Por Pablo Brodsky

Hace 8 meses, en octubre del año pasado, estalló en las pantallas de televisión chilenas un conflicto técnico-político por las cifras que entregó la Encuesta CASEN que mide la pobreza en nuestro país. En ese entonces, el ministro de Desarrollo Social, Joaquín Lavín, se defendió de las acusaciones diciendo que los críticos tenían “tendencias concertacionistas”, que se trataba de gente mal intencionada que buscaban fines políticos, en fin, no eran más que las voces de los inescrupulosos de siempre. La Cepal, organismo internacional que siempre había colaborado técnicamente con la encuesta, determinó no avalar al ministro ni a sus secuaces, y en un programa de televisión su vocero señaló que no participarían más en la confección de la CASEN.

Hace poco supimos que el director del Instituto Nacional de Estadísticas, dependiente del Ministerio de Economía, liderado por Pablo Longueira, había manipulado las cifras del Censo realizado con flautas, bombos y platillos durante el año 2012. El “mejor Censo de la historia de Chile” omitió una gran cantidad de población que no fue censada y nadie sabe a ciencia cierta si somos 16 millones 600 mil o 15 millones 800 mil los que tenemos que soportar al “gobierno de los mejores”. Estuvimos a punto de celebrar que ya estábamos a punto de tocar con la punta de los dedos el primer mundo. Pero con estas conductas éticas, se ve difícil que salgamos del tercero.

A la mano anterior se sumaron las dudas sobre las cifras del IPC. Mismo director del INE, mismo ministro. Inflación, valor de la UF, arriendos, sueldos y dividendos, a lo menos, están en entredicho. Para el director del INE, la metodología era “perfecta”. Eso sí que no sabemos si el IPC del último año corresponde a 1,5% o a 1,9%, según sus palabras. Otros dicen que puede llegar a
2,5%. Así de perfecta.

Y la última jugada la vimos anoche, en un programa de televisión donde entrevistaron al ministro de economía. Confesó que había votado por el Sí en el Plebiscito de 1988. Para nadie fue una sorpresa, tratándose del “predilecto” de Pinochet. Lo sorpresivo vino después, cuando uno de los panelistas le enrostró que no podía ser, ya que su inscripción electoral tenía fecha posterior al 5 de octubre de ese año. El ministro trastabilló y se descompuso. Y hoy vimos en los noticiarios de la pantalla chica que, efectivamente, había un documento del Servicio Electoral que confirmaba su inscripción antes del Plebiscito. Una nueva jugada “maestra”, esta vez con una carta bajo la manga que nadie sabe de dónde salió. Pero quedan dudas: ¿cuántos no inscritos votaron? ¿Es así como el Sí obtuvo el 44,01%?

¿Cuál será la nueva jugada? ¿Modificarán los votos de las primarias? ¿Será cierta la cifra del último Imacec? ¿Realmente ha bajado la delincuencia? Parece que las reuniones de gabinete se parecen más al cuadro “Perros jugando al póker”, de Cassius Marcellus Coolidge, que a “Los jugadores de cartas”, de Paul Cézanne.