Entrevisté a Johanna Heuveling con el objetivo de encontrar nuevos impulsos para un discurso pacifista en un mundo impregnado de violencia, y para repensar nuevamente el concepto de reconciliación. El hecho de que siempre hay una alternativa a la guerra y la violencia debe ser elevado al nivel de un principio pedagógico universal. Ese es mi deseo, mientras escribo estas líneas.

Ahora me gustaría dar la palabra a Johanna. En la foto del presente artículo vemos a la berlinesa frente al muro de Belén, que debe caer, como dice la canción de Roger Waters escrita para Gaza.

Estimada Johanna, como pacifista, estás comprometida con el objetivo de lograr la reconciliación entre judíos y palestinos. Actualmente, ¿qué estrategias ves para lograr este objetivo? ¿Cómo se puede superar el odio de décadas?

En primer lugar, mi esperanza en la reconciliación se basa en la certeza de que el 90% de las personas, israelíes y palestinos, quieren vivir en paz o harán lo que sea necesario para lograr este deseo. En última instancia, la existencia de la gente común a lo largo del tiempo, depende de la paz.

Sin embargo, al mismo tiempo, las personas experimentan un miedo y un odio inconmensurables. El otro aparece como un ser vengativo, agresivo y violento. Estas son historias que seguramente todos conocen. Y los medios de comunicación y los políticos no hacen más que confirmarlo para fomentar una actitud defensiva cada vez más radical.

Lo que más me sorprendió cuando fui allí, era que no hay espacios para reunirse, intercambiar ideas y conocerse. En diferentes situaciones me he encontrado – yo, que venía de afuera y no tenía nada que ver – actuando como transmisora de información entre israelíes y palestinos. ¡Cosas locas! Puedo ponerme en contacto con la gente en Cisjordania o en Israel en cualquier momento; pero entre ellos, que son vecinos, no hay punto de contacto. Incluso los musulmanes en Israel tienen poco contacto con los judíos. Pero me he dado cuenta de que ambos tienen curiosidad el uno del otro.

Es por esto que, para mí, la estrategia más importante es un acercamiento a nivel humano. Muchas veces he pensado en los franceses y los alemanes a principios del siglo pasado, que se odiaban tanto que se enfrentaron en dos guerras mundiales terribles e inhumanas. Después de la Segunda Guerra Mundial, finalmente, se volvieron razonables (tal vez también otros intereses entraron en juego), dándole vida a la amistad entre Francia y Alemania. El idioma del otro se empezó a enseñar mucho en las escuelas. Se organizaron varios programas de intercambio y cooperación política, cultural y económica. Sobre todo, se quería poner en contacto a la gente joven. Hoy ya ni pensamos en la guerra. Se tienen amigos y parientes en el otro lado. Se podría argumentar que, en este caso, se trata de dos culturas muy similares. Sin embargo, al comienzo del siglo pasado las diferencias eran muy marcadas.

¿Cómo crees que la dinámica entre agresor-víctima-agresor, explicada por Amos Oz, puede servir de paradigma para la construcción de la paz?

Estoy muy contenta de haber encontrado el texto de Amos Oz. Seguramente no es la única verdad, pero todos conocemos la situación en la que, forzados por la terquedad y por sentirse perseguidos por los demás, no somos capaces de percibir lo que el otro quiere realmente. Ambas partes, árabes y judíos, estaban extremadamente traumatizados en el momento de la fundación del Estado de Israel: el primero desde el Holocausto y el otro desde el colonialismo y la explotación. Se trata de las peores condiciones posibles e imaginables. No sabríamos cómo ver el lado positivo de las cosas. Es importante darse cuenta de esto y escribir explicando aún más esta dinámica histórica. La historia no debe ser vista de una manera puntual, sino como un proceso. Y, por supuesto, se tiene que hablar de ello y discutirlo en las escuelas. Aunque la generación de víctimas y verdugos aún no pueda superar el odio, puede ponerse una gran esperanza en las próximas generaciones. Los hijos no heredan solo el odio. A veces empiezan a rebelarse en contra de la generación de sus padres. Basta con pensar en los alemanes de 1968. En Israel, entre los temas relacionados con las últimas protestas en Tel Aviv, vimos que no estaban hablando solo de las rentas demasiado altas. Un amigo de Haifa, me dijo: «Por lo menos ahora todos los israelíes se dan cuenta de que nuestra élite política es corrupta. Antes de esta toma de conciencia, no era así».

¿Cómo se las arregla uno para construir la paz en las vidas de la gente común, más allá del mundo de la política y el lobby de las armas?

Creo que en el plano político, ya sea en Israel o en Gaza y/o en Palestina, no hay una voluntad de hacer la paz. Si fuera así, hace mucho que se hubieran iniciado programas, tales como los descritos anteriormente. Debemos tomar en cuenta que los esfuerzos correspondientes a esa dirección son siempre saboteados por los dirigentes.

Estoy convencida de que la gente tiene que reconocer que no puede confiarse de sus políticos, y que debe hacerse cargo de su propio destino. Basta que un número significativamente grande de personas se active y se ponga en contacto con la gente en el otro lado, que viaje a otras regiones y comience a poner en marcha pequeños proyectos conjuntos. El Internet ofrece muchas posibilidades. Ya hay muchos proyectos prometedores basados en sus propias iniciativas que, por desgracia, son todavía demasiado aisladas como para tener peso.

