• El contexto regionalista europeo y la visión federalista en la Unión Europea, o cómo la etnocracia sustituye a la democracia

El autor analiza en este artículo cómo desde Alemania se promocionan los separatismos en otros países de la Unión Europea -incluída Cataluña-, y fuera de ella: «Cataluña fue el país invitado de honor en el marco de la feria de libro más grande del mundo, antes mencionada, en Fráncfort. Se impulsó la separación catalana de España, tanto así que en la feria fueron repartidos mapas que indicaban el contorno de lo que sería «Gran-Cataluña», incluyendo una parte de Francia (Rosellón) y de Cerdeña. Lo que en esa época resultaba irrealista ha tomado, en este año, un rol importante en la política española».

 

En los últimos años, se ha agudizado el conflicto entre entidades regionales y nacionales en Bélgica, Gran Bretaña (especialmente Escocia), España (vamos a hablar del caso de Cataluña), e incluso en Francia se ha adoptado una controvertida ley que reorganiza las regiones y crea una región Alsacia-Lorena, nueva entidad regional calcada, por lo menos semánticamente, a la Alsacia-Lorena anexada por Alemana en 1871, durante la época de Bismarck, cuyo botín abarcaba ambos departamentos alsacianos actuales, además del departamento actual de Moselle (este de Lorena). Esta reforma regionalista de François Hollande parece romper con la tradición francesa al introducir el modelo alemán de entidades administrativas más grandes (Länder).

En cambio, el Senado francés rechazó la Carta de las Lenguas Minoritarias y Regionales, aprobada inicialmente por la Asamblea Nacional, lo cual constituye cierto cambio de rumbo en Francia, ya que este rechazo permite frenar la tendencia etnicista. Al ratificarla, París hubiera debido establecer 70 idiomas (entre ellos muchos dialectos como el alsaciano, un dialecto alemán) como lenguas oficiales, cuando un idioma no autóctono pero más hablado que el occitano, el árabe, no consta entre los idiomas minoritarias en Francia, según esta Carta. Es inspirada en el modelo nacional alemán, esto es una definición etnolingüística de la nación.

Mientras en la República francesa, gracias a su tradición centralista y democrática (La “République une et indivisible” desde la Revolución Francesa), se ha movilizado suficiente resistencia en contra del modelo etnopolítico imperante en la actual Unión Europea (UE), en otros países, el federalismo y regionalismo étnico se han traducido en una reorganización total de formaciones nacionales y estatales.

Se puede observar una interacción de fuerzas separatistas con la política exterior alemana desde 1990: no sólo en Europa central (Alemania y Austria reconocieron primero a Croacia y Eslovenia como Estados secesionistas independientes de Yugoslavia, en 1991, por ejemplo), sino también en Europa occidental, por ejemplo desde la reforma constitucional belga del 1994, la nación del reino de Bélgica es federal, como Alemania. La entonces creada Comunidad Germanófona en el este de Valonia obtuvo su propio gobierno. Desde entonces, la derecha flamenca presiona hacia un confederalismo belga.

Berlín promueve fuerzas secesionistas dentro de otros países de la Unión Europea

Durante la feria del libro que se llevó a cabo en octubre en la ciudad de Fráncfort, con la presencia de funcionarios del gobierno de Indonesia, el país invitado de honor en el 2015, participaron 300.000 visitantes, con 7.100 expositores oriundos de más de 100 países. En el año que viene estarán invitados, del 19 al 23 de octubre de 2016, por segunda vez, tanto los Países Bajos como la región belga de Flandes, de habla flamenca, un idioma germánico, variante del neerlandés. Desde hace mucho tiempo, fuerzas separatistas pretenden que Flandes se separe de Bélgica. Esta figura etnopolítica flamenco-neerlandesa es muy popular entre los militantes de la derecha flamenca (por ejemplo el partido Vlaams Belang, «Interés Flamenco»)(1), los cuales denominan a la unión entre la Comunidad Flamenca (una de las tres comunidades constitucionales de Bélgica) y los Países Bajos, como «Gran-Holanda» (Dietsland en idioma flamenco, lo que se refiere a un irredentismo que existe de parte flamenca y alemana, pero apenas de parte holandesa).

En el boletín informativo de la Delegación de Flandes en Berlín (ubicada en la embajada belga, pero dependiendo directamente del gobierno federado de Flandes) del 21 de octubre de 2015, se destacó que flamencos y neerlandeses no sólo comparten la lengua, sino también la historia respecto del «arte, la cultura y la literatura». Además, la oficina diplomática flamenca enfatizó en este boletín que Flandes y Países Bajos fueron ya invitados de honor de dicha feria del libro en 1993.

