El IV Simposio Internacional del Centro Mundial de Estudios Humanistas, “Hacia el descubrimiento de lo Humano – Del campo de lo establecido hacia el campo de la libertad”, que tuvo lugar el 1 y 2 de noviembre en Attigliano, Italia, ha permitido la presentación de varias conferencias temáticas incluyendo la del francés Robert Nageli, ilustrador-diseñador [1]: “La imaginación creativa, un arma de construcción masiva”.

Su propuesta para que la humanidad comience su camino liberador es el uso de un recurso que todos tenemos, un “arma de construcción masiva”: ¡La imaginación creativa!

Para entender mejor esta sorprendente sugerencia, son necesarias algunas aclaraciones.

En primer lugar, es necesario proyectarse al futuro; ésta se manifiesta, siempre y cuando empecemos a crear.

Luego, preguntarse: ¿Qué imágenes tenemos a futuro? ¿Somo realmente conscientes de que podemos crear nuestras propias imágenes sobre la base de nuestras aspiraciones para el futuro que queremos? ¿Reconocemos el poder de estas imágenes y la dirección que éstas pueden dar al mundo?

Una condición parece indispensable: El ser humano tendría que cambiar algo en sí mismo si quiere mejorar las condiciones de vida y dar una oportunidad a nuestra sociedad de avanzar hacia algo mejor.

Es por ese “algo mejor”, tan urgente hoy, que nace en lo humano antes de expresarse en el mundo. Es el ser humano quien, a partir de su intención, generará profundos cambios sociales.

Según Robert Nageli, esta es la etapa en la que entra la imaginación creativa, y de la forma más hermosa.

Cito: “La imaginación creativa se caracteriza por su intención abierta y constructiva, y por un registro emocional inconfundible: la alegría, la ligereza, el entusiasmo que nos proporciona cuando nuevas imágenes nos transportan”.

Por tanto, el poder de la imaginación proviene de la carga emocional que ella moviliza y de la fuerza de las imágenes que produce.

Luego viene el momento de la “propulsión” en el mundo exterior de la nueva realidad que venimos construyendo dentro de nosotros (en nuestros espacios mentales, en nuestra cabeza y probablemente también en nuestro corazón), las representaciones de un mundo nuevo.

Entonces, la acción puede tomar forma debido a la energía de estas nuevas representaciones que nos llevarán a movilizarnos a realizar actos concretas.

Al igual que otros precursores antes que nosotros (sabemos de los que desafiaron su miedo al fuego, o los primeros que dijeron que la tierra es redonda, o los que querían volar) es posible que otros lo harán luego de nosotros. Con esta larga cadena de generación, somos parte de una intención que va más allá de nuestra propia persona.

Al ir saliendo de lo individual, podemos ampliar esta propuesta a un todo humano. Si un conjunto grande proyectara en el mundo humano un propósito común cargado de sus mejores deseos y esperanzas, ¿qué cambios esenciales podría producir ello?

Apuesto a que esa sociedad sería muy diferente de la actual.

[1] Nacido en Marsella en 1959, ilustrador, diseñador gráfico, trabajó en publicidad, publicaciones y medios de comunicación. Entre otras cosas, ha contribuido con ilustraciones humorísticas en los periódicos de la Comunidad para el Desarrollo Humano y del Partido Humanista, organismos de acción inspirados en el Siloismo.  En los años 90, también ilustró artículos para la revista “Les raisons de l’Ire” y más recientemente en 2009 para la Marcha Mundial por la Paz y la No-violencia.