La OTAN y el Kremlin se enfangan en una guerra de palabras sobre el despliegue de misiles rusos.

Un portavoz de Putin dice que el movimiento de Kaliningrado es solamente para defender la seguridad de Rusia. La OTAN lo haya calificado de «actitud militar».

Por Shaun Walker para The Guardian

La OTAN y el Kremlin han intercambiado acusaciones sobre el despliegue ruso de misiles de última generación en Kaliningrado, su enclave en el mar Báltico. La semana pasada la OTAN acusó a Rusia de haber llevado a cabo una «agresiva postura militar», mientras que Putin defendió que Rusia simplemente estaba respondiendo a la agresión de la OTAN.

La discusión retórica llega justo en el momento en el que Europa espera con inquietud ver cómo afecta la presidencia de Trump en los acuerdos de seguridad del continente.  Trump dijo en una entrevistadurante su campaña que estaría dispuesto a decirle a los aliados de la OTAN «gracias, defiéndete tú mismo» si sentía que no estaban contribuyendo económicamente lo suficiente para la alianza.

La primera ministra de Reino Unido, Theresa May, se reunió con el secretario general de la OTAN, Jems Stoltenberg, para insistirle en que debe persuadir a los países europeos de que cumplan con el compromiso de la OTAN de gastar un 2% de la renta nacional en defensa.

El martes, el Parlamento Europeo votó a favor –con 369 votos a favor y 255 en contra– de un plan encaminado a profundizar la coordinación de defensa entre los estados miembros. En parte esto es una respuesta a las palabras de Donald Trump.

«Nuestra unión no está preparada para hacer frente a aplastantes desafíos defensivos», aseguró el eurodiputado Urmas Paet, el exministro de Exteriores de Estonia, que ha elaborado la resolución. «En gran medida, Europa continua dependiendo de las capacidades de la OTAN y de la solidaridad estadounidense».

Durante su campaña electoral, Trump también dijo que la OTAN estaba obsoleta y sugirió que podía ser posible una alianza militar con Rusia para abordar la guerra en Siria. La idea ha sido recibida con cautela por parte de Moscú y saludada con horror por parte de muchas capitales europeas, particularmente las tres naciones bálticas que comparten frontera con Rusia.

Al parecer, el ejército ruso ha estacionado un sistema de misiles anti barcos en Kaliningrado, una franja de territorio ruso entre Polonia y Lituania.

El senador Viktor Ozerov dijo que Rusia desplegaría sistemas de misiles Iskander y S-400 en Kaliningrado. Dmitry Peskov, portavoz de Putin, ha dicho que ese movimiento de misiles hacia Kaliningrado era una respuesta lógica a las hostilidades de Occidente. «Rusia está haciendo todo lo necesario para asegurar su seguridad ante una expansión de la OTAN hacia sus fronteras. Realmente la alianza supone un bloque agresivo, por lo que Rusia debe hacer todo lo que pueda. Y, en este caso, tiene el derecho soberano de tomar las medidas necesarias a lo largo de todo su territorio».

Peskov se negó a responder si los sistemas ya estaban en el lugar y si iban a estarlo permanentemente. El pasado mes de octubre, Rusia dijo que estaba trasladando los misiles Iskander a ese punto para un ejercicio de entrenamiento.

Desde hace tiempo, Rusia ha expresado su desagrado hacia la idea de un escudo de misiles estadounidense en Europa. El lunes, Putin planteó incluso la posibilidad de que se podrían llevar a cabo ataques aéreos preventivos contra tales infraestructuras.

«Cuando un país se convierte en miembro de la OTAN, es muy difícil soportar la presión ejercida por parte del gran país que la lidera, de EEUU. Y entonces puedes conseguir lo que quieras: escudos de misiles, nuevas bases y, si es necesario, nuevos sistemas de misiles», dijo Putin.

«¿Qué debemos hacer? Bueno, en este caso debemos llevar a cabo una serie de contramedidas. Utilizar nuestros propios sistemas de misiles para golpear a aquellos objetivos que empezaron a amenazarnos. La situación es preocupante», aseguró el presidente ruso durante una entrevista en un documental sobre Ucrania dirigido por Oliver Stone y emitido por la televisión rusa la semana pasada.

Traducido por Cristina Armunia Berges

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