Una de las tantas sentencias propias de la manipulación, supone *“el estar o no estar de
acuerdo con el aborto”*, así de corto y sencillo, como si una mujer al verse enfrentada a
tal decisión no le significara angustia y sufrimiento. Es un último y doloroso recurso para
quién está en una situación vital sobre la cual se ve obligada a optar, ya sea por motivo de
violación, falta de apoyo, incapacidad económica o por la amenaza de un entorno familiar
adverso al embarazo. Por ello, el problema se lo plantea de manera torcida por parte de los
autodenominados *“pro vida”*.

Hace ya 9 años atrás un estudio serio indicaba que Chile poseía una de las tasas más
elevadas de aborto provocado en las Américas, 160.000 mujeres tenían abortos cada año,
de los cuales un 10% correspondía a adolescentes. Al día de hoy los estudios al respecto,
son calculada y sistemáticamente omitidos y ni qué decir de la prensa en general. No está
demás decir que existe una ausencia y ocultamiento total de estadísticas, investigaciones
y testimonios serios, que den lugar a un debate debidamente documentado, abierto, hacia
implementar normas y legislación al respecto. Por otra parte, a pesar de que el aborto está
definido como *“delito”* en el Código Penal chileno, dicha ley ha sido totalmente inútil si con ello
se ha pretendido suspender esta práctica.

Pese a que existe innumerable información científica, médica y legal; como asimismo, cientos
de testimonios de mujeres que relatan los efectos adversos de embarazos no deseados, los
fundamentalistas han instalado en el imaginario una imagen coercitiva, discurseando sobre
los *“asesinatos a seres indefensos”*, junto a imágenes de ecografías que provocan un fuerte
impacto, equiparando (nuevamente de manera falseada) al embrión con un ser humano.

Así, el silencio, la desinformación y la manipulación mediática, son buenos socios para los
predicadores de la *“defensa la vida”*. Un doble discurso y una doble moral que deja a mujeres
sin recursos, expuestas a abortos clandestinos e inseguros, sentenciándolas a poner en riesgo
su vida o tener hijos indeseados. Por otra parte, las mujeres que tienen cómo pagarlo, cuentan
con la posibilidad de acceder a un aborto seguro y no corren riesgos, por tanto llegamos al
punto de la injusticia social y que la penalización existente no ha servido para nada.

De este modo, los argumentos falseados y facilistas, ejercen una manipulación grosera de
shock, tales como un spot *“educativo”* que apareció durante un tiempo en medios de televisión,
en que se escuchaba la voz de un feto que decía: *“Me va a matar, me va a matar, me va a
matar”*. No se escatima esfuerzo en afinar la mentira para conseguir ciertos objetivos. Curiosa
práctica para la vida que dicen defender.

Cabe preguntarse entonces, cómo es esto de la defensa de la vida, ¿La vida de una mujer
no cuenta, carece de todo valor?; ¿Otros pueden decidir por ella?; ¿Es que esta ausencia de
legislación o debate protege todas las vidas? ¿Alguien se pregunta qué experimenta una mujer
antes de tomar esa penosa decisión? ¿Alguien puede llegar a imaginar lo que es para una niña
adolescente, empobrecida, maltratada, violada; buscar ayuda para abortar, en una sociedad
que demoniza y castiga con cárcel, agravado todo ello con el riesgo de morir?

Finalmente, los niños hijos de mujeres pobres que han sido *“salvados”* por quienes *“defienden
la vida”*, sentirán el peso de las leyes creadas por estos mismos *“salvadores”*, para penalizar
menores de 14 años. A estos niños los llaman delincuentes, piden limosna en la calle, se
prostituyen, sufren hambre, enfermedades de transmisión sexual, abandono, desorientación en
suma: Violencia, agresión y muerte. Fabrican lugares donde recluirlos sin amor ni protección.
Lo que llaman *“educación”* deviene para ellos en el mejor de los casos en mano de obra barata.
En suma, serán siempre víctimas de un sistema que tiene un doble estándar, con un discurso
de defender la vida y por otro, ejerce el control social sometiendo a las mujeres. Esa es la más
grande canallada.

En síntesis, lo cierto es que se niega un debate amplio y bien informado, porque para infortunio
de nuestro país, ya es una constante vergonzosa la negación de los derechos políticos y la
persecución ciega de toda demanda social necesaria.