Por Rodolfo Schmal S.

Estupefacto! En Chile se ha tomado conocimiento que la ex esposa de un diputado, actualmente presidente de la Cámara de Diputados, tiene una pensión que supera los 5 millones de pesos mensuales, equivalentes a una cifra superior a los US$ 7,000 al mes.

Llama la atención por tratarse de alguien vinculado a un partido de izquierda, el partido socialista, como por provenir de gendarmería, institución conocida por las bajas rentas de su personal, y porque quienes reciben este nivel de pensiones pueden contarse con los dedos de una mano. A ello cabe agregar que se trata de un país donde los jubilados la están pasando mal, gracias a un sistema previsional de capitalización individual cuyos fondos se mueven al compás de los vaivenes del comportamiento de las bolsas mundiales.

El hecho que existan pensiones privilegiadas en un contexto en que el grueso de los jubilados recibe menos de 300 dólares mensuales, no resiste el más mínimo análisis y genera indignación. Es la gota que rebalsa el vaso, que explica y justifica el rechazo a una clase política que no atina, que en vez de actuar en representación de la gente, parecen hacerlo en representación de poderosas empresas, de sí mismos y de sus familiares y/o cercanos.

No basta la indignación, es necesario ir más allá. Se está ante hechos inadmisibles que atentan contra la convivencia pacífica y los derechos que nos asisten. Mientras desde las alturas nos andan preparando comunicacionalmente para ver reducidos los ingresos de los jubilados, por una mayor esperanza de vida que obligaría a prorratear en más tiempo los fondos acumulados, no podemos seguir en una suerte de actitud contemplativa, de resignación a la espera de nuestro último día.

Debemos aprovechar el momento, la circunstancia, para adoptar ciertas definiciones básicas que ordenen, acoten esta sinvergüenzura. Por ley, por Constitución, por simples razones éticas, o por lo que sea, se hace necesario a correlacionar la pensión mínima con una pensión máxima. Esto es, donde esta última no pueda superar en más de 5 veces la pensión mínima. Si la pensión máxima es de 5 millones 200 mil pesos, entonces la pensión mínima no puede ser menor a los 1 millón 40 mil pesos. Si no hay plata para pagar estas pensiones mínimas, pues disminúyase la pensión máxima hasta que alcance. Así de simple!

La expresión jubilado tiene su origen en que se asume que la persona entra a una suerte de estado de “júbilo” luego de una vida de trabajo. En la práctica parece ser lo contrario, donde quien ingresa al estado de “júbilo” no es aquel que ha trabajado de sol a sol toda una vida, sino aquel que ha trampeado. Es hora de poner término a esta desvergonzada realidad.