Bradley Manning no es tan famoso como Julian Assange, fundador del sitio WikiLeaks, pero quizás en un tiempo más sea más conocido que éste.

El soldado raso Manning, que ahora tiene 24 años, está encarcelado desde el 26 de mayo de 2010. Assange estuvo detenido en el Reino Unido y pesa en su contra un pedido de extradición a Suecia, donde lo aguardan acusaciones penales de dos mujeres por supuesto abuso sexual.

El defensor David Coombs rechazó esas acusaciones y dijo que sólo podrían mantenerse tres de ellas, con un límite de pena de hasta 30 años y no perpetua.

El letrado defensor replicó que aquellas habían sido sobreactuaciones. “El cielo no se ha caído y no se caerá por las filtraciones de Wikileaks”, sostuvo. “Cualquiera que mire la información filtrada sabe que no ha causado daño alguno”, agregó. La línea argumentativa de Coombs fue que su defendido sufría inestabilidad mental a causa de problemas de identidad sexual que le deberían haber incapacitado para servir en el Ejército, “pero que éste no hizo nada para evitarlo pese a conocer sus circunstancias”.

Mientras tanto, el soldado ha vuelto tras las rejas de Fort Leavenworth, Kansas, donde está algo mejor, comparado con los lugares anteriores.

Manning estuvo detenido en la capital iraquí y en Kuwait, en condiciones pésimas, como los combatientes sunnitas contra la ocupación. Para el general David Petraeus, el soldado era peor que los iraquíes. Era un traidor.

Así completó casi un año de cárceles de aislamiento, entre Irak y Quantico. Recién en abril de 2011, luego de quejas de organismos de derechos humanos europeos y estadounidenses, campañas de Amnistía Internacional, críticas de Juan Méndez, del Grupo de Naciones Unidas contra la Tortura, etc, el preso fue a un establecimiento de mediana seguridad, Fort Leavenworth. Allí comparte encierro con otras tres personas, habla con ellos, recibe a su abogado y hasta le han dejado ingresar un par de libros. Cuando sale debe llevar grilletes en pies y esposadas sus manos. Delicias de la política de Derechos Humanos que tiene su impoluta capital mundial en Washington.

Assange no la está pasando bien, pendiente de esa posible extradición a Suecia. WikiLeaks, fue asfixiado financieramente. Su sucesor en el sitio, el islandés Kristinn Hrafnsson lo detalló en un reportaje dado al periodista español Pascual Serrano: “estamos sufriendo desde hace un año las consecuencias de un embargo y un bloqueo bancario. Visa, Mastercard, Western Union y Bank of America han decidido bloquear cualquier donación destinada a Wikileaks. Hemos perdido el 95% de los ingresos. Este bloqueo no tiene precedentes. Las empresas que gestionan estas tarjetas bancarias no se preocupan por saber en qué gasta la gente su dinero. Con ellas, en Internet puedes comprar la más asquerosa pornografía, apoyar al Ku Klux Klan, adquirir armas semiautomáticas y financiar los asentamientos ilegales en Palestina y a grupos extremistas israelíes, pero no puedes donar a Wikileaks”. En algo se equivoca el reporteado: este bloqueo bancario sí tiene precedentes. Lo sufre Cuba.

Pero un soldado estadounidense que conoce de crímenes cometidos por el imperio contra una población ocupada militarmente, y los filtra a la prensa, merece una felicitación. Y doble, porque este debía saber que, en caso de ser descubierto, sería castigado muy severamente. A pesar de ello, afrontando los riesgos, habría dado esa información que dio vuelta al mundo.

El preso en Kansas hizo un aporte a la paz mundial, al dejar en desnudo los procedimientos militares de los invasores de Irak. También quedó al descubierto la trama del Departamento de Estado y sus comunicaciones con sus embajadas en todo el mundo, que hacían espionaje y hasta contestaban, caso de Argentina, qué tipo de enfermedades y medicaciones tomaba la presidenta Cristina Fernández.

Personalidades democráticas más avanzadas se pronuncian por la libertad de este detenido y reflexionan sobre los presos en Guantánamo y tantos otros “oscuros rincones del planeta” donde la CIA manipula cárceles secretas.

Assange opinó que 2010 fue el año de mayor libertad de prensa debido al impacto de WikiLeaks y esto tiene mucho de cierto. Y que la prisión de Manning es una sentencia de muerte contra el periodismo de investigación.

Fuente: laarena.com.ar