Por Daniel Raventós para espacio-publico.com

En la distintas intervenciones editadas en este “espacio público”, una docena, han aparecido muchas cuestiones relacionadas con la renta básica (RB), la renta mínima de inserción (RMI) y el trabajo garantizado (TG). Resultaría largo y poco útil tratar de responder a todas las cuestiones que han ido escribiéndose a partir de las preocupaciones e intereses respectivos de las distintas personas que han participado.

Me limitaré a unas cuantas que, por repetidas en otros foros o por más o menos extendidas socialmente, creo que son merecedoras de alguna atención especial.

Hay quien ha escrito que la RB no es la mejor alternativa para enfrentarnos de forma inmediata al contexto de emergencia social en la que nos encontramos. Afirmación curiosa. Si en situaciones de mayor bonanza económica y social no era una medida “inmediata” y tampoco lo es en una situación de emergencia social como la actual, la pregunta es ¿la RB será alguna vez una medida a tener en cuenta? La pregunta es razonable y más cuando algunos de los que responden negativamente proponen medidas francamente más deficientes.

Hay quien habla de que la RB tiene menos aceptación social que, por ejemplo, la RMI. La aceptación social es algo que varía muchísimo. Hace solamente un año, ya no digamos tres, ¿había alguien que pensase que las nuevas alcaldesas de Barcelona y Madrid, mero ejemplo, tenían mucha aceptación social? Una de las buenas formas para que algo que no goza de mucha aceptación social consiga tenerla cabo de no mucho tiempo… es aportando razones. Creo que es lo que estamos haciendo algunos, ¿verdad?

Claro que podemos estar también tratando con una profecía que se cumple a sí misma. El razonamiento seguiría más o menos esta dirección: la RB no goza de aceptación social, por lo tanto no hay que defenderla y hay que apostar por lo conocido (aunque sepamos de sus deficiencias) por lo que nos opondremos fácticamente a que la RB tenga más aceptación social, etcétera.

Otra de las cuestiones planteadas es la preocupación por parte de algunos intervinientes en este debate del “costo económico” de la RB. En un estado como el español, en donde hay una diferencia tan grande respecto a la media de la UE en cuanto al porcentaje del PIB dedicado al gasto social, resulta como mínimo chocante esta preocupación.

Parece como si se implorara una respetabilidad de “seriedad” y “moderación” por parte de los habitual y algo ridículamente llamados policymakers, cuando la política económica que han venido practicando algunos de estos (volvamos a la memez) policymakers es lo que menos seriedad y moderación merece.

En cualquier caso, la RB apunta a una dirección muy diferente a la que se ha venido practicando hasta el momento a lo largo de los últimos lustros. He participado, con otros miembros de la Red Renta Básica (www.redrentabasica.org), en un ambicioso proyecto en el Reino de España a partir de 2 millones de IRPFs en donde se explica con detalle cómo podría financiarse una RB de una cantidad igual al menos al umbral de la pobreza. Se resumían algunos resultados en mi anterior intervención en este debate, pero puede obtenerse gratuitamente el avance detallado de esta financiación (1).

Curiosa al menos es alguna afirmación sobre que el debate no debería ser entre una RMI o una RB en la actual situación. Entonces, ¿cuándo lo será? Es decir, cuando alguien plantea «A» (pongamos la RMI) y otro plantea que precisamente «A» está llena de defectos y es más que insuficiente para aproximarse a lo que supuestamente pretende arreglar, es normal que proponga otra cosa, «B» (pongamos la RB). Es lo que en todo debate acostumbra a pasar, tanto en los que son clásicos como me atrevería a afirmar hasta en los más extremadamente modernos.

Es más que cuestionable, tanto que yo lo niego, que una RMI (o una garantizada) sea un paso hacia la RB. Que alguien lo plantee como un paso es perfectamente legítimo y, en política, se debe explicitar muy claramente. Por ejemplo, si se propone una medida de RMI o garantizada como un paso previo a la RB. Fantástico si así fuera, pero me estoy refiriendo a afirmaciones harto diferentes según las cuales, para algunos, una medida es un paso para la otra, la RMI para la RB, por ejemplo. Son propuestas muy diferentes y una no acerca a la otra como algunos autores han afirmado.

La condicionalidad es lo contrario de la incondicionalidad, así que parece raro aproximarse a algo mediante su contrario, por raros y originales que algunos quieran ser en la forma digamos de argumentar. Pero quizás hay algo más relacionado con este punto.

En breve, se afirma que «A» es más posible (o realista o incluso “serio”) que «B». Así que si se plantea directamente «B», resulta que estamos haciendo algo así como un brindis al Sol. Si usted está defendiendo la RB en vez del RMI (o renta garantizada o cualquier cosa parecida), está demostrando una gran falta de realismo porque la RB es imposible y lo único posible es la RMI o la garantizada o lo que sea. Y hasta hay quien califica de “radical” a la RB.

El objetivo es claro: en determinados ambientes, lo “radical” es algo sinónimo a poco realista por lo que se excluye más rápidamente si ya ponemos la RB en este conjunto de irrealizables.

Pero esto no es un argumento, es una argucia.

