Apostolis Fotiadis es un periodista independiente que escribe para los medios de comunicación griegos y de otros países desde el año 2005, con especial atención a las políticas europeas en materia de inmigración y a los conflictos étnicos en los Balcanes. A principios de 2015 publicó el libro «Los comerciantes de las fronteras», en el que describe cómo la Unión Europea y, especialmente, los tecnócratas y la Comisión Europea interpretan las medidas relativas a la inmigración como un asunto de seguridad, lo que lleva a la rápida militarización de las fronteras exteriores. Este libro es considerado un manual para aquellos que trabajan de forma voluntaria o no en la ayuda a los refugiados y en las cuestiones de inmigración en Europa, como fuente de información, pruebas e interpretaciones.

¿Ha habido avances desde la publicación de su libro, por ejemplo respecto del Eurosur?

El Eurosur es un sistema de control de las fronteras y de alarma lanzada por la Comisión Europea e implementado por Frontex. Nadie espera que mejore en el corto plazo, pero las medidas respecto de infraestructura, financiamiento e institucionalización legislativa están en pleno apogeo. Los programas de financiación presentados por los Estados miembros de la UE para el 2015 se consideran prioritarios. El sistema ya está en acción y compra equipos. De hecho el año pasado y este año, incluso antes del estallido de la crisis de los refugiados que le obligó a cambiar su presupuesto, Frontex dió prioridad a Eurosur, por lo tanto podemos decir que el sistema está ya en marcha.

¿Qué está pasando con respecto al debate sobre el alcance descrito en el libro del ámbito operativo de Frontex y aquel de los Estados miembros?

Se han producido desarrollos. Frontex ha sido utilizado por la Comisión Europea para disminuir el control y la jurisdicción de fronteras externas de las autoridades nacionales. Esto sucede de forma directa con operaciones como «Tritón» en el Mediterráneo. Algo similar se intentó en el Egeo en los meses siguientes, de una forma más «suave», pero con el objetivo final de radicar la vigilancia de las fronteras en la Comisión. Se discutió sobre patrullas conjuntas griegas y turcas respaldadas por Frontex. La mala noticia es la lógica con la que se busca el objetivo de evitar la afluencia de refugiados.

¿Por qué la Comisión propone estas patrullas conjuntas, si cínicamente quiere reducir la afluencia de refugiados? ¿Por qué no pedir a Turquía que controle los arribos y supervise las costas?

De hecho me sorprendió. Estudiando las conclusiones del Consejo Europeo, encontré un párrafo que dice que cuando un Estado miembro no cumple con el mecanismo de vigilancia de las fronteras, especialmente con los servicios externos prestados por Schengen, debe aceptar el apoyo de las operaciones de emergencia de Frontex (las llamadas misiones RABIT, que sin embargo aún no han comenzado). Este párrafo particular indica a Grecia. Desde hace meses hay llamadas – informales y diplomáticas – para lanzar una misión de emergencia de control de las fronteras en el Mar Egeo. Esta operación ya está en curso por parte de Frontex, es la llamada Operación Poseidón, que cubre sólo Grecia y podría ser financiada para satisfacer la necesidad de un mejor control de las fronteras, admitiendo que realmente exista tal necesidad. Pero nadie sugiere que, de hecho, se solicita la operación RABIT, que transferiría la jurisdicción de las autoridades nacionales a Frontex. Considero, pues que lo que le interesa a la Comisión es el control de las fronteras entre Grecia y Turquía, más que la afluencia de refugiados. Y, por supuesto, el canal para ello son los aliados de Frontex.

¿En este momento Frontex está desarrollando operaciones militares en el Mediterráneo?

Sí, existe la llamada Operación Sofía, por el nombre de una niña que nació en un barco con destino a Italia y que tuvo ese nombre. Se envían submarinos y aviones para interceptar los barcos en aguas internacionales y, probablemente, los envían de vuelta. La operación Tritón, siempre bajo supervisión de Frontex, se lleva a cabo en la misma zona y reemplaza a Mare Nostrum. El objetivo es el mismo: controlar el Mediterráneo y detener la afluencia de personas desde Libia. En los límites terrestres hemos controlado la situación por medio de Frontex, así como en los muros, pero también por el hecho de que Turquía impide la entrada de refugiados.

