Todos los politólogos consultados por la AFP estiman que el conservador Sarkozy (25,5 a 27%) tiene pocas posibilidades de renovar su mandato en la segunda vuelta.

«Será un trabajo acrobático», estima Jean-Daniel Lévy del instituto de sondeos Harris-Interactive. Para el politólogo Gérard Grunberg, el presidente saliente está «acabado», a juzgar por los primeros resultados.

Y ello pese a que el resultado histórico de la ultraderechista Marine Le Pen (18 a 20%) reequilibra en teoría la balanza entre la izquierda y la derecha.

«El hecho de que Hollande esté delante es una bofetada para Sarkozy. Le va a ser muy difícil reorientar la tendencia. Ha hecho una campaña que ha reforzado al Frente Nacional, y le costará mirar al centro», considera Stéphane Rozès, presidente del instituto de análisis político Cap.

El presidente saliente tendrá el desafío de convencer al mismo tiempo a los electores del centro y del Frente Nacional (extrema derecha), a los que podría llegar hablando de cuestiones sociales y económicas.

«El tema está en recuperar obligatoriamente al electorado del Frente Nacional. Pero desde el comienzo de la campaña, cada vez que ha ido de ese lado no le ha funcionado», pese a su duro discurso en temas como la seguridad, la inmigración y la identidad nacional, destaca Gaël Sliman, del instituto BVA.

El buen desempeño de la candidata ultraderechista demuestra la incapacidad de Nicolas Sarkozy de quitarle votos al Frente Nacional, al contrario de lo que logró en 2007.

Al mismo tiempo, el presidente saliente deberá seducir al electorado centrista de François Bayrou (alrededor del 9%), cuya preferencia por uno u otro es una incógnita.

Frente a Sarkozy, la batalla se anuncia más fácil para François Hollande. En teoría, el socialista debería llevarse buena parte de los votos de Jean-Luc Mélenchon, candidato de la izquierda radical y revelación de la campaña con un resultado de en torno a 11%, de los demás candidatos de la extrema izquierda y de la ecologista Eva Joly (2%), que llamó a votar por él el 6 de mayo.

El propio Mélenchon llamó este domingo a derrotar a Sarkozy, «sin pedir nada a cambio».

«Con sus votos y los de Mélenchon, Hollande puede pensar en una victoria amplia que le deje el camino libre», según Stéphane Rozès.

Y más globalmente, se espera que Hollande siga beneficiándose de la impopularidad récord del presidente saliente, que da a la segunda vuelta tintes de referendo a favor o en contra de Nicolas Sarkozy.

Los ataques de Sarkozy a la persona y el programa del favorito, mientras tanto, no lo han confundido ni a él ni a su electorado.

«Hollande debe continuar en la misma línea. Es decir, no hacer gran cosa», apostilla Grunberg.