En estos días hemos escuchado (incluso ya publicado en Pressenza), numerosas opiniones sobre cómo han sido las elecciones europeas. Trataremos de hacer un análisis ulterior teniendo en cuenta los temas que están estrechamente ligados a los argumentos de nuestra agencia: la paz, el humanismo, la no violencia, los derechos humanos, la no discriminación.

La democracia

Mientras constatamos el dato relativo a la participación (43% de votantes en toda Europa), observamos que cada vez menos personas se acercan a votar. Más allá de las proclamaciones, esto complace a los poderes fuertes: menos gente vota y así es más fácil manipular a aquellos pocos que van a hacerlo, además de comprar a los electos. Es evidente que las elecciones tienen un costo en términos de dinero, y que quien no tiene dinero tendrá como máximo algunas migajas (si le va bien).

La democracia es cada vez más formal y aumentan las leyes electorales ad hoc que discriminan a las minorías y a los partidos nuevos con posibilidades estrechas o sistemas mayoritarios. Ni siquiera mencionemos la “Par condicio” (igualdad de condiciones). Es peor aún: haciendo una búsqueda en la red (¿no era Internet el lugar donde uno se podía informar de todo?) con dificultad encontramos las listas completas de los partidos participantes, los programas de los mismos claramente expuestos, los perfiles de candidatos, las alianzas.

Google proporciona cada vez más resultados patrocinados y, por ejemplo, encontrar un sitio que recopile todos los resultados con un mínimo de explicación se ha convertido en una tarea díficil, incluso para alguien obstinado como el abajo firmante. Imaginemos cómo sería este ejercicio para el elector medio. (Finalmente, el sitio oficial de la Unión Europea aparece en la página 2 de Google, y está también incompleto: http://www.resultados-elecciones2014.eu/es/election-results-2014.html)

La discriminación

El peor dato es el franco avance de partidos políticos europeos que apoyan explícitamente la discriminación racial, de origen, de género, de preferencia sexual; habiendo hecho de todo ello su bandera. Esto debería ser motivo de preocupación no solo para el pequeño grupo de diputados que son indiscutiblemente contrarios a cualquier tipo de discriminación, sino también a todas las personas bien pensantes en los países gobernados por la socialdemocracia, quienes han pensado que era suficiente un buen cartel diciendo «sean buenos» para evitar el peligro. Para endulzar la píldora, los comentaristas de moda los han llamado «euroescépticos», mientras que deberían llamarlos por su verdadero nombre: fascistas, nazis, racistas.

Con estos señores en el escenario, pensar en una nueva política de inclusión o en nuevas conquistas en el campo del derecho humano y civil, parece difícil.

La economía

La batalla contra el euro, o mejor, por el cambio radical de los parámetros deberá fiarse de las declaraciones de prensa de Renzi, abanderado ciertamente cualificado en ello… Los verdaderos euroescépticos, o más bien los que quieren volver a empezar con un punto de vista diferente de la economía, los del bien común, del decrecimiento, de la economía solidaria, humanista; son realmente muy pocos en número, y se esfuerzan por hacer entre todos juntos solo el 10% de los diputados.

La no violencia

Las instancias de la no-violencia estarán presentes solo marginalmente en este Parlamento; tal vez en los próximos días vamos a ser capaces de localizar a algún diputado que, a título personal, se refiera a la no violencia, pero el único partido que ha hecho referencia a las ideas de Gandhi, Silo y King, logró la bella suma de veinte mil votos en España: el Partido Humanista. Incluso los radicales ambiguos no estarán presentes. Pero bien, los mantendremos informados si entre los Verdes, M5S, Tsipras, Podemos e izquierdas varias, sale elegido alguno. Por ahora, el panorama es sombrío. Al mismo tiempo, los partidos que consideran explícitamente la violencia como método de resolución de conflictos tienen, por desgracia, representación en el nuevo parlamento.

Humanismo

Ya he mencionado al único Partido Humanista que se ha presentado (¡valientes!). Prometedor el slogan italiano de Tsipras, «la gente primero». ¿Sería posible que el Podemos, en España, se vuelva el representante, al menos parcialmente, de las necesidades de las asambleas y de la democracia real desde la base de los Indignados? Esperamos eso de todo corazón. Muchas listas «cívicas», donde podamos rastrear el deseo de distribución, algo propio del Ser Humano.

Pacifismo

En el muy amplio y ambiguo espectro de colores que debería estar en contra de la guerra y a favor de la resolución pacífica de los conflictos podremos esperar una acción de loby por el desarme y por algunos objetivos específicos de tipo pacifista, para lo cual podríamos contar con personas y alianzas transversales que involucrarían miembros de diferentes partidos. Pero, de hecho, solo nos queda esperar para enterarnos mejor de la asignación definitiva de plazas.

En síntesis,  la Política está cada vez menos presente en Europa; y mucho menos que más, la Política que se declara humanista, no violenta, no discriminatoria. Europa está más alejada de la gente y del corazón latente del ser humano, de sus valores y de su anhelo que fluye tras los movimientos de base.

¿Dónde han terminado, políticamente, electoralmente, todas las instancias del cambio, toda la gente que ya está construyendo, en la vida cotidiana, un mundo mejor? Se evidencia una distancia entre un mundo que cambia y uno que espera perpetuarse eternamente. Bueno, nosotros tenemos el compromiso de seguir documentando este nuevo mundo y la esperanza de que, de vez en cuando, ese mundo también haga eco en los palacios de Bruselas y Estrasburgo.