¿Cuál es el juego geopolítico detrás de la crisis de los refugiados?

Por sus propias razones y ventajas los turcos han coincidido siempre con la Comisión Europea para el control de los flujos por tierra. Grecia ha acelerado los procedimientos para que los refugiados pueden cruzar Europa y ahora la Comisión está construyendo un mecanismo para cerrar nuevamente las fronteras internas y obligar a los griegos a llevar a cabo controles. El actual ministro de Inmigración, Mouzulas, ha insinuado sin admitirlo abiertamente que Grecia se verá obligada a establecer una especie de detención prolongada, si, como es probable, no es capaz de contribuir al reasentamiento de los refugiados. Por supuesto que Mouzalas declara que esto se hará respetando los procesos y la dignidad de las personas, pero todos sabemos la diferencia que hay entre las declaraciones y su aplicación práctica. No espero nada bueno de la vigilancia de las fronteras y los procedimientos internos de Grecia.

¿Cómo considera la política de los últimos meses, a partir de febrero?

Ha sido una política realista: cuando se tiene una gran afluencia de gente, la dejas pasar.

¿Así que consideras esta la solución?

No, porque estoy convencido de que no hay una respuesta a esta pregunta. Sólo se puede obtener una mejor gestión, o servir a los intereses en forma hipócrita. Todos hacen lo mismo. Algunos tratan de manejar bien las cosas; había posibilidades en este sentido, pero tal vez eso no es conveniente para los primeros ministros que deben presentarse a las elecciones.

¿Se podría decir que las últimas elecciones han mostrado apoyo a esta política por parte de los habitantes de las islas?

Algunos se opusieron, otros han ayudado, y otros en cambio han disfrutado de una doble «temporada turística» debido a los arribos y estadía de los miembros de las organizaciones humanitarias y los constantes refugiados. El billete cuesta unos 60 euros. Si, efectivamente, como se ha dicho, durante la visita de una semana de Tsipras a las islas se trasladaron 45.000 personas, haz los cálculos y podrás ver en cifras de qué estamos hablando.

¿Qué es realmente la crisis de refugiados y por qué Europa no puede manejarla? ¿Está usandola con fines políticos?

Hablemos de los datos concretos, para evitar acusaciones de conspiración. Si dividimos a la población de Europa por los 710.000 refugiados declarados por Frontex (que, según el mismo Frontex, se los cuenta dos veces), se puede ver cuántos corresponden a cada país europeo. ¿Son números muy difíciles de manejar en términos financieros y sociales? Bien, es desde este punto de donde debemos comenzar a conversar. Después de todo estamos hablando de refugiados de guerra. Algunos de ellos volverán a casa cuando la guerra termine. Pero no hablo de esto porque el tema de la »afluencia incontrolable» ocupa todo el espacio y es la doctrina que promueve la Comisión Europea: la seguridad, la militarización, los controles, las actividades económicas vinculadas a la militarización de los programas de vigilancia y control, que pasan sin una discusión significativa a las sociedades europeas.

Y luego siempre está la pregunta: «¿Qué quieres, llenarte de yihadistas»?

Todas las resistencias que se dieron en el pasado en relación con el costo de los controles fronterizos se derrumbaron poco a poco y ahora se están implementando los programas. El programa impulsado por la Comisión desde abril, con la estimación inicial de mil millones de euros, es ahora una referencia clave en todos los documentos producidos por la Comisión. Estamos hablando de un programa que el año 2013 fue rechazado por el Parlamento con una crítica considerable a su costo y eficacia. Ahora que las condiciones políticas son más favorables, el programa pasará. Así es como se mueven las cosas. ¿Hoy no lo quieres? Dejemos madurar las circunstancias, porque mañana serás tu quien lo esté pidiendo.

