El sábado 4 de marzo, seis días antes de la Marcha de Indígenas en Washington, un grupo de activistas se reunió en frente de la Biblioteca Pública de Nueva York y marchó hasta la Torre Trump para manifestarse en contra del oleoducto Dakota Access y la amenaza que significa para los Sioux de Standing Rock, para sus tierras sagradas y para las aguas.

El día anterior, muchas personas se coordinaron para enviar correos electrónicos y tweets al alcalde de Nueva York Bill de Blasio, pidiéndole que lleve a cabo su compromiso de retirar los fondos de la ciudad del Banco Wells Fargo, por la relación de este banco con el oleoducto.

El 17 de febrero, el alcalde De Blasio declaró que la ciudad de Nueva York apoya a Standing Rock. La construcción del oleoducto no sólo constituiría “una violación de los derechos humanos e indígenas en la Reserva Indígena Standing Rock”, sino que además casi con seguridad tendría consecuencias medioambientales negativas para la tierra y el agua de la zona, y por lo tanto para la salud de las personas que viven ahí.

También declaró que él es una de las personas a cargo de más de 165.000 millones de dólares en activos que están destinados a pagar los beneficios de más de 700.000 trabajadores activos o jubilados de la ciudad de Nueva York. Puede que al alcalde no le resulte fácil cumplir con su compromiso, pero otras ciudades ya han tomado este camino. Seattle, Santa Mónica, Davis y Alameda ya han retirado sus fondos de Wells Fargo o están en proceso de hacerlo.

Traducido del inglés por Emilio Stanton