Cabe resaltar que esta repetida invitación de Flandes y Países Bajos se enmarca dentro de una lógica etnopolítica promovida por autoridades alemanas tanto antes como después de 1945, lo cual queda demostrado al analizar el caso del apoyo de tres estados federados alemanes así como del Ministerio Federal del Interior, a la Unión Federalista para Grupos Etnicos Europeos (FUEV)(2), con sede en la ciudad de Flensburg (norte de Alemania), cuyo medio Europa Ethnica es publicado, actualmente, tres veces al año. Este periódico etnicista sucedió, después de la Segunda Guerra Mundial, a la publicación mensual titulada Nation und Staat («Nación y Estado»), medio que fue editado desde el 1925, principalmente por la Confederación de minorías gemanófonas en Europa central(3), y financiado por el gobierno alemán(4) a través de una casa editorial ubicada en Viena(5).

No obstante, el federalismo a ultranza y la länderización no son el ejemplo a seguir en España, aunque el unitarismo español se ve también cada vez más cuestionado.

Alemania invitó a Cataluña como “país invitado”

Un elemento crucial de la etnopolítica alemana se tradujo en el 2007, cuando Cataluña fue el país invitado de honor en el marco de la feria de libro más grande del mundo, antes mencionada, en Fráncfort(6). Se impulsó la separación catalana de España, tanto así que en la feria fueron repartidos mapas que indicaban el contorno de lo que sería «Gran-Cataluña», incluyendo una parte de Francia (Rosellón) y de Cerdeña. Lo que en esa época resultaba irrealista ha tomado, en este año, un rol importante en la política española.

Continuidad histórica en Alemania: el caso del frisón

En un mapa publicado por el departamento cultural del ejecutivo catalán en 2001, se presentan todas las lenguas minoritarias autóctonas en la Unión Europea. En este mapa, elaborado por Euromosaic(7), el idioma ancestral del sur de Francia, occitano, recibe una valoración: según los datos de este organismo creado y financiado por la Comisión Europea, este idioma, que existe en realidad en forma dialectal secundaria como el provenzal, sería hablado por más de 2 millones de personas.

En cambio, según este mismo mapa, no existe ningún idioma minoritario ni regional en Alemania, cuando sí está el grupo eslavo autóctono sorabo, en Sajonia, y, además, está el frisón en el extremo noroeste de Alemania. El frisón es un idioma germánico que se habla en ambos lados de la frontera germano-neerlandesa, pero se lo enseña sólo en el noreste de Países Bajos como lengua regional, donde es reconocido como segunda lengua oficial del país.

Al contrario, en Alemania está condenado a desaparecer, al igual que el sorabo, por falta de apoyo institucional. Simultáneamente, el gobierno federal financia, desde los años 1950, una institución paneuropea destinada a atizar el plurilingüismo y separatismo etnocrático en otros países de la UE, a través de la FUEV arriba mencionada.

Berlín utilizaba ya, en los años entre las dos guerras mundiales, el Congreso para las Nacionalidades Europeas, como herramienta de política exterior, a la vez que no permitía ninguna ayuda para grupos étnicos minoritarios dentro de su propio territorio. Desde la tercera reunión de este Congreso,  « entre el 22 y el 24 de agosto de 1927, las minorías de Alemania abandonaron el Congreso para ya no volver. » Las autoridades alemanas impidieron, en aquel entonces, el acceso de una delegación de los frisones alemanes a este congreso: las autoridades francesas de Estrasburgo destacaron en sus minutas concernientes a esta asamblea del Congreso en 1927, que los frisones no eran admitidos (« On n’y voulait pas admettre les Frisons »), y concluyeron que Berlín no asumía “el principio de la autonomía cultural” para grupos humanos no germanófonos radicados en su propio territorio (« n’admettaient pas le principe de l’autonomie culturelle ». Se esgrimía el argumento que minorías alemanas o magiares, ubicadas fuera de Alemania, no debían cooperar con minorías frisona, polaca o soraba, viviendo dentro de las fronteras alemanas, dado que aquellas eran “minorías fuertes” y éstas “minorías débiles” (« séparait les minorités en deux catégories, les fortes et les faibles »)(8).

Antonio Gramsci y el regionalismo

El joven marxista sardo Antonio Gramsci, quien trabajaba como activista por la autonomía sarda, declaró más tarde que el acceso a una lengua nacional es esencial para los trabajadores, con el fin de permitir el acceso a la ciudadanía política y a la cultura mundial.

