Chile es un país acostumbrado a los terremotos y tsunamis, quizás por eso es que los medios de comunicación tradicionales calificaron así al último episodio de la derecha pinochetista chilena.

En realidad es una sorpresa mayúscula que a sólo 4 meses de las próximas elecciones presidenciales, el candidato de la derecha haya renunciado a  su candidatura apenas dos semanas después de haber triunfado en las primarias de su sector. Y más sorpresivo aún es que el protagonista de este desaguisado  sea Pablo Longueira y sean sus hijos quienes anuncien la dimisión de su candidatura aduciendo “un cuadro de depresión médicamente diagnosticado”. Ese épico  Longueira, el Rocky Balboa de la derecha chilena, triunfador de tantas batallas dadas por perdidas por su sector, justo cuando iniciaba el round decisivo, resulta que ni siquiera tiene fuerzas para tirar la toalla en señal de retiro y son sus propios hijos los encargados de hacerlo.

En verdad es un colosal golpe al corazón del pinochetismo, justo cuando las bases del modelo pinochetista aún vigente comienzan a tambalear ante  el clamor de  Asamblea Constituyente, el fin del binominal, las   AFP y el FUT; es decir, justo cuando se necesita defender el corazón del modelo y en la  primera fila de la defensa estaba el William Wallace del pinochetismo,  la derecha descubre que no hay ni  corazón valiente ni de hierro sino un corazón deprimido.

Es decir, hay razones suficientes para tentarse y calificar de terremoto o tsunami todo lo sucedido con la bajada de Pablo Longueira. El problema de tales calificativos es que un terremoto o tsunami obedecen a causas naturales que escapan a cualquier planificación o predicción humana.

Aún si la verdadera razón fuese la oficial, es decir, razones de salud, debió haberse previsto pues una depresión profunda (más aún una bipolaridad o esquizofrenia) necesariamente debió tener episodios previos que debieron ser conocidos por los personeros de la UDI, un partido muy endogámico, donde sus máximos dirigentes se conocen desde sus tiempos de estudiantes y están todos emparentados. No estoy afirmando necesariamente que sean mentiras las razones de salud esgrimidas para bajar su candidatura. Digo que no son suficientes, no cuadran y que son muy extrañas.

La derecha pinochetista chilena tiene múltiples episodios como éste, en donde las cosas cambian abruptamente y las explicaciones  dadas aparecen insuficientes, extrañas y uno se queda con una rara sensación, preguntándose así mismo, “¿y éstos creerán que uno es idiota?”.

El último episodio sucedió hace un par de meses, con la bajada de la candidatura de  Golborne y su inmediato  reemplazo por el propio Longueira. Fue realmente patético observar a Golborne llorando  mientras renunciaba a su candidatura luego que se hicieran públicos antecedentes muy poco estéticos para un candidato presidencial.  Lo extraño es que fuera la cadena periodística El Mercurio quien encabezara la ofensiva mediática en contra de Golborne. Una cadena periodística que sabe mucho de conspiraciones y de golpes.

Nadie lo dijo oficialmente en esa oportunidad, pero todos saben que la verdadera razón que tuvo la UDI para bajar a Golborne es que su candidatura  no prendía y antes que la encuesta CEP – el oráculo de la derecha – manifestara su  inminente derrota en las primarias, la UDI realizó una cruel operación política mediática  para reemplazarlo por Longueira.

Ahora estaríamos ante un escenario muy parecido pues, aunque la UDI triunfó en las primarias con su candidato Longueira, las primarias fueron una estrepitosa derrota para la derecha frente a una Concertación que triplicó sus votos.

Y luego de su derrota en las primarias,  la derecha pinochetista habría iniciado un verdadero proceso de depreciación acelerada que sería reflejado en la nueva  encuesta CEP pronto a publicarse. Los guarismos serían tan desastrosos que no sólo se arriesgaría la presidencia sino que también los equilibrios parlamentarios  necesarios para defender la institucionalidad pinochetista.

Y si el episodio de la bajada de Golborne fue una conspiración  de la derecha pinochetista (RN o UDI) ahora sería la derecha económica la encargada de activar las acciones necesarias para bajar a Longueira y reemplazarlo por un  candidato que “corra ñato”, mientras la derecha económica busca un entendimiento privado con la Concertación que permita realizar la manida fase gatopardiana de cambiar para que todo siga igual.

El problema es que bajar a los Rocky Balboa o a los Williams Wallace, mesiánicos y patrioteros, no es tarea fácil. Y es en este punto cuando surgen las tesis conspirativas, sobre todo al recordar episodios del pasado que ha tenido la derecha pinochetista.

Basta recordar el llamado episodio de la radio Kioto, cuando el entonces dueño de Megavisión, Ricardo Claro, uno de los representante de la derecha económica, en pleno programa de TV  del canal de su propiedad, saca una grabación clandestina que deja al descubierto al entonces diputado Sebastián Piñera, quien en otra operación  de inteligencia, le daba instrucciones a su amigo y alto ejecutivo de la Coca Cola, Pedro Pablo Díaz, que instruyera a un periodista para perjudicar a la entonces diputada Evelyn Matthei. Es decir,  todo un capítulo del súper agente 86, un caso de “Inteligencia”  y “Contrainteligencia”  en simultáneo: Piñera conspirando en contra de Matthei (hija del ex comandante en jefe de la Fach y miembro de la Junta Militar de Pinochet) y simultáneamente la Derecha económica conspirando en contra de Piñera a través de grabaciones ilegales. En esa oportunidad, Ricardo Claro explicaría que las grabaciones se las había entregado una persona anónima en las afueras del canal de TV. “¿Este tipo pensará que uno es idiota?” pensé en aquella oportunidad. Tiempo después se sabría que tales grabaciones habían sido realizadas por el Ejército en un plan de intervención política.

Por eso digo que no necesariamente la enfermedad de Longueira sea mentira, pero cuando escucho que el Rocky Balboa, el Williams Wallace, de la derecha chilena entró en depresión justo después de un nuevo triunfo épico y justo cuando se inicia la batalla final, aquella batalla heroica para la cual se estuvo preparando toda su vida, algo no me cuadra y me vuelvo a preguntar ¿pensarán que uno es idiota?.

Insisto es probable (y lamentable) que efectivamente Longueira esté con un cuadro de depresión severa,  pero no está  claro qué fue lo que lo gatilló, y perfectamente podría ser que fuera gatillado por un develamiento,  o un descubrimiento o quizás una revelación, en ningún caso divina sino que proveniente de algo mucho más mundano como es un servicio de inteligencia.

Mientras tanto, Bachelet,  la candidata de la Concertación, es decir de la derecha democrática, anuncia la reestructuración de su comando con una fuerte arremetida de personeros muy alejados del reformismo y más bien cercanos a los grupos empresariales. Curioso, ¿no?.

Por último, algo no menor, si la derecha pinochetista eligiese a  Andrés Allamand como su candidato, tendríamos entonces a dos ex Ministros de Defensa como candidatos del duopolio. En tanto,  si fuese Evelyn Matthei la elegida, tendríamos la novedad,  no sólo de dos candidatas mujeres, sino de dos
candidatas provenientes de la llamada “familia militar”. Curioso, ¿no?

Es decir, en el año con mayor incertidumbre política y en vísperas de las elecciones que darán cuenta del término de un ciclo, pareciera ser que alguien, o mejor dicho, algún sector con formación estratégica para mirar a largo plazo, quiere jugar -como en la hípica-  apostando a ganador y a placé.

@Efren_Osorio