Entrevista publicada en www.revistasomos.cl, por Carlos Rold

Una conversación en la que comparte con Somos su visión actual acerca del momento social en Chile y destaca que lo fundamental es construir un mundo donde la gente tenga las herramientas y la libertad para decidir sobre su propia vida.

Tomás es el menor de los tres hijos de una pareja de alemanes que se conocieron en Santiago luego de haber arrancado del régimen nazi. Vivió una niñez alegre de paseos y aventuras familiares recorriendo Chile.

Comenta que al poco tiempo de entrar en su adolescencia sintió una distancia con las formas políticas tradicionales, porque en general sus planteamientos significaban aniquilar al otro bando; y empezó su búsqueda: “Mi planteamiento era: quiero cambiar el mundo, pero ¿qué pasa conmigo mismo, con mi espiritualidad, con mi interior?” Y veía gente que se dedicaba a cambiar el mundo, pero se olvidaban de sí mismos; y después veía otros que se preocupaban mucho de sí mismos, de la meditación y su espiritualidad, mientras, a su alrededor, había un mundo que sufría y que ellos ignoraban. Entonces conoció el siloísmo: “Tenía 15 años y lo que me fascinó como primera propuesta fue la transformación simultánea del individuo y la sociedad, la idea de una revolución social y personal”.

Es uno de los fundadores del Partido Humanista y de la Concertación de Partidos por la Democracia, bloque del cual se alejó definitivamente finalizado el gobierno de Aylwin: “La Concertación terminó convertida en una Sociedad Anónima, en la que hay accionistas que hacen reuniones de directorio y pagan dividendos, pero no es un proyecto político y social, no tiene nada que ver con una transformación estructural para la creación de una sociedad justa; y se aprovechan de un sistema binominal que le entrega el poder a la derecha o a ellos, pero no son una opción de transformación del país”.

En la actualidad, se dedica principalmente a recorrer el mundo llevando la bandera del humanismo. Cuando se realizó esta entrevista, Tomás venía llegando de dar una ponencia en la 11ª Conferencia por la Paz en Munich; luego estuvo en Barcelona invitado por los movimientos sociales para contar la experiencia de los últimos años de manifestaciones en Chile, y luego en Islandia. para investigar el proceso social en ese país. Nos cuenta que el 15M de España decidió descentralizarse e instalarse en las comunas, “lo que le ha otorgado diversificación al movimiento, pero lo ha debilitado, porque ha disminuido su capacidad de acción. La crisis económica y social allá es tremenda, hay 52% de desempleo juvenil, lo cual puede provocar un fuerte estallido social en cualquier momento”.

Un nuevo paisaje social

– ¿Cuál es su visión del momento histórico en Chile, en un año de elecciones presidenciales?

– Lo más fascinante es que se ha producido el despertar de una generación. Así como algunos ven la historia como la dinámica de la lucha de clases, desde nuestra mirada es la dinámica generacional lo que mueve el proceso histórico: ese empuje de las nuevas generaciones por sacar a las que están instaladas en el poder e instalar un nuevo paisaje social.

A partir del 2006, con la Revolución de los Pingüinos, pero por sobre todo en 2010 y 2011, debido a una dinámica mundial, una nueva generación comienza a despertar. Jóvenes en todo el mundo empiezan a expresarse y a influir en el paisaje social. Primero, por reivindicaciones locales: en el Cairo, las movilizaciones por la democracia; en EEUU, la campaña Somos el 99% y Occupy Wall Street; en España el 15M; en Israel, por el tema de la vivienda; en Chile, por la educación, pero acá no es el primer tema, todo comenzó con Hidroaysén y el “Puntarenazo” por las alzas en el precio del gas.

La Revolución de los Pingüinos es la primera manifestación de lo nuevo. Finalmente, fueron traicionados a través de un cambio de artículos para que todo siguiera igual. Los jóvenes se sintieron menospreciados y no continuaron la lucha de inmediato, porque quedaron agotados después de un año de intensas movilizaciones; tuvieron que pasar 4 años para que se reactivara. Ese gran número de universitarios que se formó en esos años terminó la universidad y comenzó a pagar los créditos. Entonces ellos y sus familias se dieron cuenta que algo no cuadraba, que después de estudiar 5 años tienen trabajos malos con salarios miserables y que no hay cómo pagar la deuda que se triplicó con los intereses.

