De: Joseph Gerson (abolition-caucus email group)

Ayer, él estuvo en Japón, en donde marchó con 2.000 activistas de paz japoneses y Hibakusha, hasta la tumba de Kuboyama Aikichi, el primero de los miembros de la tripulación del “Quinto Dragón afortunado” (“Fifth Lucky Dragon”), quien murió debido a la bomba H, que devastó a la gente del atolón de Rongelap en las islas Marshall.

Amigos, como muchos de ustedes saben, el actual Ministro del Exterior estará en La Haya la semana que viene para los argumentos iniciales ante la CIJ, para desafiar a las potencias nucleares por motivos de incumplimiento de Contrato y la violación de la ley Humanitaria Tradicional.

Pensé que muchos de ustedes apreciarían leer el discurso de Tony, que va a continuación. Por supuesto, el sufrimiento continuo de las muchas pruebas nucleares que los Estados Unidos realizaron en las Islas Marshall, no es lo único que afecta a la población de estas islas. Tony compartió una historia sobre un vuelo reciente de la Isla Tova, que debió ser retrasado debido a las pruebas de misiles realizadas por los Estados Unidos, cuyo objetivo era Kwajalein.

Por la paz, la justicia y la abolición de las armas nucleares.

Joseph.

Observaciones acerca del Día Bravo, Japón, 2016.

Tony de Brum

Actual Ministro de Relaciones Exteriores

Islas Marshall

Me siento honrado de estar aquí con ustedes en esta ocasión muy especial. Primero, deseo ofrecer mis disculpas por no haber cumplido mi promesa de estar con ustedes en los años anteriores, por razones que no estuvieron bajo mi control.

Les traigo saludos de la gente de las Islas Marshall, quienes, como ustedes, comparten su conocimiento sobre los horrores de las armas nucleares y su creciente amenaza para la vida humana, nuestra madre tierra y nuestros niños.

Mientras que nuestra experiencia con las armas nucleares no puede siquiera acercarse a igualar la de nuestras hermanas y hermanos japoneses, nos ha enseñado lecciones de eterno valor, no solo para nosotros mismos, sino para toda la humanidad. Desde la exposición deliberada de los seres humanos a la radiación, hasta el encubrimiento sistemático de los efectos críticos a la salud. Desde experimentación con humanos hasta el reasentamiento prematuro de las poblaciones expuestas y el rechazo de los reclamos a la retención de información crítica para la comprensión del entendimiento básico de la extensión del daño. La historia nuclear de las Islas Marshall ha sido poco menos que un testamento sobre el abuso de los seres humanos, maltrato y marginación hecha por vecinos mucho más poderosos y ambiciosos.

La más importante de estas lecciones solo puede ser que las armas nucleares de cualquier tipo son inmorales e ilegales, y su existencia no puede ser permitida entre seres humanos civilizados. Las armas nucleares no pueden ser justificadas por ningún motivo, incluyendo aquellos que aún escuchamos de los países que afirman que estas armas se requieren para preservar la paz y seguridad del mundo.

Las armas nucleares no tienen conciencia, sentido de discriminación, y no pueden diferenciar entre el bien y el mal. Como toda las armas de destrucción masiva, las armas nucleares no tienen piedad por bebés o niños, no son selectivas como para diferenciar flores de árboles o comida de tierra. Destruyen la vida y causan una devastación que es final, completa, irreversible. Tan solo esto debería ser razón suficiente para su prohibición en la faz de la tierra.

Entre 1946 y 1958, los Estados Unidos condujeron pruebas y experimentos atómicos y termonucleares en las Islas Marshall. La producción acumulada de estas pruebas ha sido descrita por el señor Jon Weisgall, un abogado para las personas del atolón de Bikini, como tener un rendimiento equivalente a «la detonación de 1,6 bombas de Hiroshima cada día, durante doce años. Uno de esos eventos, el lanzamiento en Bravo el primero de marzo de 1954, tuvo la fuerza combinada de 1.000 bombas de Hiroshima. Decir que la experimentación de armas nucleares en las Islas Marshall causó estragos en la comunidad de la isla es un eufemismo insensible y cínico, insultante y dañino para nuestra gente. El programa nuclear de los Estados Unidos en las Islas Marshall infligió dolor y sufrimiento a aquellos que vivieron para ver las pruebas por ellos mismos. Aquellos que todavía están vivos son marshaleses heridos en cuerpo y espíritu, y las futuras generaciones continuarán llevando las cicatrices de este terrible capítulo en la historia de nuestro país.

