Es paradójico que el día que se conmemoran los Derechos Humanos en el mundo entero, los alguaciles globales den a conocer un informe sobre la aplicación de la tortura sistemática por parte de la CIA.
Es paradójico que mientras la Argentina avanza en desandar el camino de la impunidad y la restitución histórica de identidades, con la reciente aparición del nieto 116 y se comienza a investigar las responsabilidades civiles de los delitos cometidos en dictadura y se amplifican los derechos relativos a la inclusión, la salud, la educación, la sexualidad, entre otros; algunos candidatos a Presidente balbucean consignas como “conmigo se van a acabar los curros con los derechos humanos”.
Es paradójico que mientras la Unasur reinstala a nivel regional la necesidad de recuperar y poner como eje central de las políticas de los Estados los derechos humanos; el periodismo servil y financiado por los poderosos, rezonga y menosprecia a esta institución, queriéndola vaciar de facultades y poderío.
Es terrible que mientras en la Argentina hoy festejamos 31 años de democracia ininterrumpidos y con un gobierno dispuesto a criticar en los foros internacionales que no existe la verdadera democracia mientras sigan imponiéndose el mandato del capital por encima de los pueblos y la utilización de la guerra, en vez del diálogo, para resolver los conflictos; otros despliegan las banderas de los autoritarismos y continúan haciendo negocio con la venta de armas y los endeudamientos compulsivos.
Los derechos humanos son aspiracionales y bendigo cada día que puedo relatar hechos que producen avances en este sentido, es una de las condiciones de origen de Continentes y Contenidos y de Pressenza y es una de sus propuestas insignia: celebrar la vida y celebrar la conquista de derechos, construyendo una nación Humana Universal.