Cuando es evidente un cambio de ciclo político, lo que mejor puede ayudar a la democracia es una amplia participación ciudadana

 

Es por todos aceptado que estamos ante una nueva situación política donde el bipartidismo, después de varias décadas, va a dejar de ser el formato en el que se estructure el juego político en España. Se acabó aquello de dos partidos muy destacados respecto al resto. Ahora son 4 las opciones con diferencias de menos de dos o tres puntos en la estimación de voto, según las últimas encuestas publicadas hoy mismo. En esta campaña se observa además que, por un lado, las encuestas van variando día a día, lo cual indica un voto no sólido, un apoyo débil a esas opciones, y por otro que un muy alto porcentaje de los ciudadanos, más del 35%, aún no ha decidido su voto o no quiere manifestar su decisión. Si a eso se le suma todo lo sucedido en los últimos 4 años y se tiene en cuenta que casi todos los sondeos coinciden en estos dos aspectos mencionados, es claro que en estas elecciones el grado de participación ciudadana es decisivo.

 

Aumento de la participación

Los sondeos auguran que va a subir. Casi todos coinciden en que estará en torno al 80%. Esto es bueno para reforzar la democracia y está indicando al menos dos cosas: una, que hay conciencia de la importancia de estas elecciones, y la otra, que hay nuevas opciones políticas que estimulan al ciudadano a ir al colegio electoral el próximo 20D.

En las anteriores elecciones de 2011 hubo un 71,69% de participación. Si al porcentaje de electores que no fueron a votar 28,31%, se le añaden los votos en blanco y los nulos (electoralmente son votos de rechazo a las candidaturas o al sistema) resulta un porcentaje del 34,43%. Dicho de otra manera, 12.081.670 ciudadanos se abstuvieron y/o rechazaron de alguna manera la votación, frente a los 10.866.566 votantes (el 30,37% del censo) que constituyeron la mayoría absoluta del PP. Es decir, la gran mayoría del PP fue menor en un 4% que la mayoría de los que no fueron a votar o rechazaron las opciones partidistas. En cifras absolutas la diferencia fue de un millón 200 mil ciudadanos. En síntesis, el «partido» más poderoso resultó ser el de los que no fueron a votar. Pero eso no parece tener ninguna transcendencia y los grandes partidos están muy contentos con esta situación.

Se sabe desde hace mucho tiempo que a los partidos del bipartidismo les interesa fomentar la «participación débil» en las elecciones. ¿Qué significa «participación débil»? Significa que vayan a votar solo los que tienen el voto decidido, es decir, sus militantes. Asegurado este voto “cautivo”, cuantos menos «indecisos» voten, mejor, pues su voto es errático y les hace perder fuerza. Ya lo saben en las mal llamadas «grandes democracias» como la de los EEUU, donde el partido en el poder a veces gobierna con apenas un 12% o 15% de los votos de todos sus ciudadanos.

En los primeros años de la democracia en España había lo que se llamaban campañas institucionales para animar a votar, pues veníamos de la dictadura y la no práctica en ejercer el derecho a voto. Últimamente ya no hay campañas institucionales invitando al voto. A los partidos del bipartidismo no les interesa. Si votan menos ciudadanos, su voto cautivo cobra más peso. Ambos dos lo saben… En eso están de acuerdo tanto el PP como el PSOE.

El argumento oficial utilizado es que: «si no van a votar es porque confían en las instituciones y son ciudadanos plenamente de acuerdo con el sistema». Hoy ya sabemos que esto es una gran mentira y que mucha gente no participa por aburrimiento, asqueo y rechazo hacia la clase política.

 

¿Pudo el 15M en el 2011 indirectamente contribuir a la mayoría absoluta del PP?

Esta pregunta evidencia una paradoja, pues no era la intención, ni de lejos, en el 15M reforzar la mayoría absoluta del PP. Pero no es menos cierto que en los entornos del 15M se fomentó un rechazo a la participación en las elecciones porque era evidente el «no nos representan», y además no había ninguna opción política que vehiculara sus demandas. Lo que se consiguió fue el aumento de la abstención, y sobre todo el voto en blanco y más aún el voto nulo. Lo que sucedió es que esos votos de rechazo acabaron, junto con la gran abstención, beneficiando al PP como partido ganador. Así es según nuestra ley electoral.

¿Qué pasaría si en las próximas elecciones del 20D nos volcáramos llenando las urnas de votos? Es difícil de predecir, pero lo que seguro es que la democracia saldría muy beneficiada y los resultados finales muy avalados. Serían incuestionables, sin posibilidades para la especulación.

 

Proceso de descomposición en estos 4 años

La descomposición de lo político-institucional en España en los últimos 4 años de gobierno del PP no tiene antecedentes en la historia reciente. El PSOE también ha tenido sus convulsiones. Por muchísimo menos de lo que se atribuye a estos partidos dimiten gobiernos enteros, ministros o altos cargos públicos en otros países. El grave problema es que en España se ha judicializado la política y como la justicia está politizada, es un bucle que huele a putrefacto cada día con más hedor.

Este contexto de desafección les viene bien a los partidos del régimen, pues va a hacer aumentar la abstención. El «yo no participo de esta mierda» es muy tentador para ciertos sectores de la sociedad, pero con ello se dejan en manos de los corruptos las decisiones que luego nos obligan a todos.

 

Llenemos las urnas de votos

 Lo que realmente sería revolucionario y que haría temblar a algunos partidos es que fuera a votar el 100% de la población.

Por ello convocamos a la ciudadanía desde la ciudadanía, sin ningún interés partidista, a llenar las urnas de votos. Qué cada cual vote lo que crea conveniente. Pero que vaya a votar. No es nuestro interés direccionar el voto hacia ninguna formación, sino animar a que todos los ciudadanos ejerzan su derecho al voto en estos momentos complicados para la democracia española. Gane quien gane, cualesquiera que sean los resultados, serán mucho mejores si éstos se obtienen en una votación con una alta participación que si, por el contrario, la abstención aumenta y el deterioro se profundiza.

Por el grave y particular momento que está pasando la democracia en España, conviene esta acción ciudadana de refuerzo democrático ante la creciente desafección político-instituciona,l producto del deterioro de estos últimos años.

El #20DLlenemosLasUrnas de votos

Y si lo movemos … ?

#YoTambiénVoto #NuncaVotéAhoraSí #ContraCorrupciónVotación

Rafael de la Rubia es miembro de AutoConsulta Ciudadana y portavoz de Mundo sin Guerras y sin Violencia.