Nosotros también podemos hacer algo, como por ejemplo, invitar a israelíes y palestinos alrededor nuestro, para que puedan reunirse en un lugar neutral. Podemos actuar como un puente. Y creo que Europa debe asumir su responsabilidad.

Tal vez para muchos puede parecer una propuesta mansa y débil, pero en realidad se necesita mucho coraje. Se trata de hacer exactamente lo contrario a aquello que el temor y la ira sugieren. Se trata de no huir, no formar barricadas, no protegerse con armas y no cometer actos de violencia, sino encontrarse con el otro sin armas y con el corazón abierto, afrontando los argumentos y sentimientos de los otros. Sin duda, las fuerzas violentas de ambos lados no dudarán en atacar a estas iniciativas. Y, también, debe estarse prevenido que las personas que más queremos podrían convertirse en nuestros enemigos. De cualquier modo, todo requiere trabajo duro, mucho coraje y compromiso. Por esta razón, también es fundamental trabajar en redes para presentarse de manera compacta y decidida. No sé si alguna vez se logrará, pero espero más de esto que de los políticos.

¿Cuáles son los principales objetivos de Mundo sin Guerras?

El nombre completo de nuestra organización es «Mundo sin guerras y sin violencia». La guerra no es más que una forma extrema de violencia. Hay diferentes formas de violencia: económica, sexual, psicológica y religiosa, para citar algunos ejemplos. La violencia se produce cuando una persona quiere dominar a otra (por razones económicas, sexistas, religiosas, etc.), limitándola en sus derechos y su libertad, o explotándola para sus propios fines. Desde este punto de vista, tenemos un pasado y un presente muy violentos.

Pensamos que tenemos que ponernos a trabajar para superar esta violencia porque daña al ser humano (incluidos a los que la practican) y porque en el mundo de hoy con armas de destrucción masiva, desastres económicos y ecológicos, no podremos sobrevivir sin aprender a superar este mecanismo arcaico. En primer lugar, es necesario reconocer los mecanismos de violencia en la propia vida cotidiana (¿Dónde sufro la violencia? ¿Dónde ejercito la violencia?), y en las relaciones sociales. Y luego se trata de aprender herramientas para superar la violencia a través de la reconciliación y el activismo no violento. Para este fin se organizan talleres, seminarios y conferencias, estudiamos intensamente ciertos temas y publicamos nuestro conocimiento,  organizando también eventos como festivales, desfiles, premios de cine, etc.

«Mundo sin Guerras» es una asociación internacional, que en 2009 organizó la Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia. También, los diversos grupos trabajan en sus países y lugares en las formas de violencia que son preponderantes ahí.

¿Cuán importante es que las organizaciones e iniciativas pacifistas trabajen en red, y por qué?

Trabajar en red es fundamental para lograr una mayor visibilidad y dar más importancia a un tema específico. En ciertos momentos puede desencadenarse dinámicas tan hermosas que conducen a iniciativas como los Indignados y Occupy. Estas experiencias son visibles solamente por un corto tiempo, pero siempre producen un cambio en el imaginario colectivo y en la colaboración futura entre las personas. Varias iniciativas han surgido desde los barrios a partir del M15.

En Alemania, por desgracia, desde hace años existen conflictos entre las organizaciones y es por esto que no se forma un movimiento amplio. Sin embargo, trabajar con voluntarios es muy satisfactorio, ya que funciona sin la dependencia del dinero. Todos están comprometidos por convicciones, y no por pagar el alquiler. De esta manera, se renuncia al espíritu de competencia, y todos están contentos cuando alguien pone a andar algo hermoso y lo apoya. En este campo, hay algunos buenos proyectos en Alemania.

Pero, en Alemania, se trata de empezar a trabajar para promover cambios verdaderos en los temas candentes, como el comercio de armas, la militarización de la República Federal de Alemania, la crisis económica, etc., para lo que es muy útil trabajar en red en todos los niveles.

Como pacifista, ¿cuáles son tus metas en el futuro próximo?

En estos momentos, escribo principalmente para Pressenza, porque descubrí que, finalmente, es lo que sé hacer mejor. Quisiera comunicar a la gente que siempre hay otras posibilidades distintas a aquellas que se nos presentan como sin alternativa, que siempre es importante entender todos los antecedentes y las razones, y que hay muchos ejemplos positivos que a menudo no se perciben. Creo que, sobre todo en Alemania, se cree cada vez más en las soluciones violentas para los conflictos. Y justo en este campo, debe mostrarse argumentos y ejemplos de soluciones no violentas.

También me gustaría empezar a organizar seminarios sobre la violencia y la reconciliación, dado que he tenido algunas experiencias realmente buenas. Muchos de los participantes (tanto en los barrios pobres africanos como en Alemania) ven de repente la posibilidad de cambio de situaciones opresivas particulares que antes no percibían. Es muy emocionante. Y también yo, en mi vida, no termino de aprender de estos temas.