Han pasado seis meses desde que un gobierno progresista asumió el poder en la ciudad de Nueva York y podemos estar seguros de que una serie de artículos de prensa estarán evaluando el trabajo de la nueva administración. Sin duda, se cubrirá: la estrategia de vivienda, el acceso a la reforma Pre-K, la institución sin cambios que es la policía de Nueva York, y el plan «Visión Cero» para reducir las muertes de tránsito, con un poco de mención, tal vez, de la legislación sobre el City ID (carnet de identificación municipal), aprobada en silencio en junio.

Si este nuevo gobierno es serio acerca de su agenda progresista, los próximos seis meses se dará prioridad a los derechos de voto municipal para los no ciudadanos. ¿Cómo podemos conseguir que cualquier cosa realmente vaya en una dirección diferente sin dar poder a más de un millón de neoyorquinos que hoy no tienen representación alguna? Es la alegoría más reciente de «Historia de 2 ciudades», que fue el lema de De Blasio durante la campaña a la alcaldía. Usted tiene una ciudad donde la gente puede votar y una ciudad donde la gente no puede. No es de extrañar que la disparidad en la ciudad entre los ricos y los pobres esté en su máxima expresión.

El futuro de nuestra ciudad será garantizado principalmente mediante el desarrollo de sus procesos democráticos y la participación de sus ciudadanos. Hoy en día, existen las condiciones para hacerlo.

Podemos dar el derecho de voto en las elecciones municipales a un millón de residentes legales no ciudadanos (titulares de tarjeta verde, y los titulares con visas H1 y HB, etc.), personas que ayudan a hacer la ciudad creativa, dinámica, desarrollada y saludable todos los días. ¿Quiénes son estas personas? Ellos son su familia, sus vecinos, sus compañeros de trabajo, sus compañeros universitarios. Ya hemos visto en pocos años el número creciente comprometido con en el proceso de presupuesto participativo, que ahora llega a 22 distritos del concejo y adjudica más de $25 millones al año, un aumento de casi el 80% de los fondos asignados para el presupuesto participativo en relación al año fiscal anterior.

Tenemos que asegurarnos de que la voluntad política esté ahí; estamos muy cerca de tener el apoyo de una mayoría de los miembros del consejo. El tiempo es ahora para las personas que están activas en temas progresistas – salario mínimo, días de enfermedad, acceso a la vivienda, derechos de los inmigrantes, educación pública, elecciones libres y justas, derechos de los trabajadores, información cívica, espacios públicos, ciclismo – para hacer esto. Por favor, no dejemos pasar esta oportunidad ni la desperdiciemos.

Sería una forma de ganar/ganar para todos: se refuerza el poder local (que está perdiendo impulso), se combate la baja participación de los votantes, y podría dar facultades a un millón de neoyorquinos adicionales. El bienestar personal depende en gran parte del bienestar de la ciudad.

El panorama político de la ciudad de Nueva York está claro: este es un momento oportuno para este tipo de legislación municipal a gran escala que va a cambiar la vida política de Nueva York para siempre. Imaginemos a un millón más de personas con capacidad de hacer oír su voz y formar parte de la principal corriente de discusión en torno al futuro de nuestra ciudad.