Entrevista a Daniel Vásquez, director de FLOK Society, a través de ANEPI, Agencia de Noticias especializada en Propiedad Intelectual.

FLOK Society es un emprendimiento de varios investigadores nacionales e internacionales y un convenio interinstitucional entre el Ministerio Coordinador de Conocimiento y Talento Humano (MCCTH), el Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN) y la Secretaría de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (Senescyt). Con él se pretende desarrollar diversas propuestas de políticas públicas para una sociedad del conocimiento común y abierto.

El español Daniel Vázquez, director de FLOK Society, en entrevista para ANEPI nos comentó de qué se trata el proyecto, cuáles son sus objetivos y por qué el Ecuador es uno de los países pioneros en desarrollar diferentes alternativas respecto al acceso al conocimiento.

¿Qué es FLOK Society?

FLOK Society es un proyecto que se compone de dos partes. En primer lugar, la construcción de una red de científicos, académicos, activistas regionales, nacionales e internacionales y movimientos sociales que se están implicando en este proceso para, en segundo lugar, construir varios documentos de políticas públicas de inmediata aplicación. De esa manera se busca poder iniciar una transición de una economía basada en un modelo extractivista a una economía basada en el conocimiento común y abierto. El propósito es construir juntos un pacto para la implementación de esos documentos y esas políticas públicas en las instituciones del Ecuador.

¿Por qué elegir al Ecuador como el epicentro de este proyecto mundial?

Quienes observamos estos fenómenos a nivel global desde la red detectamos hace dos tres años una anomalía política, comunicativa y social en Ecuador. Apareció un discurso que empezaba a otorgar nuevos derechos, no solo a la naturaleza, sino también a las personas. Se comenzó a hablar de un paraíso del conocimiento. Al ver que desde las posiciones oficiales, desde el Estado, incluso desde movimientos de base, se hablaba de impulsar ese modelo económico, creció una sensación en el ciberespacio, en la red mundial, sobre las posibilidades que tiene Ecuador para convertirse en un referente en ese sentido, si realmente se dedica a impulsarlo con fuerza.

¿Cuáles son las diferencias entre América Latina y otros continentes?

Esta transformación sobre los principios de la creación compartida o sobre el derecho al acceso a la cultura y al conocimiento solo puede ocurrir en una región como América Latina. Las culturas de esta región tienen algo en común y es que han aprendido copiando y compartiendo. En América Latina el conocimiento se extendió desde siempre de unas a otras personas, y ese flujo no fue cortado como en Europa, sino que continuó durante 200 y 300 años más. En la realpolitik si se analiza a Asia, Europa o Norteamérica, no hay un continente donde se pueda lanzar una iniciativa así.

Cuando vas a una universidad en América Latina, a algunos nos sorprende encontrar fotocopiadoras donde puedes copiar un libro. En nuestro territorio eso ya no es posible, eso ya no es legal. Aquí el copiar es algo natural. Desde pequeños los niños le copian discos a su familia, combinan canciones de varios artistas y es un regalo propio. Esa cultura ya no existe en muchos otros territorios. Acá se extiende desde Rio Bravo hasta Tierra del Fuego, por toda la región entera. Eso es la base necesaria para impulsar estas políticas, el que la gente sea consciente de que es una realidad práctica que no debe cambiar.

¿Qué se necesita para generar este cambio de pensamiento?

Una propuesta de transformación mundial del modelo de gestión del conocimiento no se puede hacer solo desde un país chiquito, se tiene que hacer desde una región entera que plantee una fuerza política. Esa fuerza puede construirse si trabajamos con UNASUR, con Chile, con Bolivia, con Venezuela, con Argentina. Desde esta región se puede plantear al mundo un nuevo modelo de convenio internacional como el de Berna, pero adaptado a la realidad que hoy vivimos. Cuando Berna se creó, las cartas eran un bien escaso, la comunicación era lenta, la circulación cultural y científica era prácticamente insignificante. Todo lo que se movía en un año en aquella época, se puede mover hoy en tres segundos. Desde ahí es necesario plantear una nueva forma de gestión de los derechos de autor y desde esta región reunimos todas las condiciones para poder hacerlo.