Por  Xafier Leibs

A veces pienso que sería bueno cambiar radicalmente de vida. Levantarse una mañana, mirar alrededor mío y decir, “me voy”. Irse lejos y comenzar una nueva aventura, como por ejemplo ser un transportador de osos panda. Pasar algunas semanas estudiando qué es lo que necesitan estos animales para su bienestar, comprar un camión acondicionado para dicha tarea, y luego hacer correr la noticia, incluso abrir una página en facebook que promocione el servicio. Cobrar un precio equilibrado, al alcance de todos, como para que incluso una familia de clase media baja, desempleados tal vez, pueda permitirse pagar un servicio profesional para que su oso panda viaje en condiciones óptimas. Una vez establecida una red de receptorías de pandas en todo el país, podría comenzar a planificar el crecimiento hacía los países vecinos, y aprovechando el auge de los vuelos low-cost, proponer también transportes transatlánticos de pandas.
Yo mismo tendría uno. Lo llamaría Aguirre. Tal vez en alusión a la película. O sólo porque me parece un buen nombre para un panda. Una vez que el panda y yo entremos en confianza lo haría lentamente parte de los secretos del negocio hasta que se convirtiera en socio. Con el tiempo el panda tomaría las riendas de la empresa, proponiendo transportar también humanos y de a poco crearía una red paralela de osos panda que transportan seres humanos hacia los rincones más remotos de la tierra. La vida entonces sería idílica y yo me retiraría y dejaría que mi ex socio me transportara hacia algún lugar lejano para comenzar una nueva vida.