El gobierno colombiano y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) cerraron un acuerdo sobre el penúltimo punto de la agenda de las históricas negociaciones de paz que comenzaron en el año 2012: las víctimas del conflicto. El anuncio oficial se hará en las próximas horas desde La Habana (sede de las negociaciones), donde ayer aterrizaron diez personas que fueron víctimas de la guerra, en representación de todos los que la han sufrido.

No se filtraron detalles del acuerdo, pero se sabe que el documento contiene directrices para garantizar «la verdad, la reparación y la garantía de no repetición» a las víctimas, además de los puntos fijos del sistema de justicia «de transición», que se aplicará a los protagonistas del conflicto una vez que estén formalmente desmovilizados.

La justicia especial que regirá el futuro de los exguerrilleros ya había sido anticipada el 23 de septiembre en presencia del presidente Juan Manuel Santos y del líder máximo de las FARC, Rodrigo Londoño, que quedaron inmortalizados en la capital cubana en un histórico apretón de manos que aceleró las negociaciones.

Pero precisamente el debate en profundidad sobre los beneficios legales que se aplicarán a las exguerrilla (una vez disuelta) persiste desde hace algunas semanas debido a las diferencias entre las partes sobre diferentes aspectos. «Hemos cerrado satisfactoriamente la cuestión de la jurisdicción especial para la paz y el acuerdo parcial sobre las víctimas» confirmó el jefe negociador de las FARC, Iván Márquez, a través de twitter.

El acuerdo de las últimas horas es el cuarto del proceso de paz, después de los de la tierra y el desarrollo rural, la participación política de la guerrilla, las drogas y el narcotráfico. El acuerdo sobre las víctimas llega casi simultáneamente al reconocimiento simbólico de parte de las FARC ante las comunidades indígenas y afrocolombianas de Bojayá (departamento occidental del Chocó) de la responsabilidad por la masacre de 79 personas e las heridas de otras 100 que causó el lanzamiento de un cilindro bomba contra una iglesia católica que había ofrecido refugio a los civiles durante los intensos combates con los paramilitares. Un gesto que el presidente Santos definió como significativo en el camino hacia la paz.

Ahora, el proceso colombiano de paz entrará en la recta final para llegar a un acuerdo sobre el último punto de la agenda: el fin del conflicto propiamente dicho. Un capítulo delicado que, entre otras cosas, incluye las condiciones para un cese de las hostilidades, después de más de medio siglo de guerra civil, y la deposición formal de las armas por parte del grupo armado. Después de las fiestas de fin de año, las conversaciones en La Habana se reanudarán en enero. [FB/VR]