Creo que se está experimentando la estafa del modelo y ya es un tema de familia. Falta experimentar la estafa de las AFP, porque los que han jubilado por el sistema de AFP son muy pocos, a todos los chilenos les están robando y nadie hace nada. Tampoco se experimenta como estafa social el robo del cobre, porque se ve como lejano a lo cotidiano, pero las multinacionales se llevan todas nuestras riquezas y destruyen nuestro hermoso país.

Veo que la gente se endeuda hasta asfixiarse, y ¿qué sucede cuando estás asfixiado en deudas? Te conviertes en un corderito obediente. Cuando estás asfixiado en deudas no te movilizas, porque “y si pierdo la pega, ¿cómo pago?” Entonces, se descubrió que la mejor manera de mantener tranquila a la sociedad es ofrecerle muchas cosas y endeudarla; no se necesita nada más.

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Educar para el “con-otros”

– ¿Qué está pasando con la educación?

– Es otro producto más. Y como bien de consumo, hay de mala, mediana y buena calidad. Si la educación es pública, lo es para el hijo del pobre y del rico; por lo tanto, la sociedad se comienza a preocupar de que la educación sea de buena calidad.

En Canadá están prohibidos los colegios privados, excepto para las organizaciones religiosas. ¿Qué pasa con eso? Al ser públicos todos los colegios, el hijo del dueño de la prestigiosa empresa canadiense de teléfonos móviles irá a un colegio público; por lo tanto, a ese hombre le interesa mucho que la educación pública sea de buena calidad, y como tiene poder económico y capacidad de presión, influye a nivel parlamentario para que la educación sea de primer nivel; la sociedad entera presiona en esa dirección. Pero cuando tengo la opción de optar por un colegio privado, no me importará cómo sea la calidad de la educación pública, “si a fin de cuentas ahí le corresponde al hijo del jardinero, ¡y a mi qué!”

Las universidades que han ido generando espacios para la reflexión y formulación de nuevos problemas y sus posibles respuestas son hoy las que están en el liderazgo mundial, como el MIT y Harvard, que han ido profundizando en este método. También hay universidades europeas y asiáticas que están enfrentando la educación como espacios para el cuestionamiento, discusión con lo establecido en torno a un replanteamiento de la realidad y la búsqueda de nuevas respuestas. Esto no tiene nada que ver con lo que es la educación en Chile.

La educación debiese preparar para el conjunto, para el nosotros, para el “con-otros”; esto es un cambio de fondo. Una educación que te prepare para el “yo surjo cuando tú surges”, “yo estoy mejor cuando tú estás mejor”. También una educación de la no violencia, que ubique al ser humano como valor central, con todas sus dimensiones, con sus creencias, su espiritualidad, con sus búsquedas, sus preguntas fundamentales.

Hay que construir una sociedad basada en el ser humano; entonces, se descubrirá inmediatamente que la educación y la salud son prioridad para esa sociedad. Si el ser humano es el valor central, la casa que habitamos -es decir la naturaleza y el medioambiente- es fundamental; la resolución de conflictos, la integración de países, la construcción de una nación humana universal pasa a ser una prioridad; la reducción del armamento bélico pasa a ser otra necesidad.

Si siguen instalados en el poder los mismos de siempre, esto no se logrará; si cambian los que están en el poder y las sociedades siguen pasivas, tampoco. Esto no se construye simplemente con el reemplazo de una élite al poder por otra; son las sociedades en su conjunto las que deben ser capaces de movilizarse en cierta dirección.

