Alex Lavín Molina más conocido como Alex de la Risa, egresado de psicología y risaterapeuta chileno, quien desde pequeño ha estado en contacto con la alegría cotidiana, quiso compartir con los auditores el sentido que tiene para la vida el optimismo y específicamente la risa, “para ganarle a todo (…) ser feliz en esta selva de cemento”, dice nuestro invitado con la sonrisa de oreja a oreja.

Desde una temprana edad, más que ser el chistoso del curso, por el contrario, fue el niño al que le hacían bullyng debido a su imponente estatura. Sin embargo, no fue hasta la adultez que descubrió esta terapia basada en la risa que deambula en medio de un sistema que bombardea con malas noticias y reina la indiferencia, “me río porque simplemente estoy vivo”.

Alex cuenta que son alrededor de 400 músculos los que provocan la estimulación de endorfinas, “el top ten de los beneficios”, una hormona llamada de la felicidad”, para menoscabar la serotonina percibida como aquella relacionada con la depresión y “lo bonito que tiene la risoterapia es que es transversal, se puede ocupar en instituciones, donde las personas mejoran el clima laboral, mejora el estrés, mejora la relación entre los compañeros, mejora los niveles de producción hasta la persona que nos está escuchando en su casa”.

Este joven risoterapeuta relata que en los talleres los participantes ríen mucho, meten bastante bulla hasta despertar a los vecinos. La idea es que las personas se conecten con su risa a través del arte-terapia, ejercicios de respiración y confianza, juegos de comunicación, pantomima y la memoria emotiva para sacarse el estrés del día a día, aclarando que no es un show de humor, ni son talleres humorísticos. Las personas “van creciendo en la medida que agregan risas a sus vidas”.

A través de la técnica de la “regresión” volvemos a sentirnos una vez más como niños, volvemos a jugar sin preguntarle al otro quién es y de dónde viene, Alex Lavín dice que el 95 por ciento de las cosas que aprendemos es jugando, más tarde, por conductas culturales aprendemos que hay lugares donde ya no se puede reír. Una capacidad que se va perdiendo a medida que vamos creciendo. “Volvemos a los animales lindos que somos y no al animal devastador de la selva”, concluyó Alex Lavín.