¿Los medios de comunicación lo saben y no les importa, o no tienen la información?

Los funcionarios del Estado tienen esta información y no hay duda de que los medios de comunicación tienen también acceso. No enfatizan en temas como este por una actitud general que tienen, más que por una cuestión de censura. Son infiltrados, por lo que ¿por qué deberían oponerse? Un ejemplo: la policía griega siempre está hablando de aviones no tripulados utilizados para detectar y extinguir los incendios. Es cierto, pero el texto del Fondo de Seguridad Nacional en el que se solicita financiamiento a esta propuesta indica claramente que estos aviones también se utilizan para comprobar si hay inmigrantes «ilegales». Así es que hay muchas razones por las cuales los medios de comunicación ofrecen la visión menos dolorosa posible, porque corresponde a sus planes.

¿Puedes hablar más de la falta de transparencia a la que se hace alusión habitualmente?

Tener que lidiar con la burocracia europea es un trabajo muy duro. Llegas a conclusiones, pero cuando intentas verificarlas usando fuentes fiables en general te encuentra con una actitud negativa. Quién tiene la información y podría apoyar tus conclusiones, no lo hace. Son parte de un mecanismo impulsado por los fondos y por la fuerza, que se enfrenta a la indiferencia y a la falta de comprensión de un personal político teóricamente progresista, pero en verdad agresivo respecto de esta realidad. Por ejemplo, a pesar de haber solicitado oficialmente la información, no la he podido obtener en dos años. Al final se filtró por error.

Tu eres un periodista y analista experto, que puedes dedicar tiempo a estos temas. ¿Cómo puede un ciudadano común entender lo que sucede, dada esta falta de transparencia?

No es imposible. Como dijo el Sub-comandante Marcos, para luchar por algo se necesita mucha organización y un sentido mínimo de dignidad. El sistema parece sólido. Defiende sus intereses con una organización perfecta y si reclamas por algo, te tilda de inmediato como un «extraño». Pero hay mucha gente «extraña» que tiene claro lo que quiere e insiste y no se detiene hasta que lo consigue. Lo más difícil es encontrar las fuentes para documentar lo que uno dice. Por ejemplo, le pregunté al Comisionado Malmstrom si la Comisión tenía la intención de controlar la afluencia de refugiados con medidas militares y mientras me respondía enfáticamente que no, preparaba un proyecto tras otro!

Malmstrom dijo en una entrevista que él no recibe órdenes de los ciudadanos europeos y nadie reaccionó ante esta declaración.

De hecho en este momento la Comisión es un directorio que implementa mecanismos de control y opresión. Promete una prosperidad controvertida y establece un claro chantaje, proyectando un escenario de pesadilla si las cosas no se hacen como se ha dicho. Argumenta que la salida de la zona euro sería una ruina, que si no se implementan las propuestas relativas a los refugiados llegarán los yihadistas y las sociedades europeas serán destruidas, que el Islam penetra en Europa y así sucesivamente. La Comisión siempre sirve a intereses y equilibrios y nunca propone soluciones, ni siquiera malas. Si nos fijamos en esto con cuidado, te darás cuenta de que nunca puede resolver los problemas, ni los de los refugiados, ni la crisis económica. Yo soy un euroescéptico creativo. Estoy interesado en los discursos críticos y documentados, que muestren el juego de la Comisión dentro de la Unión Europea.

¿Qué le recomiendas hacer a la gente?

Seguir buscando. Necesitamos personas para hacer frente a los problemas, que no se vaya sin verlos, que haga denuncias documentadas. Debe haber control y reglamentación democrática. La gente necesita saber datos concretos y apuntar a unirse a la discusión.

¿A pesar de la frustración, como sucedió por ejemplo con el referéndum en Grecia?

Sí, porque por desgracia estas estructuras determinan en gran medida nuestras vidas. Debemos actuar, todos nosotros. Los libros, escritos por mí o por otros, no son suficientes.