• “Probablemente ese niño que empezó como hiperactivo, con esa etiqueta puesta por una «persona iluminada», termine con cuatro, cinco, seis etiquetas y un montón de tratamientos con psicofármacos que le van a dejar una vida vegetal”

Ángel Pascual es médico de familia en el Centro de Salud Comunitaria y de Atención Rural de Buitrago del Lozoya, Madrid. Es miembro activo de la Comunidad para el Desarrollo Humano, organización con la que promovió una campaña en el año 2007 para denunciar los daños que el consumo de psicofármacos produce en la infancia. Le hemos entrevistado en el marco de la investigación sobre este tema que Humanistas de Carabanchel está llevando a cabo, y su punto de vista nos parece muy esclarecedor.

Por Humanistas de Carabanchel

¿Qué opinión tienes del TDAH (Trastorno de Déficit de Atención y/o Hiperactividad) después de todas tus investigaciones al respecto?

Creo que el TDAH es un diagnóstico que no es seguro, que se hace a ojo, no tiene ninguna base científica. Es un diagnóstico que no es seguro que exista, porque hay gente que dice que sí que existe y otros que no. Están intentando buscar alguna prueba objetiva que diagnostique, han hecho estudios genéticos, han hecho cantidad de estudios muy bien pagados por los laboratorios para que se encuentre una causa genética, una causa orgánica que lo justifique y no la encuentran, están peleando bien, pero no la hay. Se hace un diagnostico a ojo y se da un tratamiento.

Estamos asistiendo a un aumento de este diagnóstico de hiperactividad y déficit de atención explosivo en toda Europa, a pesar que no hay base científica que lo demuestre. Estamos ante una situación que ha creado la industria farmacéutica y que la población está sufriendo, sobre todo la gente joven y los niños. Ésta es una situación de muy peligrosa socialmente pero se intenta que no se conozca, que pase desapercibida. Lo que queremos es sacarla a la luz pública.

Para nosotros, los miembros de la Comunidad para el Desarrollo Humano, ese trastorno es inventado. Lo reconoció el propio psiquiatra que lo formuló por primera vez, Leon Einsenberg. En Estados Unidos, donde nació ese diagnóstico, se utilizó para medicar a los jóvenes de institutos y escuelas de sitios conflictivos, como Harlem o el Bronx, y aplacar la situación de conflicto social. Llegaron a diagnosticar a un 15 por ciento de la población infantil. Pero allí ya están sintiendo los efectos brutales de la medicación, silenciar a toda una generación de jóvenes, y eso les está perjudicando.

Eso queremos evitarlo aquí, en España, que lleguemos a esa situación, en la que estos niños que son nerviosos se vean empujados a un tratamiento con fármacos que les va a anular su presente y muy seguramente su futuro.

 

¿Qué influencia puede tener la situación social que vivimos en el incremento de comportamientos de mucha excitabilidad o de descontrol de los niños?

Mucha, sin duda. Vivimos una situación social muy complicada. Todo está cambiando y se están desestructurando muchas de las cosas que creíamos que eran inamovibles. Las relaciones sociales, la familia, los amigos, el colchón social, que en España todavía tiene fuerza, está empezando a resquebrajarse. Y los niños son como espejos, cuando algo va mal el niño enseguida lo refleja, si algo va mal en la familia, va a ser el primero que lo exprese. Va a ser el primero que diga: algo está ocurriendo que no sé qué es; y lo expresa moviéndose mucho, quejándose. No saben cómo, pero lo hacen. Si lo que hacemos es silenciar ese grito de alarma, no lo estamos haciendo bien.

Niños nerviosos siempre los ha habido, y esta época difícil quizás haya más número de ellos. Quizás los padres y maestros podrían encauzar ese desarrollo motriz tan fuerte compensándolo con mayor desarrollo de la parte emotiva y la parte intelectual. También hemos visto casos de padres que se ponen nerviosos porque el niño se mueva mucho, cuando ellos ya son mayores y no se dan cuenta de que ya no tienen tantas ganas de jugar con ellos como si fueran padres jóvenes. En algunos colegios son tan rígidos que no toleran que ese niño se mueva, se salga de la línea. Quizás conviene cambiar de colegio a uno que no sea tan rígido.

