Un video que circula por Internet parece sugerir que se ha encontrado una cura milagrosa para la Malaria. (Y el SIDA, el cáncer, la hepatitis, verrugas, etc, etc, etc). Barato, fácil de administrar y no tóxico. Parecería que tiene el apoyo de la Cruz Roja, al menos a nivel local en África, pero hay una sugerencia de que la Cruz Roja, de hecho, está tratando de borrar el video. Se sugiere en el video que hay una conspiración para silenciar esa panacea. Como de costumbre, las grandes farmacéuticas no quieren un desafío a su negocio. La idea es atractiva para aquellos que ya están cansados ​​de la tiranía del monopolio sobre la salud que ejercen las gigantescas compañías farmacéuticas del modelo neoliberal, ávidas de dinero, no-siempre honestas en sus investigaciones, persiguiendo el lucro a cualquier costo. Una búsqueda de Internet, sin embargo, provee abundante información acerca de la panacea: una mezcla de lejía y jugo de limón, sin evidencia seria de eficacia más que para ayudar a hacer que el agua sea potable, si se utiliza en proporciones minúsculas, de lo contrario extremadamente tóxico. Su creador, Jim Humble, ha venido haciendo la comercialización de esta mezcla desde hace algunos años como MMS (Suplemento Mineral Milagroso, por sus siglas en ingles) y al parecer tiene un gran número de personas que confían en él, o por lo menos un gran número de sitios web que dicen que hay un montón de personas que confían en él. Dada la conspiración mundial para oponerse a su creación Mr Humble comenzó una iglesia para distribuir el medicamento y ahora se hace llamar Arzobispo Humble. Su razonamiento es que dado que la Iglesia Católica no pudo ser completamente destruida por las críticas a los abusos sexuales por parte de sacerdotes, este es un buen modelo para la distribución de su «descubrimiento».

¿Quiero creer que existen curas milagrosas para enfermedades horribles? ¡Sí! ¡Por supuesto!
¿La gente desesperada, que no pueden pagar los precios obscenamente inflados de los tratamientos médicos, creerá en curas milagrosas no probadas? Sí, claro.
De hecho, me gustaría mucho ver una investigación decente hecha con esta sustancia, ya que, en el caso improbable de que pueda ayudar de cualquier manera, sería un enorme paso adelante, y eso me gustaría mucho. Pero, por desgracia, esa no es la forma en que el Arzobispo Humble practica sus actividades.

Si las grandes farmacéuticas son un gran negocio, ¿qué pasa con la otra rama de la medicina moderna: la medicina alternativa, complementaria, natural, no tradicional (o tradicional si se trata de una fuente antigua). Los practicantes son más amables, ya que no tienen los límites de tiempo impuestos a los médicos que trabajan en los servicios de salud pública. Pasan más tiempo haciendo un diagnóstico y ofrecen tratamientos que se supone tienen menos o ningún efecto secundario. Muchos vociferan su rechazo a los tratamientos alopáticos y vacunas, al mismo tiempo, desestimando pruebas científicas cuando niegan que sus tratamientos funcionan. Denuncian la medicina alopática como un gran negocio que mantiene a las personas con enfermedades crónicas para seguir haciendo ganancias con ellas. La medicina alternativa, sin embargo, movió cerca de US$ 34 mil millones en 2009 sólo en los EE.UU.

La guerra entre los modelos de medicinas trata de mantener al público cautivo para hacer dinero, porque el dinero es el único valor del sistema en el que vivimos. La loca carrera para patentar genes humanos, de modo que nadie será capaz de llevar a cabo en el futuro ninguna investigación sobre un gen en particular sin pagarle al que posea la patente, es sólo un ejemplo de la distancia que existe hoy el mundo con la preocupación por las verdaderas necesidades de salud de la humanidad. Muchos practicantes con sentido común han visto una mejor manera, la colaboración, la cooperación: algunas cosas son mejor tratadas por medicamentos alopáticos, algunas otras por la medicina complementaria. Todo puede ocurrir al mismo tiempo, en el mismo paciente, si es que el paciente es el valor central, no el dinero. El camino a seguir hacia una sociedad más humanizada es salir de la guerra de los modelos, que es una forma de violencia y concentrarse en el desarrollo del conocimiento en todas las direcciones, no sólo hacia lo que tiene el potencial de hacer dinero. Eso sólo puede ocurrir si la investigación está financiada con fondos públicos en instituciones públicas y si el conocimiento se comparte de forma gratuita, como patrimonio de la humanidad y no como bienes privados.

En su libro El Nivel del Espíritu: ¿Por qué las sociedades más igualitarias casi siempre funcionan mejor?, por los epidemiólogos Richard Wilkinson y Kate Pickett demostraron que entre otras medidas, la salud era mejor para todos en la sociedad, incluso los más ricos, cuando todos en la sociedad tenía acceso a servicios de salud como parte de una mayor igualdad. En otras palabras, la desigualdad es suicida, también para los ricos.

A menos que el sistema en el que vivimos cambia su signo violento y lleve a cabo una transformación real hacia la humanización vamos a seguir viendo que tanto la industria farmacéutica como su contraparte alternativa estiran los límites de lo ético en nombre de la ganancia. Mientras tanto, debemos permanecer vigilantes y observar nuestra propia necesidad de milagros. Lo más difícil es no llegar a ser tan cínico que rechazamos todo antes de hacer una evaluación adecuada, o tan crédulos que cualquiera puede aprovecharse de nosotros.