Quede claro para que no haya la menor duda: si respecto a la situación actual se mejoran las RMI ¡lo voto!, si respecto a la situación actual se plantea una renta garantizada como la que defienden algunos ¡lo voto!, si respecto a la situación actual se plantea una ILP mojigata como la de CCOO y UGT ¡lo voto!… pero creo que el debate no es si estas propuestas “mejoran” la situación actual (cosa que solamente algunos fanáticos liberales pueden negar), sino qué es mejor (o más conveniente), sea en términos técnicos, filosófico-políticos, sociales, económicos… o todos juntos: estas propuestas condicionadas o la RB.

No se trata del “todo o nada” sino de qué es mejor desde un punto de vista social, político y económico. Y la RB es mucho mejor, en mi opinión, de forma clarísima.

También hay quien ha criticado la RB por ser “individualista”. Y que evita una visión seria (¡vaya por dios!) de lo común. Así pues la fundamentación de la RB a partir de la dos veces milenaria libertad republicana, como la que junto con otros autores vengo defendiendo desde hace ya unos cuantos años, según la cual nadie es libre si no tiene la existencia social garantizada, el Estado debe garantizar que todos sus miembros, hombres y mujeres, dispongan de este “suelo” a partir del cual puedan emprender con mayor libertad sus distintos proyectos de vida… en fin, lo que Robespierre calificó, en uno de sus más famosos discursos, de derecho a la existencia… así, todo eso, digo, es “individualista”.

Aún más. La principal herramienta de que dispone el capital para disciplinar a la clase obrera, como decía entre otros grandes economistas Michael Kalecki, es la existencia de una población excedente. Esta población excedente es en la actualidad de proporciones inmensas. Con una RB esta «principal herramienta», este poder disciplinador, quedaría enormemente debilitada.

Efectivamente, el poder de negociación de la clase trabajadora aumentaría con una RB, como hemos venido defendiendo algunos desde hace tiempo. ¿Todo esto es “individualista”? Hay quizás algún problema más grave que trasciende este debate.

La propuesta del TG es mucho menos efectiva que la RB. Y si quiere aproximarse en efectividad es mucho más cara. La RB es una propuesta inmediata para contrarrestar los efectos en las condiciones de vida y trabajo que está sufriendo la población no rica, el TG es algo mucho más a largo plazo.

El TG, adicionalmente, tiene muchas deficiencias técnicas (si es con salario digno es tremendamente costosa; Lluís, Jordi y yo hicimos llegar a sus defensores los cálculos que nadie nos desmintió: a 10 euros brutos por hora, como inicialmente se proponía por algunos de sus defensores, el coste neto para el Estado era de 233.422.000.000 euros); sociales (si es con un salario menos que digno, 5 ó 6 euros la hora, tiene más posibilidades de financiación, pero no es deseable), y filosófico-políticas (una concepción de la libertad muy pobre y una antropología filosófica descabelladamente mezquina: se debe trabajar y con una RB “la gente no haría nada” o “se dedicaría a actividades indeseables”…).

Por cierto, si por “actividades indeseables”, se entiende como alguna vez he oído en boca de algún destacado defensor del TG, por ejemplo, “el toreo”… la ley sirve, como en Cataluña y Canarias ya se ha hecho, para impedir estas “actividades indeseables” como la tortura pública, más o menos artística, de animales.

Cuestión creo que no muy destacada normalmente es establecer con claridad lo que pretenden los partidarios de la RB y los de cualquier asignación monetaria condicionada (mínima, garantizada…).

Los segundos afirman claramente que es acabar o, como eso es quizás incluso demasiado radical para algunos, digamos más moderadamente paliar la pobreza. Para los primeros, los partidarios de la RB, acabar con la pobreza es un objetivo también. Pero preocupación también central para estos es incrementar la libertad de la inmensa mayoría de la población no estrictamente rica.

El “derecho a la existencia” apunta precisamente a este objetivo. Dicho con otras palabras y en términos que han salido en este o en otros foros: aumentar el poder de negociación de los trabajadores, prevenir la pobreza antes de que pueda darse, aportar la independencia económica a muchas mujeres cuya existencia, como alguien ha apuntado en este mismo “espacio público”, está vinculada a su pareja “de la que tal vez desean o necesitan escapar”. Quizás comparando objetivos de unos y otros podamos esclarecer algo más los términos del debate.

Finalmente, porque en algún punto hay que acabar: hay quien confunde la RB con una política económica (2). La RB formaría parte de una política económica en beneficio de la inmensa mayoría de la población no estrictamente rica, pero una política económica es algo mucho más amplio.

A veces se critica a la RB porque no soluciona determinados problemas reales de nuestra sociedad. Estos problemas deberán ser abordados con otros componentes de una determinada política económica.

Notas:

(1) Jordi Arcarons et alii (2014): “Un modelo de financiación de la Renta Básica para el conjunto del Reino de España: sí, se puede y es racional”, Sin Permiso, accesible en http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=7535

(2) Jordi Arcarons et alii (2014): “Algunas aclaraciones sobre la financiación de la Renta Básica. Entrevista”, Sin Permiso, accesible en http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=7591