Hay profesores que hiperdiagnostican de hiperactividad a muchos niños, ¿no será el profesor el que tiene el problema y no los niños? ¿Qué esta pasando aquí? ¿No serán los padres los que tienen el problema y no los niños?, porque el niño solamente refleja lo que esta pasando, no tiene esa capacidad de entender, el solo refleja lo que está pasando, si no está bien en su casa lo refleja. Cuando ves a alguien con un perro, tu ves el perro y ves que tiene relación en su carácter con el dueño, si el dueño es agresivo, tienes un perro agresivo, si es buena gente el perro también va muy en relación. Los niños se acercan mucho a esa parte de reflejar en que mundo viven. Si viven en un medio agresivo, ellos son agresivos. Si viven en un medio que no tienen afecto, ellos viven sin afecto y generando líos alrededor. Con este tipo de tratamiento, estamos perjudicando a la juventud para que no nos dé guerra, básicamente una juventud que está muy maltratada, muy culpabilizada de las cosas, muy sin futuro y estamos intentando acallar esas alarmas, esos gritos, con medicaciones. Ellos son gente sensible y también sufren mas de la media por lo que está pasando.

Alguien tiene que ocuparse de ver en que situación están viviendo esos niños. Es importante que nos reunamos los interesados en este tema de la hiperactividad, del abuso de fármacos a niños y a jóvenes, y promover un debate público en que participen profesores, sanitarios, trabajadores sociales y todo aquél que esté interesado en ver qué es lo que está pasando ahí y dar una solución y no una pastilla para tapar el tema. Alguien tiene que parar esta situación, una inspección sanitaria que vea quién es el que está recetando, en qué cantidades, estos temas hay que sacarlos a la luz. En este tema de la hiperactividad hay casos que son realmente muy llamativos. Gente que quiere empezar a tratar a niños con tres años porque no se portan bien, porque no tienen una buena conducta.
¿En qué consistió la campaña que desarrolló La Comunidad para el Desarrollo Humano en 2007?

La Comunidad para el Desarrollo Humano es una agrupación social y cultural del Movimiento Humanista. En el año 2007 decidimos crear conciencia sobre el tema del abuso en el diagnóstico y en el tratamiento con psicofármacos a los jóvenes y a los niños. Nos movilizamos en la sensibilización, tanto en los barrios como a nivel institucional. Nos movimos por muchos lugares, desde cartas al Rey, el Defensor del Menor, el Defensor del Pueblo, etc. Tenemos una carpeta muy grande de misivas de ida y vuelta con estas instituciones de las que no logramos sacar nada en claro. En la Comunidad de Madrid también nos recibieron, pero ahí quedó todo, guardado en un cajón. Vemos cómo todo eso sigue adelante. Nos han oído, nos han escuchado, pero los hechos demuestran que siguen haciendo lo mismo. Afortunadamente aparecen otras voces y otros frentes de acción en barrios, como éste de Carabanchel, que están retomando otra vez esa iniciativa y lanzándola, porque es un tema que no hay que dejar porque esto va cada vez a má, a menos que lo paremos, lo denunciemos, y lo saquemos a la luz pública.
¿Desde el año 2007 la situación ha empeorado?

Sí. El crecimiento del consumo de psicofármacos en España está siendo exponencial. Quizás la causa sea este tema del cambio y la crisis. Está cambiando todo, y la gente sensible, sobre todo, está intentando adaptarse como puede y a veces utiliza esas medicaciones. Eso es indudable. Es mucha la gente en las consultas de los centros de salud y es muy rápido dar una pastilla y que se solucione el tema, y no intentar profundizar en por qué está pasando eso, ¿qué se esconde debajo? ¿qué quiere decir?¿qué traduce ese niño?. Eso es más difícil, pero es lo que hay que hacer, es lo que un médico de familia y de salud comunitaria deben hacer, para eso nos forman. Aunque no tengamos mucho tiempo.

Pero que se haya cruzado la frontera de empezar a tratar con psicofármacos a los jóvenes y a los niños es demasiado. Nuestro papel es salvaguardar esa frontera. Los sanitarios siempre habíamos sido un dique, habíamos resistido ese “deme usted vitaminas para que mi niño sea más grande y más alto”y nosotros decíamos “dele bien de comer, aliméntele bien, que haga ejercicio, que duerma bien”. Y eso iba funcionando, porque ese niño se desarrollaba bien. Pero, en este caso, con el tema de la hiperactividad, es tanta la presión que hay de los padres, los colegios, la sociedad, a que ese niño sea tratado, que muchos profesionales están bajando los brazos. Y se les está tratando con psicofármacos para solucionar problemas de la vida cotidiana. Creo que es tiempo de reconstruir ese muro que proteja a los niños y a los jóvenes de este abuso.

 

Este incremento del consumo de psicofármacos se apoya en una corriente de la psiquiatría que considera que todo se puede tratar con química, es decir como en “Un mundo feliz”, que la gente tome una pastillita para ser obediente y feliz. ¿Está sucediendo así?

