeres, que han conseguido pasar a Europa tras saltar la valla atestada de cuchillas y  que a veces los mutila, o a los subsaharianos que han conseguido entrar a bordo de una patera, tras jugarse la vida en el mar. Las jornadas de convivencia en Melilla con las organizaciones que trabajan sobre el terreno les han permitido conocer todos los problemas que estas personas padecen.

José Palazón, presidente de PRODEIN, les ha puesto al día en el tema de los menores que deambulan por las calles de Melilla buscando una oportunidad para “colarse” en los ferrys que unen Europa y África en busca de un futuro mejor.

La Caravana Frontera Sur volvía al continente para terminar en Almería, donde han visitado los invernaderos en los cuales migrantes y refugiadas, trabajan a destajo por un miserable jornal y en unas condiciones de “esclavitud”, según han denunciado las organizaciones locales.

Una semana que estas personas no olvidaran fácilmente y que algunas ya están pensando en repetir para el año que viene. “No sabemos dónde” -nos cuentan-, “pero vamos a ir a denunciar allí donde las personas no tienen derechos”.