Dario Ergas presentó la edición italiana de su último libro «La Unidad en la acción». Una larga gira en varias ciudades italianas, con una asistencia de muchas personas y un gran entusiasmo.

Dario, podrías explicar los tópicos de tu libro?

El texto de “La unidad en la acción”, relata la experiencia del encuentro con sí mismo y las consecuencias transformadoras de esa vivencia, para uno y para la sociedad. El encuentro con uno mismo, o el acceso a experiencias reveladoras de la esencia de lo que somos, modifica la estructura de la conciencia hacia estados más lúcidos e inspirados. Esos estados de conciencia, de reconocimiento de sí, del otro y del ser humano, producen  un tipo de acción y de actividad en el mundo que aceleran la propia transformación y la del medio en que nos desenvolvemos.

El impulso trascendente en el ser humano, impulso hacia el futuro infinito, choca contra el muro de la muerte. Esta aparente contradicción confunde a la conciencia y la atrapa en el temor, la violencia y el sufrimiento. El temor la desespera y la conciencia confunde su sentido profundo, con los ensueños o los deseos que la distienden momentáneamente y le proveen satisfacciones provisorias. Se trata de una etapa de la evolución de la conciencia; aspiramos a un cambio y a un salto evolutivo de la estructura mental.

El temor a la muerte despista a la conciencia; en lugar de profundizar en su propósito trascendente, se orienta hacia la afirmación del yo superficial. Esto no solo sucede en la conciencia individual, sino en la sociedad y en la cultura; las civilizaciones, en cuyos orígenes está el reconocimiento de una experiencia humana común, han ya perdido el rumbo y olvidado la experiencia y el proyecto que las fundamentó.

Existe la posibilidad de una renovación espiritual, de contacto con la esencia de sí mismo, que inspire a la conciencia y le de la energía y la fuerza para iniciar un nuevo ciclo civilizatorio de carácter humanista y universal.

Hablas mucho de la necesidad de un cambio esencial: ¿puedes precisar este tema?

Se piensa que el problema de la violencia es un problema de educación, o un problema moral, o de justicia, de mala distribución de los recursos, o que la ciencia resolverá. Todo eso es cierto y es muy importante. Pero no se advierte la raíz mental que tiene la violencia; no se advierte que se requiere un cambio interior en el ser humano y en su sistema de creencias básicas, que no sucederá por decreto moral, por leyes judiciales, o por avances científicos. Mi insistencia en este punto se debe a que, en la planificación de la acción revolucionaria hacia una sociedad libertaria y justa, siento que obviamos este aspecto; se impone la creencia del ser humano-cosa, no intencional, que se lo puede dominar y manipular. Necesitamos un nuevo tipo de revolución que a medida que se desarrolla necesariamente debe cambiar a los individuos que la protagonizan; de lo contrario no será revolución sino repetición. El único modo de acción posible para este tipo de cambio es la noviolencia activa.

En estos tiempos se escuchan interpretaciones del momento actual muy variadas: catastrofistas, pesimistas, autoritarios… Como ves tú el momento histórico?

Estamos viviendo un cambio muy profundo. Una especie de terremoto psicosocial. Todo lo construido en terrenos fangosos, o con materiales no adecuados parece desmoronarse. Pero hay otros fenómenos que toman fuerza y se sostienen y proyectan. Es verdad que el poder se concentra, se afirma y se hace autoritario, incluso dictatorial. Pero eso es signo al mismo tiempo de debilidad. Cuenta cada vez menos con el consenso y pronto no contarán ni con el respeto de las poblaciones. Aparecen nuevos protagonistas en la escena que hasta ahora eran discriminados: las mujeres, la diversidad de género, los inmigrantes de culturas aplastadas, los jóvenes que se salen de todos los moldes del sistema; aparecen comunidades de diverso signo con un sistema de relaciones novedoso, que hacen el vacío al poder y a los valores decadentes. La ciencia está abriendo horizontes insospechados que tiran al suelo las creencias sobre lo externo, lo fijo, lo sólido y lo material. Un nuevo mundo se abre para que la conciencia estructure y proyecte un nuevo ser humano y una sociedad universal. Fortalecer en la propia vida esta dirección impulsando el cambio en uno mismo y en el propio entorno fortalece esa visión de la nueva era que se avecina.

¿Podemos enviar un mensaje de esperanza hacia este mundo?

Un mensaje de esperanza es el que nos transmitió Silo: el cambio humano es posible. Al interior de cada uno se encuentra la experiencia que ilumina la conciencia y la conecta con su sentido. La acción válida es aquella que reconoce al otro ser humano en su dignidad y libertad y se sintetiza en la fórmula: Trata a los demás como quieres que te traten a ti.  Un nuevo proyecto humano se cierne en el horizonte que muestra una futura Nación Humana Universal.