«Si el consumidor considera que este nivel de precios es alto, deja de consumir». Quien expresó este pensamiento no es un monje budista ni un ermitaño desértico y barbudo ni un fakir ni un gurú zen. Se llama Juan José Aranguren, fue CEO de Shell Argentina durante más de treinta años y en la actualidad ostenta el cargo de Ministro de Energía y Minería de la nación. Como detalle de color, gris oscuro o amarillo, se puede agregar que sigue siendo accionista de la casa central de la empresa petrolera trasnacional sin ponerse colorado.

Los dichos con que se inicia este viaje periodístico literario fueron emitidos a propósito de la cuarta suba en el precio de los combustibles desde enero a la fecha. O sea, bajate del auto, caminá.

La lógica del ceoministro es perfecta. No hace falta recurrir a manuales de economía y finanzas, no es necesario buscar elementos de historia de las ideas políticas ni hacer encuestas o entrevistas. Basta con expandir sus conceptos para organizar nuestra vida futura. Veamos.

Si el precio de la leche es muy alto no alimente a sus niños.

Si el precio del agua es muy alto no tenga sed.

Si el precio del vino es muy alto no brinde.

Si el precio de los libros es muy alto no lea.

Si el precio de la carne es muy alto coma verduras, pero si el precio del tomate y la lechuga es muy alto no se ensalade.

Si el precio de la manzana es muy alto no peque, pero si el precio de los profilácticos es muy alto no tenga sexo.

Si el precio de los medicamentos es muy alto no se enferme.

Si el precio de decir lo que piensa es muy alto no opine.

Si el precio del servicio fúnebre es muy alto no se muera.

Si el precio de las flores es muy alto no seduzca.

Si el precio de los bombones es muy alto no engorde.

Si el precio del aire es muy alto no respire.

Si el precio de un abrazo es muy alto no tenga amigas y amigos.

Si el precio de un cuaderno es muy alto no estudie.

Si el precio de un lápiz es muy alto no escriba.

Si el precio de vivir es muy alto no viva.

Pero si el precio de doblegarse es muy alto «empínese en la honra de la patria que amamos», como dijo Armando y sea ilógico.