El hecho es que la población esté tomando una cantidad de psicofármacos que nos asustaríamos si conociéramos las cifras reales. Tiene mucho que ver con la forma de vida actual, con la forma de relacionarse, con los problemas cotidianos y la manera de solucionar las cosas de la vida. Cualquier problema se soluciona tomando un fármaco, la gente quiere soluciones rápidas y si esa solución rápida se la da un fármaco, no lo piensan más y lo toman. Si quieren dormir, hay fármacos para dormir, si quieren estar felices, hay fármacos para estar felices, hay fármacos para la ansiedad. Hay fármacos para todo y si no, se inventan. Tirar de las pastillas para solucionar los problemas o para sobrevivir en la vida cotidiana es una cosa muy natural, muy comprensible, pero hay que intentar esforzarse en vivir la vida de una forma un poco mas humana, con más intención, reconociendo las cosas que van pasando pero también dándoles otra perspectiva. No tapar las cosas, tapar un duelo, tapar una crisis de estrés.

Hay que intentar ser conscientes de esa situación, estar atentos a esa situación que está ocurriendo en la vida de uno. Pedir para que la cosa se solucione, para que todo cambie. Hay muchas otras formas, hay muchos caminos. Comunicarse más, hacer cursos de relajación, la gente ahora está entrando en temas de meditación, está viendo que hay una necesidad de entrar hacia adentro y de arreglar cosas, de serenar las cosas. Sería bueno facilitar herramientas para que aprendan a relajarse, aprendan a tener un instante cada día, un minuto al día en el que pararse y reflexionar sobre los que realmente se necesita, pedir por uno, pedir por la familia, todas esas cosas van a ayudar a que esa persona se aleje de la medicación. Pero si no es así, si vive alocadamente, si vive aceleradamente va a tener que tirar de esas pastillas para frenar. Hay que intentar frenar un poco esa velocidad de la vida, intentar ser conscientes de lo que está pasando y de lo que se está viviendo, intentar no utilizar esos medios que van a solucionar las cosas pero de una forma falsa. Hay que intentar resistirse a ello, que es el camino fácil, y buscar otros medios, con más y mejores relaciones humanas, implicándose día a día. Ahí es donde yo creo que se empieza a salir de ese agujero en donde la persona se puede llegar a meter por cosas que pasan, por depresiones. Cuando te pones a hacer cosas para los demás.

Los psicofármacos están ahí, siempre van a estar ahí, pero salvo en algunos casos, salvo en esos casos realmente patológicos, hay que intentar utilizar otras herramientas, que las hay. No son tan rápidas, no son tan veloces, pero van bien, son mas profundas, van mas al interior de la persona y yo creo que a la larga van muy bien para todos.

 

¿Cuáles son los efectos a corto y largo plazo de la medicación que se prescribe para el tratamiento del TDAH y del metalfenidato, en concreto?

De los efectos adversos de esta medicación no hay más que leerse el prospecto. Que los padres y madres por favor se lean el prospecto. Lo que dice de este producto la propia casa que lo fabrica, lo que les ocurre a los niños con esa medicación, que sean conscientes de ello. Aunque muchas cosas no están ahí escritas tampoco. La Organización Mundial de la Salud tiene catalogado al metilfenidato como generador de dependencia a un nivel mayor aún que la cocaína. Tiene su propio mercado negro de distribución fuera ya de tratamiento, simplemente como anfetamina, que es lo que es; entonces hay que ver qué situación se está creando de dependencia.

En Estados Unidos, donde empezó a utilizarse hace ya muchos años están comprobando la peligrosidad de ese fármaco. Se encuentran patologías de todo tipo con esa medicación: coronarias, de accidentes vasculares, de muerte, de psicosis. No es una cosa banal, de verdad que es una medicación peligrosa.

Por otro lado, es cierto que actúa y eso es lo más peligroso, que se la das al niño y ese niño se va a quedar sentadito en el sillón, va a aprobar, se va a llevar bien con los profesores, pero vas a tener un niño artificial, totalmente dormido. Muchos padres incluso quitan la medicación a su hijo los fines de semana para que sea otra vez su hijo, para que descanse, para que vuelva otra vez a coger vida. Conviene que tu hijo no tome ese tipo de medicaciones, que busques otras formas.

