El primer parlamento electo desde la caída del régimen del dictador Muamar el Gadafi,
saldrá de las filas de la Alianza Fuerza Nacional, coalición de diversos partidos – que se
considera de prooccidental y liberal, aunque ellos no quieren etiquetas -.
Esta formación
ha superado a sus rivales en los comicios legislativos libios del pasado 7 de julio.

Fuerza Nacional, encabezada por Mahmud Yibril, ex-primer ministro en el actual
Gobierno de transición post-Gadafi, logrado 39 de los 80 escaños asignados a
candidatos de partidos políticos en el futuro parlamento libio, mientras que el partido
islamista moderado Justicia y Construcción, ha obtenido sólo 17 diputados (partido
próximo a los Hermanos Musulmanes, ganadores de las recientes elecciones
presidenciales en Egipto) . En las fotos se ven muchos trajes y corbatas y pocos
turbantes…

El primer Parlamento libio se completará con 120 candidatos independientes. Y como
hay más independientes que miembros de partido políticos, los resultados favorables
a Fuerza Nacional no implican aún su mayoría parlamentaria. Hay que esperar a
ver la cantidad de independientes que atrae cada partido para saber si serán los
prooccidentales o los islamistas quienes tengan más peso en el Poder Legislativo. Así las
cosas.

Además, hay que considerar que el nuevo Parlamento esté en pleno funcionamiento
recién dentro de un año, aunque en dos semanas – al anunciarse los resultados
definitivos, después del plazo abierto a reclamaciones- comenzará el traspaso de
poderes que todavía detenta el Consejo Nacional de Transición, máxima autoridad
actual, desde el derrocamiento de la dictadura. Entonces, este Parlamento deberá elegir
un presidente y formar Gobierno.

Así han sido las primeras elecciones parlamentarias libres desde 1952 -al año siguiente
de que Libia formalizase su independencia de Italia-. Después, Muammar el Gadafi
tumbó al rey Idris con un golpe de estado militar y acaudilló el país desde 1969, hasta
su derrocamiento y asesinato el año pasado por los rebeldes, con la colaboración de un
ataque aéreo de la OTAN. Con lo que concluyó el levantamiento popular que empezó
en febrero de 2011, como parte de la llamada Primavera Árabe, ola de insurgencia y
hartazgo civil de dictadores zonales, que acabó con otros como Hosni Mubarak (Egipto)
o Ben Ali (Túnez).

Ya vimos que en estas elecciones libias del 7 de julio participó un 62% de los ciudadanos
con derecho a voto, es decir 1.700.000 de 2.800.000 y se presentaron más de 100
partidos, muchos de ellos surgidos sólo meses antes de las legislativas.

Libia empieza así una nueva etapa de su transición a la democracia, teniendo que
afrontar un gran problema, que lastra el país desde la caída de Gadafi, y es la
pervivencia de cientos de milicias que lo combatieron y que han ganado poder local.
Amnistía Internacional describe un panorama sombrío al respecto en un reciente informe.

Los milicianos se niegan a entregar las armas y continúan cometiendo tropelías. Según
esta ONG, las detenciones arbitrarias, torturas y asesinatos se suceden con total
impunidad.

La gran esperanza en Libia, y su gran proyecto, con estas primeras elecciones libres, es
la enorme tarea de construir su Estado desde cero. Confiamos que podrán hacerlo.