Al relativizar por ejemplo el francés como un idioma igual a otros sesenta y nueve en el territorio francés, incluidos los territorios franceses de ultramar, los dialectos etc., esta relativización de la lengua nacional equivaldría a una desestabilización de la ciudadanía política francesa, la misma que constituye hoy, con su tradición jacobina revolucionaria, uno de los últimos bastiones europeos susceptibles de resistir al dogma de la uniformización lingüística inglesa y cultural anglosajona, a escala internacional. De esta manera, la Carta de las Lenguas Minoritarias y Regionales en Francia habría significado completar una inminente “OTAN económica” que sería el TTIP, por una Otan cultural.

Epílogo: Indonesia, país invitado en 2015…

En cuanto al invitado de honor indonesio de la misma feria del libro, en el boletín informativo de la institución oficialista alemana Central federal para Educación Política (Bundeszentrale für Politische Bildung) del pasado 21 de octubre, se promueve la venta de un nuevo libro sobre Indonesia con la siguiente frase introductoria: En Indonesia viven «250 millones de habitantes, alrededor de 300 etnias [!], más de 700 idiomas, más de 17.500 islas».

Más aún, hasta hoy en día, el gobierno federal rehúsa informar del apoyo que brindó su servicio secreto exterior, el denominado Servicio federal de Inteligencia (BND por sus siglas en alemán) durante el golpe de estado indonesio del 1965. En marzo de 2014, el gobierno federal contestó a la pregunta sobre los conocimientos sobre «el apoyo directo e indirecto de las masacres por gobiernos, servicios secretos y organizaciones extranjeras» en el parlamento: «El Gobierno federal considera, tras haber analizado profundamente las circunstancias, que no se puede dar ninguna respuesta pública.» Las «informaciones solicitadas» eran «consideradas clasificadas»; pero «la protección de las fuentes» presenta «un principio de gran importancia para el cumplimiento de los objetivos de los servicios de inteligencia» (véase respuesta del Gobierno Federal en el Parlamento alemán 18/1554 del 27.05.2014).

Según el informe de la más destacada revista de Alemania «Der Spiegel» de marzo de 1971(9), el BND «apoyó al servicio de inteligencia militar de Indonesia en forma de metralletas, aparatos de radio y dinero.» Poco después, la misma revista añadió que «un comando de personas del BND» había entrenado a los funcionarios del servicio de inteligencia militar indonesio (véase Zölling/Höhe, «Der Spiegel» 23/1971).

El experto alemán en materia de servicios secretos, Erich Schmidt-Eenboom, y el politólogo Matthias Ritzi(10), investigaron y reafirmaron la estrecha coordinación entre el BND y la CIA con miras a preparar el golpe de estado. En abril de 1961, el BND informó al servicio secreto estadounidense que se contaba con «un residente excelente» en Yakarta, según Schmidt-Eenboom. La CIA asumió que se trataba del antiguo integrante de las SS, Rudolf Oebsger-Röder, quien había ingresado al BND, creado bajo la tutela de EEUU después de la Segunda Guerra Mundial (a través de la «Organización Gehlen» creada con el ex alto funcionario nazi Gehlen en EEUU).

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(1) Bélgica es, desde la reforma constitucional de 1994, un estado federal constituido por tres regiones administrativas (Región Flamenca, Región Valona y Región de Bruselas-Capital) y tres comunidades lingüísticas (Comunidad Flamenca, Comunidad Francesa, Comunidad Germanófona).
(2) Véase el sitio web de FUEV, donde se informa del financiamiento por parte del Estado federado septentrional de Schleswig-Holstein y del Estado federado de Sajonia (este de Alemania), además de la Comunidad Germanófona de Bélgica; y donde se informa, además, de los programas FUEV financiados por el Ministerio federal del Interior de Alemania, el Estado federado de Brandenburg (este de Alemania) y la Comisión Europea, entre otros: https://www.fuen.org/fr/promoteur/
(3) Véase la publicación del año 2000 de la historiadora Dra. Sabine Bamberger-Stemmann, catedrática de la Universidad de Hamburgo, titulada Der Europäische Nationalitätenkongreß.
(4) Véase Sabine Bamberger-Stemmann, Der Europäische Nationalitätenkongreß, p. 394 s.
(5) Véase la publicación del catedrático francés Dr. Pierre Hillard (politólogo), del año 2004, Minorités et régionalismes, p. 142 s.
(6) Véase: http://www.elmanifiesto.com/articulos.asp?idarticulo=976
(7) Véase el sitio web de Euromosaic: http://www.uoc.edu/euromosaic/web/homect/index1.html
(8) Véase los archivos franceses de Strasbourg : Archives départementales du Bas-Rhin (ADBR), 98 AL, 691, nota s. n°, 5e Congrès des Minorités, 1930.
(9) Véase Zolling/Höhe, Der Spiegel, 11/1971.
(10) Véase la publicación de Ritzi/Schmidt-Eenboom del 2011, titulada Im Schatten des Dritten Reiches.