Acá, en Chile, quieren mantener el modelo neoliberal por todos los medios posibles. Evidentemente, a esos grandes intereses económicos mundiales no les gustan los avances sociales de Latinoamérica, por eso cada cierto tiempo tratan de trabarlos, pero no han podido: en Argentina han tomado medidas no sólo en lo económico y en la nacionalización de empresas extranjeras, sino en muchos otros campos; en Bolivia y Ecuador han nacionalizado los recursos naturales justamente porque están debilitados los grandes poderes multinacionales, debido a las crisis de los mercados financieros europeos y norteamericanos. Es tan estúpido lo que hacen los gobiernos en Chile, que les continúan permitiendo arrasar con nuestro país, cuando justo hoy están dadas por todos lados las condiciones para cambiar las reglas del juego.

Movimientos de contagio

– En relación al voto, ¿qué hay acerca de la no cooperación y la desobediencia civil?

– Para mí, el voto contra el sistema es una forma de no cooperación y estaría siendo un acto revolucionario, porque expresará “rechazo su propuesta”. Entiendo bien la motivación del que no vota, pero creo que no es astuta, porque le hace el juego a ese mismo sistema, que necesita de gente inactiva que se quede en sus casas y no se esfuerce por lograr cambios.

Hay que generar movimientos de contagio; en Chile y Latinoamérica hay una tenue huella de desobediencia civil y boicot empresariales. En Europa se dijo alguna vez “no poner combustible de determinada marca, porque estaba maltratando a los pueblos originarios en Nigeria” (la empresa fue enjuiciada en 2009 por su complicidad en el asesinato de 9 miembros de la tribu de los Ogonis).

Millones de personas dejaron de consumir bencina de esa marca. En EEUU hubo hace poco un boicot contra una multinacional de alimentos porque explotaban niños en China y trabajadores en el resto de sus filiales por el mundo, y la gente dejó de consumir esos productos.

En Chile, hay muy poca capacidad para esto. Nos tocó ver cómo la misma gente que apoyaba el movimiento de Freirina contra la famosa empresa ganadera, paralelamente continuaba comprando los productos de esa marca.

Imagínate si la gente se organizara y sacara todos los fondos de la peor AFP, dejándola vacía, y los trasladara a otra, acto legal que se puede hacer libremente, ¿cambiaría o no el sistema? Hay poca cultura al respecto; es un gran desafío y es poderosísimo si se sabe manejar.

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– ¿Estamos o no en crisis?

– Creo que la mayor crisis que estamos viviendo no es financiera, sino existencial. Hoy se vive en el sin sentido, no se sabe para qué se vive, ni para dónde se va; no se tiene respuesta para las preguntas fundamentales; se vive permanentemente ocupado en resolver las cuestiones cotidianas, pero con una angustia de fondo permanente; se vive con temor a la enfermedad, a la soledad, a la muerte, a los otros seres humanos, en un clima de incomunicación impresionante, rodeados de gente y sintiéndonos solos.

Siento que el modelo social le quedó chico al ser humano, que quiere crecer más allá y no puede, porque está encorsetado en un sistema que ya no da respuestas a los temas más profundos: ¿cuál es el sentido de mi vida?, ¿cuál es la dirección de la vida?, ¿qué elementos hacen que una vida sea válida y coherente? Creo que el salto que dará el ser humano tiene que ver con estas cuestiones más profundas; no se trata sólo de cambiar un modelo económico por otro.

Creo que el mayor desafío que enfrenta el ser humano es lo que yo llamo el cambio de forma mental, del modo de estructurarse a sí mismo y al mundo, de verse no ya como objeto, sino como sujeto transformador de sí mismo y el mundo.

Experimentar la crisis interna abre muchas posibilidades; el problema es cuando no se siente, cuando estamos anestesiados. Al registrar la crisis interna, tenemos la posibilidad de hacernos preguntas y surgen las posibilidades para ir escogiendo nuevos caminos.

Debemos captar que lo que define lo humano es la capacidad de transformarse a sí mismo y al mundo que lo rodea y que eso nos diferencia de cualquier otro ser viviente. Hacia esa libertad esencial, la intención hacia el mundo para transformarlo, debiese dirigirse una sociedad.

El ser humano siempre ha sido capaz de encontrar nuevos caminos. Ante todas las dificultades, ha encontrado el modo de superarlas. No me cabe duda que frente a la estupidez actual, el ser humano encontrará nuevos modos de organización social, nuevas respuestas, y que se proyectará largamente hacia el futuro.