Durante las dos últimas semanas millones de brasileños están protestando en las calles. Hasta el momento, más de cien ciudades, de norte a sur del país, en las capitales y en el interior, están con protestas en las calles, unas con docenas y otras con cientos de miles de personas. Muchas de ellas tuvieron no una sino cinco, seis protestas. Desde 1992 cuando una multitud apoyó  deponer (impeachment) el presidente no se veía tantas personas en la calle. Pero los tiempos son otros, tanto en la forma como en la participación.

La juventud despertó. Una nueva generación se levanta con una nueva actitud, queriendo ser escuchada. La mayoría de los manifestantes son jóvenes entre 14 y 20 y pocos años. No hay líderes, no hay organizaciones liderando, no hay una única bandera.  En algunas ciudades una organización horizontal, surgida hace sólo 8 años, apartidária pero no anti-partidaria, llamada Movimiento Pase Libre, tomó la iniciativa y organizó diversas protestas. Sin embargo, a pesar de la enorme difusión y de haberse  transformado  en referencia nacional, el MPL está presente en un número menor al de la gran cantidad de ciudades que se levantaron. No hay duda de que existe algo nuevo en la sociedad brasileña que parece tener sintonización masiva con los actuales movimientos mundiales de la juventud.

El año 2013 ha sido un año de creciente aumento en el costo de vida. Hasta la política económica volvió a aumentar los intereses básicos siguiendo una dudosa teoría para frenar la inflación que oficialmente no llega a dos dígitos, pero en la hora de pagar el mercado, el alquiler, la ropa, todo, la realidad no se adapta a los números. En esta situación la “gota de agua”, la chispa que inflamó las protestas fue el aumento de las tarifas del transporte público: autobús, subte y tren aumentaron en media 20 centavos de Real. Comenzaron las protestas en diversas ciudades, lo que no fue ninguna novedad. Aún los que ya son militantes hace varios años pensaron que era “una protesta más”, y no dieron mucha importancia. Pero los jóvenes siguen otras aspiraciones. Usando intensamente las redes sociales y celulares fueron para la calle no una, varias veces. Registraban todo lo que podían en fotos y vídeos, comentaban y subían a la red al instante.

En un primer momento la respuesta del sistema también fue la de siempre: destacar el aspecto negativo, “protesta para el tránsito (que ya vive parado en las grandes ciudades)”, martillando las escenas de un pequeño grupo que quema unos sacos de basura o escribe en un muro “el aumento es un robo”. La mídia tradicional hizo todo que pudo para degradar el movimiento “son todos vándalos”. Los políticos repetían sin parar “los costos aumentaron, frenamos al máximo, el aumento fue menor que la inflación”. Los jóvenes no quisieron ni saber, no son manipulables, tienen otras vías de información y otras aspiraciones. Rápidamente los gobiernos provinciales, que controlan la policía represora en Brasil (aún organizada como PM – Policía Militar, vea usted!) gastaron las “armas no letales” encima de los manifestantes, fueran estos jóvenes, ancianos, niños o deficientes físicos. Pasaron por encima de la ley, llegando a detener cientos de personas “para averiguaciones” (justificación que solamente era usada en la peor época de la Dictadura). La represión llegó a tal punto que las personas eran detenidas antes de llegar a la manifestación, antes inclusive de la manifestación comenzar. Y sobró bala de goma hasta para los ojos (literalmente) de la prensa tradicional y de la prensa libre.

Las redes sociales difundieron las imágenes de la represión policial y la resistencia no violenta de los jóvenes. La mídia tradicional perdió la batalla de la información en ese momento. Tras la represión y frente al coraje e insistencia de los jóvenes, que en su inmensa mayoría protestaban sin violencia, las manifestaciones siguientes pasaron a ser masivas con cientos  de miles de personas. Los gobiernos provinciales dieron un paso atrás recogiendo sus policías. Aquí tenemos algo nuevo también. La población, joven y ahora con el apoyo de otras franjas etárias, rechazó profundamente la represión policial y fue para la calle. (un caso hilário que refleja la disposición de las calles  fue una consulta hecha al vivo en un popular programa de tv, al preguntar si las personas querían manifestación con vandalismo el índice de aprobación triplicó, para desilución del habilidoso conductor  frustrado en su manipulación diaria).

