Si el periodismo consistiera tan solo en narrar historias de vida, más allá de esas escenas lánguidas de dolor y muerte a la que estamos acostumbrados. Si tan solo reflejara el lado más humano de las noticias y se esforzara por dar a conocer aquellos espacios no violentos dentro de un mundo en constante guerra. Si al menos el periodismo tratara de mirar más allá de la cruda realidad y se aventurara a transitar por los caminos que conduzcan a la paz y la fraternidad entre las personas. Atreverse a construir un nuevo periodismo es descubrir que hay nuevas formas de relatar y describir lo que sucede a nuestro alrededor, es tratar de navegar contra la corriente. Inclusive, es casi un acto de rebeldía.

Pareciera que la función de los medios de comunicación es infundir miedo. Cada historia, cada relato y cada imagen de sufrimiento que aparece en las páginas de los periódicos y en las pantallas de nuestros televisores nos invaden de un temor
generalizado, casi que apocalíptico. Nos hacen sentir culpables de lo que está sucediendo. Sumado a esto, el espectáculo se ha apoderado de los medios: el dinero, la fama, el placer y la codicia se han convertido en los dioses que veneramos con gran estrépito y algarabía.

Según palabras de un historiador, “los medios de comunicación no se conforman con representar la guerra, sino que la glorifican; escogen su bando y participan en el esfuerzo bélico”. Es conveniente que los medios se desliguen de todo tipo de
violencia para que no reproduzcan las lógicas de la guerra a través de sus noticias, reportajes y notas que a diario se suelen publicar. Además, si aspiramos a cimentar un nuevo periodismo que responda a las necesidades de toda una población y no a los intereses de unos pocos, sería interesante generar proyectos desde una perspectiva no violenta, en donde el centro de atención sea el ser humano dentro de una esfera global.

Precisamente el periodismo es el fiel reflejo de lo que somos como sociedad. Es un retrato casi que perfecto. Por un lado nos muestra el dolor, la pobreza, la impunidad y las desgracias en que vivimos. Del otro lado nos muestra nuestra propia vanidad, la riqueza, el lujo y el poder como forma de vida, nos trata de llevar a otro mundo. Estas formas de vida en las que el periodismo nos retrata es el mejor termómetro para tratar de medir en qué nivel nos encontramos. Tal parece que cada página del periódico es el espejo de lo que somos como sociedad, nos podemos ver plasmados en cada foto, en cada línea escrita, en cada noticia.

Si el periodismo fuera más humano y menos cruel estaríamos hablando más de poesía y menos de violencia, estaríamos leyendo pequeñas historias de vida y menos relatos de guerra. Si los medios de comunicación dejaran de buscar lo sensacional y se enfocaran más en las virtudes del ser humano que en sus defectos y debilidades. Si se tratara de humanizar la forma en que hacemos periodismo, tal vez reflejaríamos la dignidad de la persona, escuchando y respetando lo que piensa y su forma de percibir el medio que le rodea.