Los menores y adolescentes son cerebros en formación, el cerebro de un niño o de un joven todavía no está hecho, es una arcilla que se está haciendo, lo estamos haciendo entre todos, el maestro, el colegio, los vecinos, los padres. Todos estamos amasando esa arcilla para que todo le vaya bien, cada uno pone lo mejor que puede. Durante la vida, esa arcilla va a sufrir un aumento de temperatura, y va a llegar a ser cerámica, porque la temperatura social así se lo va a exigir, va a subir la temperatura y afortunadamente, esa arcilla que se la lleva el agua se va a hacer una cerámica fuerte y se va a hacer una persona fuerte y como queremos que sea los padres, y que sea feliz. Pero ¿qué ocurre si a esa arcilla que estas amasando le echas un fármaco?, que no sabes bien cómo va a ir. Cuando la sociedad le suba la temperatura a esa persona, a ese cerebro que se ha formado así, con esa medicación, ¿qué va a pasar? ¿Va a llegar a cerámica o aquello va a explotar en el horno y va a terminar de mala forma?
¿Cómo está actuando la industria farmacéutica para promover el diagnóstico del TDAH?.

Es muy extraordinario ver cómo actúa la industria farmacéutica con estos tratamientos del TDAH. Es muy llamativo porque no se ocultan, aparecen como patrocinadores en cursos que da la Asociación Española de Pediatría u otras asociaciones pediátricas. Aparecen como benefactores, subvencionan cursos para que te formes en diagnosticar el déficit de atención e hiperactividad. Ellos están encantados de formarte en esos tests para que diagnostiques rápido y pongas el tratamiento también de una forma rápida. Sin ningún tipo de pudor te alarman de las terribles consecuencias que dicen que te van a ocurrir si no te tomas la medicación mediante trabajos financiados por los propios laboratorios. Y a nivel estatal hay mucho eco de todo lo que dicen los laboratorios. Financian asociaciones y foros, organizan grandes congresos que se llenan de gente, donde debaten, no sobre si existe o no el TDAH, sino sobre la dosis que hay que dar en el tratamiento, yo le doy esto, tú cuánto o si ha salido algún fármaco nuevo.

También están entrando en los colegios. Entregan tests para que los profesores localicen rápido a esos niños nerviosos y les pongan la etiqueta de hiperactivos. Es la primera etiqueta, luego pueden seguir poniéndole muchas más, porque una vez que entras en ese camino de las etiquetas, igual que te han puesto el déficit de atención después, como tendrá efectos secundarios por la medicación seguramente que haya que darte otro psicofármaco para tapar los efectos secundarios de este primer psicofármaco. Probablemente ese niño que empezó como hiperactivo, con esa etiqueta puesta por una persona iluminada pues termine con cuatro, cinco, seis etiquetas y un montón de tratamientos con psicofármacos que le van a dejar una vida vegetal y muy babosilla.

Entonces, que sepan los padres, los profesores o los compañeros, que ese camino que se inicia con el tratamiento de la hiperactividad no queda ahí, ese camino va a más, y se termina generando mucho dolor, mucho sufrimiento y mucho malestar para ese niño, para esa familia, para esos colegios y para esa sociedad. Y a veces hay casos de gente que cambia al niño de colegio y deja de ser hiperactivo, pues eso no es un niño hiperactivo.

 

¿Quieres añadir algo más sobre el tema?

Con ese tema de la hiperactividad ocurre que nos estamos perdiendo a nivel social, a nivel familiar, esa riqueza de esos niños, esa alegría que dan esos niños, de la forma que tienen de cambiar la vida. Muchas personas, muchos científicos famosos, muchos eruditos famosos, mucha gente importante en la historia han sido niños nerviosos de pequeños, niños que hoy estarían siendo tratados. Nos habríamos perdido a Einstein. Esos niños que despuntan en los colegios, que hacen que los demás niños tengan otro tipo de vida y otro tipo de relación, hay que cultivarlos. Es verdad que quizás esa parte motriz hay que educarla, y tenemos que ocuparnos de desarrollar también la parte emotiva para que aprendan a sentir la poesía, el arte, el teatro, tenemos que formarles. Ese equilibrio es un poco el que tenemos que buscar.

No son niños hiperactivos cuando se mueven mucho en la consulta o en clase y luego en casa están cinco horas pegados a la playstation o jugando con un juego. Ese niño no es hiperactivo, ni tiene déficit de atención porque cuando a él le interesa un tema esta ahí pegado.

Hay que intentar no empezar ese camino porque no sabemos donde termina y no parece ser que sea algo bueno, no es nada bueno ese futuro que se empieza así, a base de medicaciones. Entre todos tenemos que intentar sacar todo eso a flote, que la gente encuentre otra forma de vivir y de relacionarse y de cambiar las cosas. Hay mucho que hacer y no se puede estar ahora encerrado o engañado u obnubilado con ese tipo de tratamiento. Hay que buscar otras salidas.