En un acto inédito en el pasado reciente, los gobiernos volvieron atrás en los aumentos. Para tener una idea del susto que se llevaron, hasta gobiernos adversarios se coordinaron para anunciar que atendían a la población. Pero los tiempos son otros, muy diferentes de aquellos en los que ellos fueron formados. Ya no hay una única bandera, ‘la protesta no es por 20 centavos, es por Derechos’. Y las manifestaciones continúan.

No se sabe para donde va a dirigirse esta fuerza social. Lo que se ve son reivindicaciones amplias, cobrando más recursos para la Salud y la Educación, denuncias de los elevadísimos gastos con el campeonato mundial (un cartel muy difundido decía “llamame de Copa e invierte en mí”) y también contra la corrupción y una polémica enmienda constitucional PEC37 que altera la acción del Ministerio Público y muchas otras banderas, contra la homofobia, contra las remociones forzadas  derivadas de la Copa, etc. Insatisfacción generalizada.

En el medio de esta segunda etapa de las manifestaciones, que están yendo mucho más allá del aumento de los pasajes, lo que se ve es una acción coordinada de los grandes medios de comunicación con la derecha que está alejada del poder federal. La mídia tradicional incentiva los manifestantes a ir para la calle contra la corrupción porque esta ha sido desde hace años la forma que escogieron para intentar remover los petistas del poder. Grupos organizados, aunque sin identificación, están actuando dentro de las manifestaciones de forma extremadamente agresiva, especialmente contra los partidos políticos y las organizaciones de izquierda que son prohibidos de levantar sus banderas , hay incluso varios casos de agresión física contra militantes de izquierda. Son grupos neonazistas o neofascistas, a veces skinheads, que son apoyados por una corriente anti-partido, anti-Dilma, anti-política, que usa la bandera de Brasil y el himno nacional como forma de conmover a las personas e intentar ganar apoyo en las calles.

La Izquierda, por su parte, está atenta y reuniéndose para contrarrestar un siempre posible golpe contra Dilma. Vale recordar que hace  exactamente un año el vecino Paraguay pasó por un golpe parlamentar que removió al presidente en 24 horas. Los movimientos sociales organizados pararon en el último fin de semana para reunirse y reflexionar sobre qué hacer,  que defender y como defender a sí mismos y a las instituciones democráticas.

El clima está extraño, muy interesante, inquietante y un poco asustador, no se sabe lo que vendrá. A la vez, los jóvenes no son fácilmente manipulables, es otra generación, que ve las cosas de otro modo, que consulta a sus pares, que desconfía y rechaza todo lo que sea control, lo vertical, lo que venga “de arriba”. Es una generación que no solo quiere expresarse sino que ya se está expresando directamente, no quiere ni confía en representantes, no vino para seguir líderes. En este sentido, no podría ser diferente de otras latitudes. A pesar de una tendencia a imaginarse muy diferente, el Brasil está en el mundo, sintonizado con lo que hay de peor y con lo que hay de mejor en otras latitudes.

Recientemente la presidente Dilma tomó el frente e hizo un pronunciamiento nacional, para intentar colocar pautas en estas protestas contundentes y difusas. Invitó y se reunió con movimientos sociales, el MPL y otros, reunió todos los gobernadores  e intendentes para ofrecer billones de reales para la Movilidad Urbana, y otros temas.

El futuro es incierto pero siempre tuvimos, tenemos y tendremos esperanza en los jóvenes y en el futuro. Como humanistas, conocemos la ley de superación de lo viejo por lo nuevo. Está claro que los jóvenes no quieren ni saber de las respuestas que fueron dadas hasta el momento. Ojalá consigan revolucionar el sistema desde adentro y conquistar el poder real. Para nosotros, este poder está en la democracia directa en todos los niveles y en todos los poderes y será alcanzado por medio de la no violencia activa como metodología de acción. Una Revolución No Violenta que coloque al ser humano como valor central. Porqué no?