(Acá, Tony Robinson escribe a modo personal sobre el reciente referendum sobre las Islas Falkland y temas referidos a la propiedad)

El tema de las Islas Falkland surge con frecuencia entre mis muchos amigos argentinos que, como patriotas orgullosos, proclaman su soberanía sobre las islas y denuncian ferozmente la “ocupación” británica. Sacan a la luz no solamente la historia que aprendieron en las escuelas sino también las resoluciones de NU que, según sostiene, apoyan su reclamo de soberanía de esos territorios.

Recientemente tuvo lugar un ridículo referendo en las Islas que el Reino Unido y los habitantes de las Falkland van a usar como propaganda para ‘probar’ al resto del mundo que las islas son británicas. Se espera que en cualquier momento vayan los recientemente electos administradores de las Falklands a los Estados Unidos, donde esperan hacer lobby con Obama para confirmar su “Britanismo”. Esto por supuesto es tan ingenuo como decir que Canadá es británica, o Francia lo es. De hecho el reclamo por llamar a Francia británica es mayor, dado que la población británica en Francia es varias veces más grande que el número de descendientes británicos que viven en las Malvinas.

Y por supuesto es absolutamente ridículo para el Reino Unido reclamar las Falklands como propias en el Siglo XXI puesto que a casi todas las colonias que quedaban se les ha otorgado su independencia en el trascurso del siglo pasado. ¿Cómo puede el Reino Unido sostener que le son propias unas islas ubicadas a miles de millas de distancia, en el lugar opuesto del planeta?

Sin embargo, la resolución de la Asamblea General de las NU 1514 (XV) “que Garantiza la Independencia a los Países y Pueblos Colonizados” de 1960 en su punto 2 afirma:

Todos los pueblos tienen derecho a su auto-determinación; en virtud de tal derecho libremente determinan su estatus político y buscan con libertad su desarrollo económico, social y cultural.

Es aquí donde deja de sostenerse la posición de Argentina porque la gente que efectivamente vive en las islas quiere ser colonizada y las NU permite que un territorio sea gobernado desde lejos cuando así se lo elige libremente.

De modo que enfrentamos acá una suerte de paradoja imposible de resolver:

  • Argentina reclama las islas (porque las ocuparon históricamente y porque se encuentran cerca)
  • El Reino Unido reclama las islas (porque históricamente las ocuparon y porque Argentina las ocupó por la fuerza en 1982 y los nacionalistas británicos se enfurecerían si el Reino Unido las cediera luego de haber luchado por ellas en una guerra)
  • Los habitantes de las islas quieren continuar bajo administración británica
  • Las NU son, como siempre, deliberadamente ambiguas en el lenguaje de sus resoluciones permitiendo que el conflicto entre las partes continúe y justificando así su posición.
  • Finalmente, está el hecho de que las islas pueden estar ubicadas sobre grandes reservas de petróleo y, como siempre, en lo que están interesadas ambas partes es en los recursos financieros (especialmente el Reino Unido).

Entonces, ¿cómo resolvemos esta situación? Acá podría ayudarnos el ideal del Humanismo de una Nación Humana Universal.

Los humanistas que creen que todos los seres humanos deberían tener iguales derechos y oportunidades y que creen que no deberían existir fronteras, ven que los argumentos sobre qué “país” debería tener la propiedad de cuáles islas, como argumentos propios de la prehistoria humana ya que el valor del “país” (por ejemplo, líneas diseñadas sobre un mapa que señalan las fronteras administrativas) se está poniendo sobre el valor de los seres humanos.

“Las Islas Falklands son Británicas” dice el hombre común en las calles de Manchester, Birmingham o Newcastle sin el más mínimo interés por ir allí a trabajar, descansar o cualquier otra motivación. La gran mayoría no sabría encontrar las islas en un mapa si su vida dependiera de ello.

De mismo modo, “Las Malvinas son Argentinas,” dice el hombre común de las calles de Buenos Aires, Rosario y Mendoza, como un simple mantra aprendido en la escuela.

Por supuesto, en tanto la gente no llegue a una guerra por ello, son libres de decir lo que quieran, pero realmente las únicas personas que tienen derecho a opinar son quienes viven allí.

Es aquí donde probablemente entra el motivo válido de queja desde el lado argentino. Pueden reclamar que tal vez los habitantes de las islas habrían preferido ser administrados por Buenos Aires si hubiese existido una política de inmigración abierta en las islas. Como obviamente esto nunca ocurrió, la población es más británica que la gente que vive en el Reino Unido, considerando sobretodo su enorme número de extranjeros inmigrantes.

Pero el punto es que en tanto los “países” reclamen propiedad de los territorios sobre los que viven los seres humanos, el valor de esos seres humanos viviendo allí es ubicado como secundario y esto, para los humanistas, es violento.

El tema no queda acotado a las Falklands. ¿Cómo encontraremos una resolución para Israel y Palestina sin otorgar el derecho a vivir en esa tierra a todas las personas que quieran hacerlo? ¿Cómo resolveremos los asuntos indígenas en Suramérica sin reconocer el derecho de los pueblos a vivir donde viven y han vivido?

¿Podemos resolver lo de Israel/Palestina desalojando a los Israelíes o los Palestinos? En ningún modo. ¿Podemos resolver las demandas del pueblo Mapuche en Chile desalojando a 30 generaciones desde los colonizadores españoles? ¿Podemos resolver los problemas de las Falklands/Malvinas desalojando a la población británica? No.

Bueno, podríamos, pero sería impracticable sin mencionar que derechamente violento y anti-humanista.

Si vamos a avanzar seriamente hacia la Nación Humana Universal tendremos que desprendernos de esta adhesión al “país”. Cuando comencemos a advertir que en primer lugar somos seres humanos y luego empezamos a tener adjetivos tipo “británico”, “hombre”, “mediana edad”, “blanco”, “ateo”, “gay”, etc, y no comenzar por colocarnos adjetivos, y cuando hayamos resuelto la descentralización de nuestros gobiernos hasta sus máximos límites (manteniendo al mismo tiempo un sistema social que cuide a cada ser humano del planeta), entonces estaremos llegando a un interesante momento histórico en el que será posible estar en condiciones de resolver nuestros conflictos sin violencia.

Desde el punto de vista del humanismo, aspiramos a un mundo en el que los seres humanos tengan iguales condiciones para pertenecer a la nación que elijan y vivir dónde mejor prefieran. El asunto de las Islas Falkland/Malvinas debería ser considerado desde este punto de vista.