Hasta este día, los Estados Unidos continúan clasificando información relacionada a las pruebas, aunque hemos pedido repetidamente su liberación. Hasta este día, el conocimiento crítico para nuestro entendimiento de la verdadera extensión del daño nuclear causado a nuestra gente y nuestra patria, se mantiene en secreto por los Estados Unidos. De acuerdo a su gobierno, esta información es retenida del escrutinio público, puesto que es de interés nacional que los secretos nucleares se mantengan en secreto. Incluso después de la revisión por un representante de las Naciones Unidas y recomendaciones muy específicas hechas en su informe, los Estados Unidos permanecen intransigentes en su posición de mantener en secreto sus actividades nucleares en las Islas Marshall.

A menos que, y hasta que el gobierno de los Estados Unidos libere toda la información guardada en secreto, pero que es necesaria para el pleno entendimiento de sus pruebas nucleares en las Islas Marshall, ningún gobierno ni líder que se precie, ninguna legislatura, comisión o grupo científico, puede reclamar como justa y equitativa resolución al desacuerdo nuclear. No puede haber un cierre sin la revelación completa.

Mientras hablamos, más descubrimientos se están haciendo en las Islas Marshall, en donde la degradación medioambiental y la contaminación son directamente atribuidas a las pruebas de armas nucleares que continúan amenazando la salud y el sustento de nuestra gente, y plantean peligros incalculables para la salud, el bienestar de nuestros hijos y las futuras generaciones. En el atolón de Kwajalein, en donde los misiles que entregan armas nucleares son probados, se ha encontrado que la contaminación con metales pesados y otros contaminantes de tierra y agua ha sido tan grave que el consumo de pescado y otros mariscos es peligroso para la vida humana y la salud. No podemos observar esta injusticia en silencio y miedo. No podemos permitir que nuestras futuras generaciones estén heridas de manera permanente a causa de nuestra tímida negación a confrontar y buscar la justicia bajo la ley. No podemos justificar nuestra existencia como líderes y guardianes de nuestra tierra y el patrimonio si no hacemos todo lo que está a nuestro alcance para asegurar que la verdad de la locura nuclear sea expuesta, y que el fin de la locura nuclear sea parte de nuestra agenda global. Solo entonces alcanzaremos la paz verdadera y solo entonces el sacrificio de nuestros antepasados obtendrá el respeto y el honor merecidos.

En tiempos recientes, las Islas Marshall presentaron una demanda judicial en La Corte Internacional de Justicia (CIJ) en contra de las potencias nucleares del mundo, en busca de su conformidad con el artículo VI del Tratado de No Proliferación. Esta acción busca compeler a aquellos países con armas nucleares a comenzar negociaciones inmediatas para desarmar y negociar de buena fe, un acuerdo para la eliminación de las armas nucleares de la tierra. Los alegatos orales serán escuchados en la reunión de La Haya el 7 de Marzo de este año. Estamos confiados en que la justicia prevalecerá y que las potencias nucleares verán su camino claro para cumplir el compromiso que hicieron al firmar el TNP para librar al mundo de las armas nucleares. Debo dejar absolutamente en claro que estas leyes de la CIJ no buscan compensación, ni tampoco buscan señalar o responsabilizar a cualquiera de las potencias nucleares. Nuestras demandas solo buscan involucrar a las potencias nucleares en las negociaciones para el desarme, como se acordó en el TNP.

A nuestros hermanos y hermanas en Japón, la gente de las Islas Marshall está con ustedes en su esfuerzo para detener la propagación de armas nucleares y para prohibir el desarrollo de estas terribles armas que nos amenazan, ya sea en un contexto militar o en un contexto civil para la generación de poder. Mientras estas armas estén alrededor y sean capaces de detonarse en cuestión de segundos, estamos en peligro. Las armas nucleares pueden ser usadas por diseño o por accidente, por planificación militar o por acción de personajes dementes. Mientras éstas existan, hacen a la raza humana un objetivo en el campo de exterminio nuclear. Esto debe terminar, debe detenerse y debemos ser parte del movimiento para restaurar la verdadera paz y armonía en un mundo sin armas nucleares. Es algo que le debemos a aquellos que estuvieron antes que nosotros y también a las futuras generaciones. Es lo menos que podemos hacer por nuestros hijos y por los hijos de sus hijos. Hasta que esto suceda, debemos unirnos en la misión de eliminar las armas nucleares y servir a tal fin hasta que cada aliento de nuestro cuerpo se haya ido.

A todos nuestros amigos, quienes se han reunido hoy con nosotros, les traemos el mensaje de nuestros vecinos marshaleses. La paz esté con ustedes y con sus hermanos y hermanas en Japón, en Polinesia y en cada rincón del mundo.

La nuestra es una causa justa, y deberemos prevalecer.

Traducido al español por: Andrea Espinosa