Por Raquel Paricio y Pilar Paricio

A 16 días de las elecciones en Catalunya a la presidencia del Parlamento, se celebra la fiesta nacional, la Diada del 11 Septiembre. Con el eslogan «Via Lliure a la República Catalana» (“Vía Libre de la República Catalana”), se ha convocado a la movilización más importante de la historia de Catalunya.

Resulta altamente conmovedor ver como desde primera hora de la mañana, van llegando familias de todos los lugares de Catalunya a la ciudad de Barcelona manifestando un profundo sentimiento por la independencia.

Es un sentimiento que se expresa en  los principales símbolos de la cultura catalana, sus raíces. Desde la bandera, hasta manifestaciones del folklore popular, como cantos, castillos humanos, o la presencia de personalidades históricas que han luchado durante años por la defensa de la cultura, la lengua y libertad del pueblo catalán.

Desde que en el 2010 el Tribunal Constitucional, tras un recurso del Partido Popular, obligó a realizar severos recortes en el nuevo Estatuto de autonomía aprobado en Catalunya, el pueblo catalán se ha venido manifestando cada 11 de septiembre reclamando la independencia (en el artículo publicado en este mismo medio se describe más extensamente orígenes históricos del proceso:
http://www.pressenza.com/es/2013/09/catalunya-derecho-decidir-independentismo/).

A partir del año 2012, la tenacidad de la gente ha sido demostrada en las calles y desde el  2013 se organiza una «Vía humana» que recorre parte del territorio catalán. En esta ocasión 5 km de la Avenida Meridiana, eje principal de la ciudad, se ha llenado de ciudadanos que formaban la “Via Lliure”. Se han contabilizado 1.400.000 de asistentes, más de un 20% de la población catalana, en un acto muy organizado, en el que los participantes debían levantar una cartulina de color en forma de puntero que avanza,  simbolizando los valores de la nueva Cataluña.

Multitudes de ciudadanos de todo el territorio catalán, se han lanzado a la calle colapsando transportes públicos y los centros neurálgicos de la ciudad, coreando el eslogan: «in-inde-independencia».

En esta Diada se juega todo. Las elecciones del 27S estarán teñidas por la euforia cosechada en este acto.

Mientras los medios no independentistas denuncian el evento como una manipulación del sentir del pueblo catalán de cara a las inminentes elecciones, la lectura del bloque por la independencia es la del gran apoyo popular al programa por ésta.

El mapa electoral para las próximas elecciones se ha transformado radicalmente sustituyendo el antiguo bipartidismo entre derechas e izquierdas, por los partidarios del Sí o del No a la independencia. El principal partido de la lista, Junts pel Sí (Juntos por el Sí) es una coalición de partidos de todos los colores que se juntan para reivindicar la independencia. Las elecciones se han convertido en un plebiscito por la independencia, por lo que el programa electoral ha quedado suspendido hasta después de ésta.

Las nuevas fuerzas políticas (Barcelona en Comú, Podemos), son fuerzas que piden un proceso distinto al del independentismo de Junts pel Sí, piden el derecho a decidir y plantean un referéndum sobre la independencia.

Y entre el Sí y el NO, qué reivindica el programa electoral respecto a la crítica situación social?

¿No debería haber una crítica al modelo social, simultánea al impulso independentista?

Los motivos y opiniones para apoyar la república catalana entre los ciudadanos confluyen en valores similares. Xavier Batllés, músico catalán, humanista, expresa que su punto de vista es claramente el de entender los procesos de independencia políticos, culturales, ciudadanos, barriales, y así hasta individuales, como movimientos imparables hacia la recomposición del sentimiento de pertenencia, que desembocará en la Nación Humana Universal, y como liberación de las condiciones opresivas de toda entidad humana, llegando, como decía al individuo. La opinión de Jordi Domènech, de la fundación Xirinacs , (en honor a Lluís M. Xirinacs, filósofo catalán difusor de la no-violencia) expresa la necesidad de una revolución no violenta, al modo en que lo hizo Gandhi en la India para liberar al pueblo sometido a un gobierno británico. Considera que la mayor parte de los conflictos en el mundo son debidos al no entendimiento entre naciones diferentes, entre culturas que tienen pequeñas diferencias y no pueden convivir como tal sino que una quiere imponerse a la otra. “Aquí buscamos un proceso de independencia sin violencia, expone,  porque permitir el derecho a la libertad de los pueblos y que cada uno se desarrolle a su manera es un derecho de la humanidad”.